Lamentablemente el populismo se ha enquistado en la vida política de las naciones americanas. Susu efectos son nocivos para el normal funcionamiento y prestigio de las instituciones de los regímenes denocráticos, y en nada favorece la solución de los urgentes problemas de los ciudadanos.
Chile no es la excepción. Necesitamos líderes políticos enfocados en la racionalidad de los procesos institucionales y económicos necesarios para el progreso, que privilegien el diálogo e impulsen una efectiva reconciliación nacional en base al perdón. Solo así podremos mirar el futuro y enfrentarlo con voluntad y optimismo.
El populismo busca seducir con sus discursos y promesas sin sustento. Hay que mirar la realidad para mejorarla, sin manipular a las personas con menos educación.