Las campanas están doblando por ti


Por El Zumbido

No se demoró mucho en llegar el retorno del “primer zumbido” enviado hace pocos días. En cantidad estamos recién en el punto de partida…, «ahora hay que multiplicarse y hacer fuerza” para que este zumbido de justicia y verdad cubra todo el territorio nacional, y para que su intensidad y persistencia genere un temor irresistible en nuestros adversarios.

De Arica a la Antártica debemos sumarnos a esta red, el twitt es @zumbidodechile allí podrás informarte y sacudir tu malestar (agitar tus alas) para producir ese sordo murmullo que nadie pueda ignorar, ¡nos tendrán que oír!.  Así lograremos restablecer el estado de derecho en nuestro país y terminar con la odiosa persecución política a los militares y a los civiles que los apoyan.

Si hasta ahora habías guardado conveniente silencio porque sentías lejanas las amenazas, los últimos hechos nos están demostrando que para la izquierda nadie está libre y que no descansaran hasta tener a la sociedad libre anulada, a los militares subyugados, y conquistado el poder total.

Hay muchos civiles y políticos a los que alguna vez llamaron “cómplices pasivos” que ahora pasaran a ser cómplices activos y también hay militares que nunca creyeron que les tocaría a ellos y que ahora sienten la amenaza a la vuelta de la esquina…  El general Cheyre nunca creyó que las campanas también estaban sonando por él…, y ahora está en el banquillo de los acusados, dónde los predicadores del odio lo querían tener, a él y a otros muchos más que vendrán. » Ni perdón ni olvido», esa ha sido la consigna proclamada sin pudor a los cuatro vientos, anunciando el odio sin renunciación.

Los réditos para para quienes persiguen a los ex uniformados son fáciles y jugosos…. económicos para las presuntas víctimas; políticos para » líderes» oportunistas en decadencia; funcionales a la promoción y  carrera de jueces «inflexibles»… en fin, ha sido fácil, e ingenuos y poco solidarios quienes habiendo sido parte, o simpatizaron con el gobierno militar, o se alegraron con la intervención que sacó al gobierno de Allende, que sumido en el caos – semejante o mayor al que hoy vive Venezuela – nos llevaba a la guerra civil celebraron la intervención​ militar, permitieron llegar a este estado de cosas, en que pensando que » a ellos no les iba a pasar nada», miraron para el lado, y hoy sienten una ominosa amenaza que se acerca a su puerta.

El cántaro ha ido demasiadas veces al agua, y ya es tiempo de que organizados hagamos sentir nuestra voz, sacudiendo a los pusilánime​s y haciendo sentir nuestro clamor por una justicia «justa».

¿Hasta Cuando?

Por el Zumbido

Los últimos acontecimientos relacionados con la persecución a los militares han exacerbado mi indignación con el mundo político, con el poder judicial y con parte importante de la sociedad civil, incluída las iglesias de todos los credos y para que hablar de nuestras instituciones de la defensa.

Se ha llegado a límites inaceptables: han cambiado la historia; han mancillado nuestros símbolos patrios; han torcido la justicia; han encarcelado a nuestros camaradas, han humillado a nuestras instituciones armadas -para que seguir- mientras nosotros con actitudes pusilánimes y a veces temerosas nos desgastamos en pequeñeces, permitiendo que la afrenta siga su curso.

¡Basta!…. Debemos unirnos, como un todo, alzar nuestras voces, “batir nuestras alas” en un continuo y agudo “zumbido” cuya intensidad y persistencia logre generar en nuestros adversarios un miedo tal que los devuelva a su madriguera, de donde nunca debieron salir.

La familia militar y los patriotas de la sociedad civil hemos empezado a “alzar nuestras voces”, se han creado referentes, grupos han salido a las calles, sea han escrito cartas, libros y folletos, otros no asisten a ceremonias oficiales, ahora lo que falta es “la unidad del todo”.

No preguntes que hacer… haz algo, súmate, enrédate, deja tu zona de confort… ¡Por el honor militar y por nuestros camaradas prisioneros no habrá nunca… una última batalla…. Solo cabe la victoria.

Viva Chile. Sigue leyendo

Cómplice leal y activo

Por José Pedro Lira
Lector regular de la columna semanal de Cristián Labbé, fui -al igual que muchos- golpeado con su arbitraria detención y más aún, al saber que se silenciaría su pluma mientras estuviera privado de libertad. Sin más, fui a darle mi apoyo a Temuco y después de una larga conversación le pedí que me autorizara para ocupar el vacío que dejaría su comentario en este como otros portales…. y aquí me tienen.

Se preguntaran cuáles son mis “pergaminos” para asumir tan osada aventura… muy simple, nos une una vieja amistad y en algunos aspectos parecemos “almas gemelas”, obviamente cada uno en su estilo. El reflexivo, cerebral, profundo (y a veces latero), yo, algo campechano y de observaciones directas… sin rodeos. Durante muchos años él era asesor presidencial y yo exitosos (¿?) columnista de un diario de circulación nacional. Nos nutríamos con cierto éxito… el uno del otro.

Después de veinte años, con la venia del titular, dejo la “comodidad de mi anonimato” (forma siútica de decir… don nadie)  para pasar a cubrir esta trinchera y para mantener vivas estas líneas que para muchos se nos habían transformado en un rayito de luz que semanalmente entraba en el  oscuro panorama nacional. Difícil tarea pero con intentarlo nada se pierde…
Como no hacerlo si soy un sencillo empresario del campo (llorón como todo agricultor) pero en el fondo agradecido de lo que hicieron los militares, especialmente por el chileno común y corriente. En una línea, nos transformaron de un país mediocre y sin futuro, en uno pujante y referente a nivel mundial.

Con algo más de setenta años y con una vida hecha, con altos y bajos, sabores y sin sabores, me aprestaba a disfrutar de mi retiro, sin mayores sobresaltos… pero uno propone y la izquierda dispone. Convertido nuestro país en una sociedad cargada de odio, de inseguridad y de politiquería, la calidad de vejez se me fue, como a muchos… “a  las pailas”. Lo que no sería tan grave si viera que en el horizonte vienen días mejores, pero lamentablemente nada hace suponer que las cosas vayan a cambiar.

Por lo mismo, me parece que ha llegado el momento de dejar de lamentarnos y pasar de ser meros críticos sociales…  a asumir un rol más activo en la defensa de nuestros soldados. No puede ser que casos emblemáticos como el de Labbé solo se comenten y no se denuncien por parte de nuestros políticos.

¿Puede una persona después de 43 años, de haber sido Ministro de Estado, profesor universitario, alcalde por 16 años, elegido con altas mayorías, hoy sea considerado un peligro para la sociedad? En que mente cabe tamaña aberración… cuantos militares están en igual o peor situación y que nadie los defiende porque no son conocidos o emblemáticos como el Coronel.

Me he propuesto levantar mi voz, convocar voluntades, trabajar para que en las próximas elecciones ¡el tema… sea tema! y los señores políticos tengan que definirse y más que eso, comprometerse a darle solución a estas injusticias… y si alguien me dice que seré acusado de “cómplice pasivo” por algún candidato, le digo “al tiro” que soy mucho más que eso, soy un cómplice leal y activo… de los militares, de su gobierno y muy especialmente de mi coronel Labbé.

Igualdad tuerta

Editorial El Mercurio de Santiago, 23 de Abril de 2017

Enorme paradoja es la de un gobierno que, enarbolando las banderas de la igualdad, falla en garantizar aquella a todos los ciudadanos, sea por incapacidad, sea por ideologismos. Precisamente allí, y no en cuestiones de magnitud numérica, radica la gravedad de lo ocurrido esta semana en Temucuicui y otras comunidades que rechazaron ser censadas: la existencia de un grupo de chilenos que, atribuyéndose condiciones de excepcionalidad, se sustraen impunemente de las obligaciones y cargas que sobre el resto pesan. Zanjada de la peor manera ha quedado así la controversia sobre la real vigencia del Estado de Derecho  en ciertos sectores de La Araucanía, donde el país ha visto cómo el referido grupo desafió primero a la autoridad anunciando que impediría la labor de los censistas, y desplegó luego las acciones de fuerza que le permitieron cumplir su amenaza. Todo, ante la pasividad de los más altos funcionarios públicos, quienes por momentos parecieron más preocupados de minimizar mediáticamente el incidente que de haber arbitrado las medidas para evitarlo.
De este modo, la evolución del llamado conflicto mapuche consolida su doble faz: dolorosas pérdidas de vidas, incertidumbre para sus víctimas y daño material, pero también una herida profunda en la capacidad del Estado para garantizar el imperio del derecho en todo el territorio. Hay aquí desigualdad flagrante, la de grupos que imponen su voluntad al resto, y al mismo tiempo la de personas expuestas a niveles de inseguridad que serían inaceptables para el común de los ciudadanos.

Simbólico de la complejidad que esto supone es el contraste entre las imágenes de Temucuicui y aquella otra, notable, de la Presidenta encuestando a vecinos de Renca. Porque si con ese gesto ella expresó su compromiso con lo público y el sentido de unidad nacional que todo Jefe de Estado debe encarnar, los hechos de La Araucanía mostraron tanto una agresión hacia esos valores como la debilidad del Gobierno para resguardarlos adecuadamente.

Somos los chivos expiatorios» «Solamente debimos cumplir órdenes superiores»

Extractado de ADN radio.cl, 23 Abril 2017

Uno de los internos de Punta Peuco, acusado de participar en la Caravana de la Muerte, el subteniente (r) Marcelo Marambio, acusó este domingo que es inocente de los hechos de le imputan y enfatizó que los responsables son las máximas autoridades de esa época.

Esto, porque al momento del Golpe Militar él llevaba sólo un año de servicio en el Ejército.

Mediante una carta dirigida a los cadetes de la promoción 1968-1972, el ex uniformado indicó que «somos los chivos expiatorios de un Gobierno Militar».

La misiva, que de forma exclusiva obtuvo ADN, se conoce a días que ingresen a Colina 1 cerca de 25 militares condenados por derechos humanos.

«A nosotros, los Subtenientes, se nos condena, por nuestra participación en la ejecución de actos, hechos y acciones, en que solamente, debimos cumplir órdenes superiores», dijo.

«Los verdaderos responsables, son conocidos por los Magistrados y Jueces que llevan las distintas causas y sin embargo, se sigue persiguiendo judicialmente, a los Subtenientes de la época», agregó.

Además, Marambio precisó que, a diferencia de lo que sucede con los altos mandos de la institución, ellos no cuentan con la defensa del Ejército de Chile.

«No pedimos clemencia, solo que se nos juzgue, acorde a nuestro verdadero grado de participación en los hechos y que la justicia, interprete en cada caso, la situación, el contexto y el ambiente del momento, en que se llevaron a cabo los acontecimientos», señaló.

«No somos y no nos sentimos delincuentes, repito, no lo somos y solo queremos ser juzgados con imparcialidad», añadió.

En esa misma línea, Marambio destacó que «soy una víctima más de lo acontecido, donde no tuve otra salida y alternativa, que cumplir una orden militar».

«Hoy se nos arrastra a tribunales, a quienes fuimos instrumentos de esos hechos, no a los verdaderos culpables, los que dieron las órdenes y  los antiguos magistrados de la época», puntualizó.

NOTA DE CHILE MERECE:

Marcelo Marambio es Coronel en Retiro del Ejército, en carta abierta a su promoción de egresados de la Escuela Militar el año 1972 y ha sido recientemente condenado con una pena aflictiva de 10 años, y un día, después de agotar todas las instancias judiciales.

En su carta recuerda que como Subtenientes, promediando los 20 años de edad, y recién cumpliendo un año de servicio, con su promoción «fuimos testigos y partícipes del Pronunciamiento Militar o Golpe Militar del 11 de Septiembre de 1973», y que «en esas circunstancias, estando encuadrados, bajo mandos de autoridades competentes, nombradas por Decretos Supremos y Resoluciones Institucionales, nos correspondió participar, bajo órdenes de nuestros superiores, en cumplimiento de deberes militares, en diferentes episodios, que hoy son investigados por el poder judicial en distintos tribunales, en diferentes causas y con diferentes caratulaciones.»

Más adelante agrega «muchos de nosotros, estamos siendo juzgados, por hechos acontecidos hace más de cuarenta y tres años, donde nuestra participación, en la mayoría de los casos, fue obedeciendo órdenes superiores, no pudiendo en estos casos desobedecerlas, debido al Estado de Excepción, que nos regía, en el momento de cumplir órdenes militares.»

A continuación Marambio manifiesta que «Nuestra baja graduación, en esos momentos, impedía por encuadramiento, que nosotros creáramos situaciones o actuáramos por nuestra cuenta, que fuéramos los que dispusiésemos, ordenáramos o resolviéramos, las acciones en la que, obedeciendo órdenes superiores, nos vimos involucrados.»

Agrega que es necesario «conocer, la jerarquía, la antigüedad, los grados y los encuadramientos del Ejército, para entender la posición que teníamos en ese entonces y por ende nuestro grado de responsabilidad y nuestras atribuciones, para resolver en cada una de las situaciones, que hoy son investigadas, juzgadas y sancionadas penalmente.»

Resalta en su carta que «No actuamos, en consecuencia, por mutuo proprio, lisa y llanamente, actuamos cumpliendo órdenes.»

Hoy, se nos quiere dar toda la responsabilidad de los hechos acontecidos, como si nosotros, los Subtenientes de esa época, hubiésemos tomado las decisiones y hubiésemos cometido los delitos de los que se nos acusa, por propia iniciativa.» y agrega se les juzga por hechos que «nosotros los Subtenientes de la época, no buscamos ni provocamos, nos hacen asumir las responsabilidades penales, que corresponden a las autoridades de la época»

Más adelante manifiesta que «Los verdaderos responsables, son conocidos por los Magistrados y Jueces que llevan las distintas causas y sin embargo, se sigue persiguiendo judicialmente, a los Subtenientes de la época.»

Se pregunta, «si nosotros no tenemos o no calzamos en los Derechos Humanos, si no son, para nosotros un derecho, debido a que también somos víctimas de los acontecimientos, en que nos tocó participar, somos actores cautivos por encuadramiento y por no tener posibilidades de desobediencia.»

«No pedimos clemencia, solo que se nos juzgue, acorde a nuestro verdadero grado de participación en los hechos y que la justicia, interprete en cada caso, la situación, el contexto y el ambiente del momento, en que se llevaron a cabo los acontecimientos.»

Marambio manifiesta en su carta que en el caso particular que le afecta, «en causa Caso Caravana Copiapó, donde mi superior directo, el Comandante de la Compañía, en que me encontraba encuadrado, reconoció en los careos, a los que fuimos sometidos, que quien suscribe le representó la orden impartida por él, referida al fusilamiento de 13 personas, que el la mantuvo, asumiendo la responsabilidad de ella y sus consecuencias.» ocurriendo los hechos  «en un lugar del  Desierto de Atacama, al sur de la ciudad de Copiapó, lugar, donde no existía ninguna otra autoridad o superior ante el cual recurrir, sólo el superior que dio la orden, lugar al que llegamos, sin saber la misión y orden que se nos impartió, debido a que cuando iniciamos el traslado de las 13 personas,» Y que el superior a cargo mantuvo lo ordenado, «pese a la representación de ella, que le hice junto al otro Subteniente involucrado, lo que fue refrendado en los careos a que fuimos sometidos.» y que pese a invocar lo establecido el Código de Justicia Militar referido a observar a un superior la inconveniencia de dicha orden, dicho superior «la mantuvo y se hizo responsable de ella y sus consecuencias.», cosa que también dispone el mencionado Código respecto al cumplimiento de la Orden si el Superior insiste en su cumplimiento..

Protesta Marambio que hoy se le condena, «pese a haber  cumplido, con las leyes vigentes que regían en el momento de lo acontecido, que he debido soportar, durante todos estos, mas de cuarenta y tres años, lo que significa en lo espiritual y psicológico, la participación en un hecho de esta naturaleza,».

Agrega posteriormente que «Sin tener intención, de molestar u ofender a ninguna autoridad, cargo o investidura, es un deber manifestar que hoy, al parecer, en la actual judicatura, el castigo a las llamadas violaciones a los derechos humanos, se ha transformado de justicia a venganza, de noble imperativo ético a aprovechamiento político, hoy se nos arrastra a tribunales, a quienes fuimos instrumentos de esos hechos, no a los verdaderos culpables, los que dieron las órdenes y  los antiguos magistrados de la época,  que fueron cómplices por omisión,  pero se nos castiga a nosotros, que actuamos obligados, como Subalternos encuadrados, por la regla de la obediencia debida, que es una norma fundamental de todos los ejércitos del mundo y que estaba vigente en esos años. (1973).»

Posteriormente indica «cumplí con mi deber, las leyes vigentes y seguí todos los pasos, para evitar el mal que se causó, que lamentablemente no sirvieron, debido a que pese a lo anterior, se mantuvo la orden, después de mi representación al superior que me la impartió, debido a que esta orden, provenía de los mas altos escalones y autoridades a cargo del país.

Lo anterior, se comprueba y así esta en el expediente de la causa, ya que esta misión la dio el Oficial Delegado del Comandante en Jefe del Ejército y Presidente de la Honorable Junta de Gobierno, que estaba a cargo del país.».

Agrega en su extensa carta que «Se suma a lo anterior, que jamás, repito jamás, me ha interrogado un Juez o Magistrado,», aun cuando su causa fue vista por tres Ministros en Visita y que el primer juez que vio su causa Juan Guzmán después de revisar la declaración de «el Oficial, Comandante de mi Compañía, que dio la orden de fusilamiento, reconoció que le representé la orden y que el la mantuvo, haciéndose responsable de sus consecuencias y reconociendo, que nos manifestó que había que cumplirla, por que la dispuso el Delegado del Comandante en Jefe del Ejército, el General Arellano.», manifestó por intermedio de actuario «que no nos iba a procesar, debido a que no éramos responsable de lo acontecido. Este Ministro no nos procesó.»

No obstante lo anterior, los sucesivos Ministros en Visita que llevaron la causa cambiaron su situación, sometiendolo a proceso y condenándolo finalmente.

¿Por qué debo creerle a la justicia chilena, que tiene una calificación de un 3,2 en una escala da 1 a 7?

Christian Slater Escanilla, Coronel (R)., Magister en Inteligencia y Planificación Estratégica.

El año 2010, el periodista Nibaldo Mosciatti Olivieri, agradeciendo un premio por su trayectoria, estableció la existencia de dos tipos de periodistas:

Unos, al servicio de la sociedad y otros, que les hablan a los poderes. A estos últimos los encasilló como aquellos que viven en “un rincón un poco humillante, como esas casuchas para los perros guardianes, que te guarece de la lluvia pero que incuba pulgas y garrapatas, pero allí nunca falta el tacho con comida. Sabe mal, pero alimenta. Y, en general, engorda.”

En el Destacamento “Tucapel” de Temuco, en estos días, se detuvo a un soldado de origen mapuche. Un soldado que el año 1973, siendo menor de edad, en cumplimiento de su Servicio Militar Obligatorio y con su escasa educación, durante un control del “toque de queda” hizo uso de su arma de servicio dando muerte a un civil, que no obedeció la orden de detenerse. Una lamentable tragedia que afecto a un civil y a un soldado.

Ese ex soldado seguramente será condenado por cumplir una orden. Por cumplir con su Servicio Militar Obligatorio. Condenado por haber hecho uso de su arma de servicio en cumplimiento a ley imperante. Supongo que todos comprenderán que para él no existía otra realidad, pero hoy lo quieren convencer – y a nosotros como sociedad también – de que es un criminal.

¿Por qué debo creerle a la justicia chilena, que tiene una calificación de un 3,2 en una escala da 1 a 7? (Centro de encuestas de la UC)

¿Es esta la verdad, con que un grupo de periodistas, le habla a la sociedad y a los poderes que individualiza Mosciatti?

En la desesperación y pérdida de confianza generalizada recurro públicamente a los Medios de Comunicación. A quienes sean totalmente independientes y alejado de las organizaciones, de los partidos políticos o de las empresas A todos aquellos que éticamente estén dispuestos a transparentar otra posible realidad.

La realidad de los inocentes, la realidad de los perseguidos, la realidad de los injustamente encarcelados, la realidad de los soldados que servimos bajo el mando de quienes hoy son investigados. Incapaces de creer lo que algunos jueces dicen de ellos y menos aceptar – después de más de 40 años – los relatos de quienes nos violentan con inverosímiles testimonios o sentencias que hablan de enajenados mentales o de criminales que nunca conocimos.

 

 

Paz en La Araucanía

Cartas al Director diario El Mercurio de Santiago 23 de abril de 2017

Señor Director:

Vivo en La Araucanía. Soy hijo, nieto y bisnieto de agricultores. Hace años que estudio lo que ocurre en nuestra región, ayudo a víctimas de atentados, defiendo nuestro campo, hago charlas sobre lo que vivimos a diario en esta zona.

No soy político y tampoco quiero serlo. Amo mi tierra y lo que ella produce. Amo esta forma de vida, ser un huaso chileno me llena de orgullo, pero cada día se nos hace más difícil lidiar con la realidad violenta y el acoso constante. Hace un par de años, un intendente nos dijo, sin más, «tienen que entregar sus campos». ¿Por qué tenemos que entregar lo que ha sido de mi familia por más de cinco generaciones, por qué nos quieren sacar de nuestras tierras?

Si la memoria no me falla, solo en mi familia hemos sufrido más de 300 atentados. Sumo innumerables amenazas de muerte, y la protección policial en nuestros predios ya es parte del paisaje y, sin embargo, los atentados ocurren todos los días.

Familias que quedan sin casa y otros cuyas fuentes de trabajo se convierten en cenizas. Solo un transportista de Temuco perdió 19 camiones, 10 carros y una bodega en un solo atentado. Qué decir de los padres de Jorge Andrés Luchsinger. Muertos. Quemados en su propia casa, con un proceso judicial entrampado en los tribunales.

Lo que hay de fondo es un proceso de expropiación, maquillado como «recuperación de tierras» y apuntalado por una política de Estado de entrega de predios, que no es más que la legitimación de este proceso violento. Esto es evidente, pero nuestros políticos se quedan con la visión policial y judicial, que son solo consecuencias del tema de fondo: la Ley Indígena y el Convenio 169 de la OIT.

El año 2016 el presupuesto de compras de tierra fue de $83 mil millones, y para este 2017 es de $84 mil millones. El Estado seguirá comprando terrenos, donde los dueños legales y legítimos se entregaron; donde la violencia y la presión pudieron más que la razón; donde la dedicación, el amor y el esfuerzo de generaciones se transan al valor de hectárea en una notaría. Del porqué un agricultor vende no se habla. De los atentados, las balaceras, los robos de ganado, las quemas de siembras, el pillaje, tampoco.

Quieren destruirnos la moral, obligarnos a poner fin a esto vendiendo nuestros campos «voluntariamente».

Hoy tenemos una oportunidad histórica: que el o los candidatos presidenciales planteen claramente a la opinión pública cuál es su propuesta para restablecer el Estado de Derecho en nuestra región.

Solo queremos paz en La Araucanía. Queremos una convivencia sana, respetuosa con los deberes y derechos de todos. Queremos que nuestros hijos crezcan sin miedo, con el apego a su tierra y a su patria, que a todos nosotros se nos inculcó desde pequeños.

Juan de Dios Fuentes Vega
Abogado y agricultor 

Corte Suprema excede sus facultades

Cartas al Director El Mercurio de Santiago,  23 de abril de 2017

Señor Director:

La Corte Suprema excede sus facultades al actuar como supremo legislador. Dicho alto tribunal ha derogado, en la práctica -en los procesos seguidos contra militares y carabineros-, diversos preceptos constitucionales y legales, tales como los principios de igualdad ante la ley, de legalidad y del debido proceso, así como las normas relativas a la amnistía, la prescripción y la cosa juzgada.

Adolfo Paúl Latorre
Abogado

Chile Es Un País De Facto

Por Hermógenes Pérez de Arce Ibieta

Si el coronel Labbé va preso porque un tipo dice que él lo torturó hace 43 años, quiere decir que la justicia en Chile es una parodia. Cualquier estudiante de primer año de leyes, que haya empezado a leer el manual de derecho romano, le diría al juez que el supuesto delito está prescrito y cubierto por una ley de amnistía. Y si el juez le argumentara que es un delito “de lesa humanidad” y no prescribe ni es amnistiable, el mismo estudiante, si sólo leyera el diario, le replicaría que ese delito se creó en Chile por una ley de 2009 que no se puede aplicar retroactivamente, según un precepto básico del derecho penal ancestral; que además la tal ley dice expresamente que no se aplica a hechos anteriores a su vigencia. Y el estudiante más encima podría añadirle que la tipificación que esa ley hace de los delitos de lesa humanidad ni siquiera corresponde a lo que el supuesto torturado dice que le hizo el coronel Labbé en 1973.

Pero esa es una discusión ociosa, porque es jurídica, y aquí los jueces de izquierda, que son mayoría en la Corte Suprema, confesaron en 2010 que ellos, a los militares (r) procesados, no les respetan las leyes.

Lo que pasa es que éste no es un tema jurídico: es un tema “de facto”. Si usted se sale con la suya sin respetar las leyes, tanto mejor para usted. En ese sentido Chile es, en muchas materias, “un país de facto”.

Si aquí antes se respetaban más las leyes no era tanto en virtud de un predicamento moral, sino por temor a los militares, porque incluso “la doctrina legalista de Schneider”, de 1970, si bien comenzaba sosteniendo que los uniformados no debían intervenir en política, terminaba diciendo que sí debían hacerlo si otro poder del Estado se apartaba de la legalidad, para restablecerla. Pero cuando el Poder Judicial abandonó la legalidad y los jueces violaron abiertamente las leyes, en el juicio a Pinochet, los militares no sólo no hicieron ni dijeron nada sino que, al contrario, el Comandante en Jefe del Ejército, General Cheyre, dijo que éste era responsable de todo lo malo que había sucedido después de 1973. Fue una rendición incondicional ante la justicia de facto de los jueces de izquierda y éstos se siguen hasta hoy aprovechando de ella.

Cuando el ministro Alejandro Solís, que metía militares presos como quien cumple una lista de compras, se acogió a retiro por edad, apareció ahora el ministro Alejandro Mesa, en Temuco, que los manda a la cárcel por legión y al cual tampoco le importa un pepino lo que dispone el derecho.

Yo escribí un libro en 2000, “La Verdad del Juicio a Pinochet”, probando que en ese proceso se habían atropellado las leyes, sobre el cual el historiador Gonzalo Vial, siendo adverso al ex Presidente, escribió: “Hermógenes Pérez de Arce escribió un lúcido y provocador análisis jurídico de las ilegalidades legales y procesales  cometidas (afirmaba) por el ministro Guzmán en el juicio a Pinochet. Nadie recogió el guante. No era el derecho el tema fundamental que se disputaba”.

Pues el tema es otro: es la audacia, la acción de facto. El juez Carroza mandó preso al coronel Ceballos Jones por haber dado muerte mediante torturas al general Bachelet en 1974, cosa que todo el mundo sabía y sabe que no es verdad, porque el general compartía celda con el senador socialista Eric Schnake, quien reveló que, pese a su condición cardíaca, aquél se puso a jugar básquetbol una mañana en la cárcel, se sintió mal a raíz de ello y finalmente murió de un infarto. Eso sin hablar siquiera de prescripción, amnistía ni estado de derecho. Simples hechos.

Ahora Carroza ha debido liberar a Ceballos Jones porque se ha dado cuenta tardíamente de que su perseguido perdió la razón y ni siquiera sabe que un juez de izquierda se está vengando de él, imputándole un asesinato que no cometió.

Como bien ha dicho Labbé, aquí se ha traspasado otro límite.

Y ha hecho bien en declarar, acerca del principal cómplice de los jueces de facto: “Piñera tiene una deuda importante con los militares, que no es un concepto de lealtad, hay una cosa más dura, que se llama traición… prometió que iba a hacer que la justicia imperara… Hizo exactamente lo contrario: cerró el penal Cordillera, aumentó de 100 a 1.500 las causas, cuadruplicó el equipo de abogados que persigue a los militares en el Ministerio del Interior. Creo interpretar a un número importante de militares, soy presidente de los coroneles, que no va a votar por el en ningún caso”.

Que lo oiga la nueva “derecha de facto” que, obnubilada por las encuestas y obviando el más negro de los prontuarios entre todos los candidatos, se ha sumado a la ilegalidad que ha convertido a Chile en “un país de facto”.

 

Odiosa persecución política

Por Cristian Labbé Galilea

Obligado a silenciar momentáneamente mi pluma por haber sido sorpresivamente privado de libertad, quiero expresarles: a mis leales lectores, a mis amigos y a la comunidad nacional, que todo lo que se dice en contra de mi persona es absolutamente falso y no responde más que a una persecución política implacable por parte de la izquierda; a los hombres de derecho, a los tribunales y a los jueces de mi país, que hagan prevalecer la verdad verdadera por sobre la mentira y los falsos testimonios; a los parlamentarios y autoridades del Chile republicano, que de una vez por todas restablezcan el estado de derecho que hoy se encuentra tan peligrosamente menoscabado, y al Dios resucitado en este domingo de gloria, que en su grandeza infinita pacifique los ánimos de la sociedad nacional para que se restablezcan el orden social, la concordia, la tolerancia, el respeto y la paz.

Mientras tanto enfrentaré el infortunio con la serenidad que da la inocencia y, como corresponde, me mantendré de pie, firme, animoso el pecho, la consciencia tranquila, confiado en la razón y con la fuerza de saber que la sangre que corre por las venas de este veterano soldado será siempre fiel a la de los valientes del 79.

El caso Labbé

Por José Antonio Amunátegui Ortíz, Abogado

Muchos son los culpables del odio que enferma a Chile, tantos que habría que utilizar la primera persona plural: nosotros. Contra la absurda tesis de una fecha de inicio y un nombre, un uniforme o un sector político, no hay época ni coordenada territorial donde no se hayan sembrado las bases del resentimiento.
Pero hay una sección ideológica que opera por definición con la mala fe, la mentira y el odio. Su ambición política se define y sostiene en la agitación violenta de masas. Es cierto que detectan injusticias preexistentes en nuestra pobre vida ciudadana, pero al amplificarlas para dividir y sembrar odio, las vuelven monstruosas, deformes, y finalmente falsas. En la crisis de los ’60 esa agitación de masas fue estratégicamente conducida hacia la revolución del proletariado. Gran parte de Chile, repugnando ese destino, presionó a las FFAA para poner fin a un desastroso gobierno y a una aún más desastrosa perspectiva dictatorial marxista.

Una de estas monstruosas falsificaciones es la victimización a manos del régimen militar. Hay suficiente información que establece una verdad histórica sangrienta, brutal, cobarde y deshonrosa en su política de madriguera; líderes y fanáticos antimarxistas cayeron sobre vencidos aún organizados, y en su locura sobrepasaron todo límite viendo enemigos hasta donde no los había. ¿De dónde venía su odio? De la trampa del alma que no se comprenderá si no se completa el cuadro histórico: al odio sembrado por los fanáticos marxistas se respondió con fanatismo antimarxista. Un país inmovilizado por la aplicación del manual de guerrilla urbana, vio sellado su destino por quienes creyeron que al odio y a la técnica guerrillera se les responde con la misma cobardía y deshonor propias del odio.
Pero no es verdad histórica que el régimen militar, en sí mismo haya promovido esta barbarie; es sólo una teoría machacada hasta convencer por insistencia. Participaron en él personas con orientaciones diversas, honorables y respetuosas de la dignidad humana, totalmente al margen del fanatismo antimarxista, y tan víctimas como cualquiera de la monumental obra de desinformación. Las mismas FFAA, en su interior, no estaban comprometidas con la guerra sucia; de hecho, el fenómeno manchó al honor militar desde el instante en que los comandantes ignoraron quien, de entre sus subordinados, era el oficial de seguridad, pues éste se reportaba secretamente a una unidad central de inteligencia. Muchos fuimos testigos de la ayuda prestada por funcionarios del régimen y por altos oficiales para evitar que alguien cayera en manos fanáticas o para que alguien fuera liberado y puesto a salvo.
Nada hubo de honorable en la siembra de odio ni en la cosecha de odio; aún siendo verdad la necesidad de enfrentar una guerra de guerrilla, fue estúpido mancharla de deshonor.
Lo que nadie hoy está dispuesto a decir con claridad es que la guerrilla continúa. La propaganda y la desinformación reemplazaron por ahora a la lucha callejera, pero con el mismo odio a la vista. Sólo se ha perfeccionado el método. Ahora se escoge permear al poder encargado de administrar justicia con agentes de venganza, capaces de enmascarar su razzia en basura jurídica que pervierte los mismos fundamentos del derecho: juicios por figuras legales de ficción, negación de las mínimas formalidades a la defensa, sentencias bajo la manga, y luego un ensañamiento inhumano con los sentenciados. Estos procesos han sido construidos por la propaganda para que masas morbosas vociferen la atroz culpabilidad de quienes no han sido siquiera encausados, destruyendo su honra; en esas condiciones un juicio bajo la mirada odiosa de grandes masas sólo puede confirmar la sentencia condenatoria, asegurando además que ninguna voz se levantará en defensa de inocentes, ni entre los más cercanos, para evitar ser también tildados de torturadores y asesinos. Pero, ¿son realmente culpables? ¡Pueden ser inocentes!, y a nadie parece importarle. El execrable método es aplicable a todo quien no forme parte de la coalición de izquierda, y a más de algún demócratacristiano.
Esta sed de venganza no es todo. El artefacto de propaganda alcanzó una inercia electoral imposible de frenar. Muchos funcionarios públicos y representantes electos dependen de esta rítmica aberración judicial para conservar viva en la memoria del votante su condición de víctimas y de únicos referentes válidos de la justicia y el respeto de los derechos humanos. Si abandonan esta lógica de masacre, perderán no sólo esa victimización morbosa y sus votos asociados; se destapará de inmediato la falsificación de antecedentes históricos y judiciales, manchando a todos quienes estuvieron detrás de este macabro circo.

Aún la mal llamada “derecha” política, arrastrada a las puertas del hades por esta campaña, está inmovilizada, perturbada y aterrada del triángulo en su chaqueta que rotula “torturador” y “asesino”. Sus cabezas, carentes de fuerza moral, ya no son líderes; se ha vaciado la escena política de verdaderos líderes, de personas íntegras y honorables. Anulados por intereses cruzados y por estas pesadillas que les perturban, abrirán la boca para repetir las mismas consignas de la infame campaña, pues temen ese triángulo más que a la misma muerte. Debilitados en lo esencial de un líder, el honor, nada valen moralmente ante un electorado irreflexivo y morboso prefiriendo a torturado que a torturador sin hacer demasiadas preguntas.

He aquí el contexto donde Cristián Labbé comienza a sufrir en carne propia el afán de venganza. En semana santa él ha sido llamado a las fauces de esta fiera revestida de legalidad. Se le cuelga haber perpetrado un crimen ocurrido en Chile mientras él estaba en un país lejano. Nada importará, ni los antecedentes debidamente presentados por su defensa, porque estos son juicios políticos cocinados en fuego electorero por la más tóxica de las razones: la adicción al poder mezclada con el fanatismo ideológico. Cristián Labbé, coronel en retiro del Ejército de Chile, con alto grado académico en ciencias políticas, académico y brillante gestor en su carrera política, había alcanzado un peligroso sitial como líder; de hecho, su mayor peligrosidad era su votación. Derechas e izquierdas, por las anteriores razones, tras el botín electoral (votos) y el botín estatal (poder y dinero), no defenderán a este hombre de honor, antes bien, guardarán silencio.
¿Qué harán en la familia militar? ¿Qué harán sus votantes, o sus amigos? ¿Qué hará todo quien alguna vez le admiró su aplomo e integridad moral? ¿Callarán ante el siguiente en la lista de la venganza? Aunque esta pobre voz que se alza pueda ser hasta indeseable, es un paso en la dirección correcta: es suficiente de cobardías y cálculos interesados, es hora de levantar la voz para decir ¡basta!

Hipocresía

Por Carlos Peña González

No ha habido en el último tiempo una escena más hipócrita que la de tres ministros -Eyzaguirre, Narváez y Fernández- cruzando al Ministerio de Hacienda para mostrar su solidaridad con el ministro Valdés, que, momentos antes, había sido víctima de escupitajos, monedas e insultos verbales mientras almorzaba en un lugar público.

¿Hipócrita?

Sí, porque Eyzaguirre, Narváez y Fernández son quienes atizan, mediante el silencio o las frases cantinflescas, o recurriendo al ingenio rocambolesco, las demandas de la gente a sabiendas de que muchas de ellas son insensatas o incomprensibles.

¿Por qué entonces lo hacen? Simple: confían en que mientras ellos acunan a la gente, el ministro Valdés ejercerá el duro deber de decir la verdad y correrá el riesgo de enemistarse con ella.

Y la principal verdad de la vida colectiva, o de la vida a secas, es el entorno de restricciones.

Y el resultado es que para la gente de a pie, para el hombre medio (el mejor argumento contra la democracia es una conversación de cinco minutos con el hombre medio, observó Churchill), Valdés es un mezquino y un egoísta, un carente de generosidad, por culpa de cuya porfía las pensiones no mejoran.

No es la realidad ni los hechos lo que impide satisfacer las pulsiones y las necesidades, razona el hombre medio -y con su silencio los demás ministros, imitadores del hombre medio, asienten-, es Valdés el culpable, quien de manera porfiada e incomprensible insiste en la sorprendente afirmación de que la realidad existe y es independiente de los deseos.

No hay pues que extrañarse de que Valdés haya sido insultado primero en el Congreso y luego mientras almorzaba. Si los restantes ministros siguen creyendo que la política es repetir, o simular que se repite, lo que el hombre medio dice, sin jamás contradecirlo o irritarlo, como si la política consistiera en reflejar y halagar lo que él dice o piensa, lo más probable es que el ministro Valdés siga expuesto a otra andanada de insultos y monedas en la siguiente oportunidad que se le ocurra salir a la calle.

Para el hombre medio -el hombre o la mujer de a pie-, sus necesidades y sus deseos son verdades incondicionales, certezas indudables, demandas frente a las cuales cualquier obstáculo, incluso la a veces indócil realidad, debe ceder. Sin embargo, la política moderna, enseña Hobbes, comienza a existir cuando se comprende que esa verdad incondicional debe ser postergada en favor de la coordinación de otras múltiples e ilimitadas verdades incondicionales que, habitando en millones de individuos, y a menudo todas en cada uno de ellos, deben ser poco a poco satisfechas. Ese es también el nacimiento de la moderna ciencia económica que surgió, por ese motivo, atada a un concepto que recién se inventó en el siglo XVIII: la escasez. Antes de ese momento, antes que la política y la economía moderna nacieran, la escasez, la convicción de que la realidad es mezquina frente a la verdad incondicional de las necesidades, no existía. Había cosas que escaseaban -el alimento, la vestimenta-, pero la escasez como condición abstracta de la política y la economía se conoció apenas con la modernidad.

Esa característica es la que confiere su particular índole al político que desempeña su oficio en democracia: debe conferir reconocimiento a esas verdades incondicionales -las necesidades-, pero al mismo tiempo debe postergar algunas de ellas para satisfacer otras. Cuando el político se dedica nada más que a conferir reconocimiento a esas verdades incondicionales (el temor a la vejez desamparada, la enfermedad) y cree que su labor consiste simplemente en subrayar su existencia y proclamar que hay que ocuparse de ella, guardando silencio acerca del hecho de que la escasez es la condición fundamental de su oficio, se transforma en un simple demagogo, y si no tiene talento (porque para ser demagogo hay que tener la capacidad de entusiasmar) revela ser apenas un mal político.

Y por acá abundan.

Un ejemplo de un mal político es el ministro Fernández (no se sabe si por distracción o cálculo). Un ejemplo de un mal político es el ministro Eyzaguirre (aunque en este caso no por ignorancia, sino por frivolidad). Una mala política es Paula Narváez (aunque de eso se trata el ministerio que encabeza).

Por eso cuando los tres caminaron a prestar apoyo a Valdés pusieron en escena un magnífico ejemplo de la definición que de la hipocresía daba La Rochefoucauld: fueron el homenaje que el vicio rindió a la virtud.

 

¿Para donde va la micro?

Por Roberto Hernández Maturana

Hoy domingo 9 de abril de 2017, el Partido Socialista se decidió por respaldar la candidatura de Alejandro Gullier en perjuicio del ex presidente  Ricardo Lagos, como abanderado para las elecciones primarias que definirán el candidato de la Neva Mayoría.

La verdad es que la decisión del partido Socialista no debería sorprender a nadie; ya producto del  mal resultado de las encuestas, los candidatos internos de ese  Partido, José Miguel Insulza y Fernando Atria, habían bajado sus candidatura,s  y hoy a base de lo que dicen las mismas encuestas (que nos indican que el ex Presidente no logra superar el 3% de adhesiones), fue elegido Guillier como abanderado del PS (aunque últimamente parece a la baja), dejando a Lagos (ex PS), solo con el apoyo del Partido Por la Democracia.

Así, la posición de Lagos se ve gravemente debilitada, y aún cuando el PPD lo nombró su abanderado, basado en esas mismas encuestas, seguramente  sus más cercanos evaluarán  la continuidad de su postulación, viendo más posibilidades de mantenerse en el poder apoyando a Guillier.

Comienza entonces a desdibujarse “el factor Lagos”, aunque debe ser en política la única circunstancia en que “se han visto muertos caminando”, y también es posible que Dn. Ricardo decida llegar hasta el fin, incluso más allá (a la primera vuelta electoral de Noviembre).

De este modo, queda por saber que hará la Democracia Cristiana, la decisión para ese partido – nuevamente basada en las encuestas y en el hambre de mantenerse en el poder – harán meditar detenidamente a sus dirigentes si vale la pena un enfrentamiento de su abanderada Carolina Goic (quien hasta aquí no parece despegar, ¡si hasta la ha superado Beatriz Sánchez, precandidata del izquierdista Frente Amplio, a poco más de una semana del anuncio de su candidatura!) . ¿Dará la pelea la DC en defensa de sus principios o cederá ante la perspectiva de mantener poder, cupos en un eventual gobierno y muchas pegas en el aparato estatal para sus militantes?

Por otra parte el Partido Comunista continúa siendo un factor que puede cargar la balanza de una primaria hacia uno u otro sector, aunque con seguridad no sería este la DC…, incluso más…, nada asegura que no  termine escindiéndose de la Nueva Mayoría y yéndose más a la izquierda, sumándose al Frente Amplio, aunque esto es difícil por los mismos motivos ya expresados por los que la DC ceda la candidatura de Goic a favor de Guillier.

¿Y en la otra vereda?

En Chile Vamos parece que las cosas ya están resueltas como un mero trámite para ungir a Sebastián Piñera, quien al parecer evitará la competencia hasta donde le sea posible,  negándose a debatir con los  otros aspirantes del sector Felipe Kast y Manuel José Ossandón, , pudiendo darse el caso en este último, que decida correr con colores propios en la primera vuelta electoral de Noviembre,   mas aun si pensamos que José Antonio Kast irá de todos modos a esa primera vuelta enarbolando también las banderas de la centro derecha.

Así las cosas, no sería extraño que en Noviembre nos encontremos con una papeleta con varios candidatos que dirán representar las mismas ideas…, lo que después de todo…, quizás no sea tan malo.

 

Para ella, la vida es bella

Columna de Joe Black

De la misma creadora de «Universidad gratis para todos», ahora presentamos su nuevo éxito… «Trabajemos menos, ¡por el mismo sueldo!».

La propuesta es simple. En vez de trabajar 45 horas semanales, la idea es trabajar 40 horas semanales. La iniciativa es tan buena, que significa un aumento automático de sueldo para todos los trabajadores, porque la «hora hombre» (¿hay que decir «hora mujer» también?) pasará a ser más cara.

¿Quién podría negarse? (Salvo todos aquellos que contratan mano de obra, a los que les significará un aumento de costos del 10%; pero a la misma creadora de «Universidad gratis para todos» eso la tiene sin cuidado).

Es que así de buena es la filosofía de vida que nos ofrece Camila. Una vida sin problemas, sin necesidades, una existencia ideal para vivir; lo mejor.

En su vida soñada no hay urgencias, nadie tiene que gastar en nada, no hay jefes, los niños no tienen que hacer tareas en la casa, las deudas prescriben en 24 horas, cualquiera puede interrumpir un embarazo por cualquier motivo, no es necesario levantarse temprano, nadie tiene ideas de derecha, no hay curas, los empresarios pagan por todos nuestros gastos y, por lo tanto, los ricos han sido erradicados o extintos. Obviamente, no hay religiones, ni fábricas. El Estado lo domina todo, y si bien él planifica nuestras vidas, al menos tenemos que hacer muy poco y no estamos obligados a pagar por nada. Un mullido ocio infinito y gratuito domina la existencia. Las siestas son largas y lagrimeadas.

Es una vida bella. Como ella.

El único detalle aguafiestas es que esa vida no existe. Esto es igual que la película «La vida es bella». Todo lo que el protagonista contaba y prometía era falso; una simulación.

Aquí es lo mismo.

No nos lancemos arena a los ojos. Nada es gratis en la vida, y sin trabajo no hay progreso. El resto es falso, una simulación. Ya lo dijo el filósofo Beto Cuevas: «Sin dolor no te haces feliz».

¿Por qué, entonces, proponer algo que tanto ella como nosotros sabemos que es irreal? Puede ser ingenuidad. O confusión. O astucia. O frescura. No me atrevo a especular sobre eso.

Lo que sí tengo claro es que la polémica que ella creó con su proyecto «Trabajemos menos, ¡por el mismo sueldo!», y que una cuarentena de diputados estuvo dispuesta a respaldar -por si se les pegaba el Espíritu Santo-, estará durante semanas en los medios de comunicación. Eso le permitirá a Camila ahorrar mucho dinero en su campaña a la reelección como diputada. Cada minuto de televisión y radio, cada centímetro en la prensa escrita, toda exposición en la web y las redes sociales valen plata. Más aún con un mensaje tan popular.

Es talentosa la diputada. Si el eslogan «Universidad gratis para todos» fue útil para conseguirse un buen cargo en el Poder Legislativo, el «Trabajemos menos, ¡por el mismo sueldo!» podría ser suficiente para no perder esa pega.

Es que para ella, la vida es bella.

 

La señora que no hallaba qué decir

Por Cristián Labbé Galilea

Siempre he admirado a los “genios” de la literatura, que escribieron cuentos infantiles para que los leyeran los grandes y criticar a la sociedad en la que vivieron –Swif y Los viajes de Gulliver, Oscar Wilde y El Príncipe Feliz; El mago de Oz, de Frank Baum, etc… El mérito es mayor aún si se piensa que lo hacían sin la base estadística con que analizamos la contingencia hoy.

Es fácil y seguro comentar nuestras tribulaciones sociales y políticas si hace pocos días se dio a conocer una nueva versión del Wordl Happiness Report 2017 ( Rporte Mundial de Felicidad 2017),  en el que se analiza cuáles son los países más alegres del mundo. Noruega se llevó el premio como el país más feliz de la tierra y Costa Rica el primer lugar en Latinoamérica, mientras que nuestro país quedó rezagado en el lugar 20.  La explicación la dio el director del Happiness Research Institute en Copenhague: «Lo que funciona en los países más felices es una sensación de comunidad y entendimiento en el bien común.»

¡Todo lo contrario de lo que nos sucede a nosotros! Cada día más divididos, más intolerantes, más irreverentes y más odiosos… (materia suficiente para un cuento de Dickens).

El humor del festival de Viña y las groseras rutinas de Yerko Puchento… sin comentarios, pero “cuento aparte” las agresiones sufridas por el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, a quien le arrojaron monedas e insultaron mientras almorzaba en el paseo Huérfanos con el presidente de CODELCO, Nelson Pizarro

Lamentablemente este ambiente de intolerancia no es un cuento ni una ficción literaria, es una realidad que se viene dando en nuestra sociedad desde hace tiempo y representa la “sensación de naufragio” en que vive el país, la falta de expectativas, las pocas ganas de emprender y todo aquello que hoy nos muestra una sociedad opaca y sin brillos. Cómo no, si según la última encuesta CEP la mayoría de los chilenos cree que la situación económica no es buena y otorga un muy bajo porcentaje de aprobación a la clase política.

Claramente no íbamos a estar entre los habitantes más felices de la tierra si en realidad vivimos un ambiente marcado por la intolerancia, la agresividad y la falta de respeto, donde a menudo surgen actitudes sociales, políticas, económicas y culturales contrarias a la sana convivencia. A diario comprobamos cómo se violan y denigran los tan mentados derechos ciudadanos y cómo se consagra, no a la persona con sus propias y diversas identidades, sino que se “diviniza” el prejuicio, basado en generalizaciones inflexibles, fanáticas y exaltadas.

Por eso cuando la señora Bachelet mostró su “indignación” ante la violencia sufrida por su ministro, confirmó una vez más que ella es un cuento aparte y que no le entran balas: simplemente dijo “Este clima de odiosidad no se condice con una convivencia democrática”, y eso sería todo.

Tal situación me trajo a la memoria un cuento de Oscar Wilde, El Hombre que contaba historias, donde el personaje salía del pueblo por las mañanas y cuando regresaba la gente le pedía ¡Vamos, cuenta! ¿Qué has visto hoy?, y él contaba una historia. Hasta que llegó el día en que su fantasía se agotó y ya no tenía más que contar… Asimismo, para nosotros hoy, ¡ya no hay nada que nos sorprenda… y por lo tanto,  la señora ya no tiene que decir!

 

Crónica de la “Dictadura”

Por Roberto Hernández Maturana

La ironía del título de esta obra escrita por Cristián Labbé, ex ministro del gobierno militar y exitoso alcalde de Providencia por 16 años, puede que le parezca políticamente incorrecta a un inadvertido lector, pero como lo expresa su autor, el libro “nació como una respuesta a la forma en que se ha tergiversado la historia y en resguardo de una obra que en ningún caso se ajusta al concepto de dictadura, ni en la academia, ni en el mundo libre de occidente”.

Esta crónica, representa una secuencia de los hechos ocurridos en el período antes mencionado respaldada  en documentos que han sido olvidados en forma involuntaria por unos, o voluntariamente por otros…, y que al decir del autor “no tiene más pretensión que refrescar la memoria colectiva y despertar la conciencia del hombre justo”.

La contribución de una obra como esta, no está en el texto en sí mismo, ya anclado en la historia, sino el acto de su lectura y análisis en momentos como los que vivimos, y que invita  a recorrer sus líneas escritas pensando en que “la historia es más justa que los hombres, pero se toma su tiempo…”

La lectura de sus páginas y la rememoración histórica presentada de forma entretenida y didáctica, nos invita a reflexionar en como olvidamos los hechos y sus causalidades, permitiéndonos a la vez, darnos cuenta de cómo la deformación cultural de la historia contada unilateralmente por hace más de 27 años de “democracia”, nos ha llevado a una amnesia colectiva que además nos ha  hecho caer en la injusticia moral de condenar sin concesiones a unos, que se jugaron por la libertad y progreso de la nación, y llevaron a perdonar también sin concesiones, a quienes desde el otro bando, cometieron hechos semejantes a los que combatían desde la otra trinchera, transformando ese olvido en la actualidad a la justicia, en instrumento de desquite y venganza.

Crónica de la “Dictadura” nos llama a colocar la historia en su real contexto y constituye una obra de valor que es necesario que sea conocida por todo chileno bien informado, no importando su ideología política.

Fin al doble estándar Actualidad

Por Axel Buchheister, abogado

Diecinueve senadores suscribieron un oficio dirigido a la Presidenta de la República para que adopte medidas administrativas humanitarias ante la situación de reclusos aquejados de enfermedades graves e incurables, sin distinción alguna. Abarca, por ende, a los militares y policías condenados por casos de “derechos humanos”, y lo significativo es que la petición incluye a cinco senadores oficialistas. Se unieron así al llamado del presbítero Fernando Montes en favor de los ancianos enfermos de Punta Peuco.

Una gestión de mínima justicia, que constituye un primer paso para poner fin al doble estándar en nuestro país en materia de derechos humanos. Pues nada justifica mantener ancianos en la cárcel, cuando ya no están conscientes ni capacitados para entender que están cumpliendo una pena.  Si el condenado no está en situación de percibir la pena, ningún propósito cumple mantenerlo privado de libertad. Además, es un despropósito práctico, ya que el cuidado de esas personas corresponde que sea asumido por su familia, pero se nos obliga a hacerlo a todos los chilenos a través del erario nacional. El único motivo para mantener presos a esos condenados incapacitados no puede sino ser el afán de revancha.

Con tal fin se usa la teoría que sólo los agentes del Estado violan los derechos humanos, lo que justificaría un trato diferenciado. La izquierda se moviliza siempre para asegurar las garantías del debido proceso y las razones humanitarias cuando se trata de delincuentes, pero no hay “ni perdón ni olvido” cuando el caso involucra a agentes del Estado, pero siempre que se identifiquen con la “derecha”. Porque bien pudieron dar asilo a , que era el primer agente del Estado de Alemania Oriental. En simple: ¿qué diferencia humanitaria hace que un anciano incapacitado haya sido o no agente del Estado?

La petición es un paso mínimo, cuando nadie ha querido ver que todos los encarcelados en Punta Peuco lo han sido en violación de sus derechos humanos. Sí, porque se ha faltado sistemáticamente al debido proceso. Hicimos una reforma procesal penal porque el sistema vigente no cumplía los estándares básicos, como son separar el acusador del juez, otorgar defensa jurídica al acusado, consagrar a éste el derecho de guardar silencio, presumir la inocencia, etc. De tales derechos gozan hoy todos los chilenos, salvo los militares y policías. Estos son los únicos que se les sigue -más de década y media después de la reforma- iniciando nuevos juicios bajo el antiguo sistema, que niega todos esos derechos. Y no está de más recordar que ello se intensificó durante el gobierno de Sebastián Piñera.

Además, con jueces designados ad hoc -lo que prohíbe la Constitución desde siempre- y que están bajo la “coordinación” de un ministro de la Corte Suprema, lo que atenta contra la independencia para fallar y vuelve casi estéril cualquier recurso ante los tribunales superiores.

El principal reclamo de los chilenos hoy es la igualdad de trato, pero frente a ese doble estándar han mirado para el lado. Hay que reconocer la valentía y misericordia del padre Montes. Pero también, y especialmente, de esos cinco senadores.