Cuento Chino

Por Joaquín García- Huidobro Correa

Por fin esta semana los chilenos hemos alcanzado la tan ansiada unidad de corazones. Por encima de las diferencias de edad, género e ideología, una encuesta nos revela que la abrumadora mayoría de nosotros tiene mejor imagen de China que de los EE.UU.; prefiere a Xi Jinping frente a Donald Trump, y cree que debemos intensificar nuestros negocios con China antes que con el país del norte.

Ciertamente, hay que ser realistas. Somos un pequeño ratón en un choque de gigantes y debemos movernos con habilidad. Lo intentó el Presidente Piñera en estos días, aunque se le pasó la mano, lo que le mereció justificados reproches de los mismos chilenos que dicen preferir a Xi. Además, no debió visitar la Escuela de Cuadros del PC, el politburó de la tiranía china.

Tanto la política internacional como los negocios requieren tragarse muchos sapos o, en este caso, comer con la mejor cara del mundo unas ratas al escabeche o estofado de serpiente. Pero la habilidad política exige no perder credibilidad en una materia tan importante como la decidida defensa de los derechos humanos que ha caracterizado a este gobierno.

No seré yo quien defienda a Trump; sin embargo, me permito discrepar de mis compatriotas y sus preferencias por esta comida china.

A los amantes de Xi les propongo el siguiente experimento mental: en la primera semana de mayo nos tomamos un avión, ellos a Beijing y yo, a Washington. Al día siguiente nos dedicamos a recorrer la plaza, Tiananmen, ellos, y yo el parque The Ellipse, cada uno con un letrero que diga: «Basta de mentiras, Trump/Xi Jinping», según corresponda, y otro que afirme: «Eres un tirano, Trump/Xi Jinping». Les apuesto todos mis libros a que yo termino el día incólume, mientras que ellos no alcanzan a caminar cinco minutos para llevar a cabo esta fascinante experiencia política sin que un policía los lleve a un nauseabundo calabozo del que, con muchísima suerte, podrán salir deportados en un par de semanas.

Si les tienen miedo a los aviones y prefieren no viajar, les reemplazo el experimento por una simple pregunta: ¿cuántos opositores políticos están encarcelados en los Estados Unidos? Ninguno. China, en cambio, entre los miles de disidentes presos, se dio el lujo de contar a un premio Nobel, Liu Xiaobo. A este destacado intelectual no solo le fue prohibido viajar a Estocolmo a recibir ese homenaje, sino que se lo mantuvo por años privado de libertad, hasta que el cáncer lo liberó para siempre del comunismo. Su hermano, por supuesto, declaró a la prensa que la familia estaba muy agradecida por la benevolencia del régimen. A pesar de todo eso, los chilenos tenemos la mejor imagen de Xi, quizá porque, a diferencia de Trump, no se le nota cuando se tiñe el pelo.

Los invito a ver en internet «Don’t lie to me», la durísima canción que la gran Barbra Streisand le dedicó a Trump, y busquen luego si en China existe algo semejante. O pregúntense si en Norteamérica hay gente privada de libertad por sus creencias religiosas, porque en China abunda.

Tomen, por favor, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y díganme si hay alguno de ellos que no resulte grave, masiva y sistemáticamente violado por el régimen de Xi. Pero China tiene mejor imagen y Xi nos resulta simpático.

Me corrijo, hay un derecho que en el capitalismo comunista de Xi no resulta violado: el derecho de propiedad, un derecho que hoy en China resulta tan sagrado que permite explotar, contaminar y hacer lo que uno quiera con el fin de tener productos más baratos para vender a Occidente y llenarse rápido los bolsillos.

Se dice que los pueblos tienen derecho a tener los gobiernos que quieran. No puedo estar más de acuerdo, pero eso es precisamente lo que los chinos tienen negado desde hace muchas décadas. ¿O alguien piensa en serio que Xi fue elegido por su pueblo?

Hay más, porque el Partido Comunista chino no solo ha hecho añicos los derechos de su pueblo, sino que también invadió el Tíbet, hizo lo posible por erradicar su cultura y hasta hoy el Dalái Lama vaga por el mundo como una sombra errante. Xi no ha hecho nada para reparar ese crimen de Mao. ¿Por eso los chilenos preferimos a China como socio?

Cuando hablo de manera tan crítica, no me refiero obviamente a su pueblo, cuya milenaria sabiduría tiene mucho que enseñarnos. El objeto de mis reproches no es el pueblo, sino quienes lo tienen secuestrado. Tampoco desconozco que, comparada con la Revolución Cultural, la situación actual resulta envidiable, pero no nos engañemos: estamos frente a una tiranía.

Puede que el mundo futuro esté controlado por China. No obstante, también cabe que ese gigante cuya vida depende de la voluntad de un grupo de personas termine colapsando. En uno y otro caso daremos las gracias si hoy no ponemos tantos huevos en esa canasta.

Y no olvidemos que los chinos son nuestros compradores y vendedores, mientras que -con sus errores y torpezas- los norteamericanos comparten con nosotros buena parte de una herencia cultural y, aunque hoy no sea de buen tono decirlo en voz alta, son, en el fondo, nuestros amigos.

Se dice que los pueblos tienen derecho a tener los gobiernos que quieran. No puedo estar más de acuerdo, pero eso es precisamente lo que los chinos tienen negado desde hace muchas décadas. ¿O alguien piensa en serio que Xi fue elegido por su pueblo?

La Jauría


Por Daniel MatamalaThomsen

Reemplacemos “encarcelamiento” por “censura”, y tendremos una clave para entender a Chile hoy.

Antes, algo de contexto: en 2000, Henry Kissinger debía dar un discurso en la Universidad de Texas. Líderes estudiantiles organizaron un boicot tachándolo de “fascista criminal de guerra” por su intervención en Chile, entre otros países.

La universidad canceló la invitación.

La izquierda estudiantil celebró el resultado y las campañas para boicotear a políticos, activistas y comentaristas se propagaron. Según la fundación FIRE, doscientas presentaciones han sido canceladas desde entonces en universidades estadounidenses tras boicots organizados por estudiantes o, incluso, académicos.

Las razones invocadas son variopintas. En octubre pasado, la Universidad de Rutgers canceló el discurso de su ex alumna y periodista de Fox News Lisa Daftari, quien fue acusada de islamofobia. La “evidencia” era haber dicho que “los terroristas islámicos dicen ser guiados por las enseñanzas del Corán”.

El código para la jauría es: la tipa es de derecha (¡y de Fox!), cáiganle encima.

El efecto de esta ola de censura es desolador. La Universidad de Berkeley, célebre por las protestas de sus combativos estudiantes contra la guerra de Vietnam, ahora ofrece ayuda sicológica a quienes “se sientan amenazados” por un discurso del escritor derechista Ben Shapiro.

Las universidades, por definición lugares para confrontar ideas, se convierten en espacios “seguros”, libres de dudas, en que un simple debate puede gatillar problemas sicológicos. Estas burbujas son una aberración intelectual, y además son contraproducentes, ya que convierten a oscuros provocadores en celebridades, glamorosas víctimas de la censura.

Tal como predijo Orwell, la izquierda inventó el juego, pero la derecha no tardó en imitarlo. Sus protestas han obligado a cancelar apariciones en campus de figuras progresistas como el cineasta Michael Moore o la activista pro-aborto Amy Irvin.

Y el contagio ya llegó a Chile. En 2018, la Universidad de Concepción negó una sala para una charla de José Antonio Kast. La medida convirtió la hasta entonces inadvertida gira del político en noticia nacional, y a él, en víctima de la censura. Días después, el ex diputado fue agredido en la Universidad Arturo Prat de Iquique, y la Asociación de Académicos emitió un vergonzoso comunicado en que lamentó, no la violencia, sino “la visita no deseada del dirigente de ultra derecha” y “la provocación de quien sabía que recibiría esta respuesta”.

Un año después, es Kast quien lidera una funa virtual y obliga a Teletón a cancelar una actividad con el escritor Jorge Baradit. ¿Las razones? Desde sus tuits misóginos hasta ser un “seudo-escritor” o “un profeta para el progresismo de izquierda”. Entre los argumentos más compartidos por otros activistas en redes sociales estaban que Baradit es “de los mismos que insultan a las empresas capitalistas que donan a la Teletón” y que “faltó que invitaran al alcalde Jadue”.

El código para la jauría es: el tipo es de izquierda (¡comunista!), cáiganle encima.

La discusión sobre misoginia es una trampa: basta revisar los perfiles de quienes atacaron con más virulencia a la Teletón para advertir que el sexismo está lejos de sus preocupaciones.

Es la misma mentalidad tras los carteles de “Se busca”, a la usanza del Viejo Oeste, contra el senador Lagos Weber por ser partidario del TPP. O de los llamados a impedir la entrada a Chile de Miguel Bosé por sus declaraciones contra la ex presidenta Bachelet. La progresión es vertiginosa: del “no estoy de acuerdo con él…” al “… por lo tanto, tengo derecho a acallarlo”.

“Yo no manejo ninguna jauría” se defendió Kast tras el incidente. El término es preciso. Jauría fue la que lo agredió a él en Iquique, y la que justificó con argumentos políticos el ataque. Jauría fue la que amenazó, desde otra esquina ideológica, un acto con niños de la Teletón.

Nadie “maneja” a esas jaurías. Pero los líderes sí son responsables de las consecuencias de sus dichos y acciones; en ello consiste el liderazgo.

Y tanto en los campus estadounidenses como en los chilenos, tanto en las protestas callejeras como en el ring de las redes sociales, lo que vemos no son líderes. Son apenas aprendices de brujo, desatando fuerzas de censura, intolerancia y odio que son incapaces de controlar.

Defensa de la Confesión

Por Carlos Peña Gonzalez
¿Debe obligarse a los sacerdotes a denunciar los delitos contra menores que conozcan en medio de la confesión?

La Cámara de Diputados, este día jueves, por la unanimidad de quienes estaban presentes (lo que ya es indicio de que no hubo demasiada reflexión), acaba de responder afirmativamente esa pregunta. La regla (aplicable a todos los credos) afectaría en especial a la Iglesia Católica, porque para ella, el secreto de confesión es inviolable.

De aprobarse la regla, los sacerdotes deberían entonces escoger entre ser fieles al derecho canónico y a su fe (que les impide revelar lo que reciban en confesión) o a la ley civil (que les obligaría a denunciar cuando alguien confiese delitos cometidos contra menores).

Parece sensato; pero cuando se mira el problema más de cerca no lo es tanto.

Desde luego, las sociedades necesitan reconocer espacios de interacción a las personas que estén solamente entregados a su voluntad y nunca a disposición de terceros. Sin secreto, sin una esfera de reserva a disposición de los individuos, incluso de los peores, la libertad se lastima. El caso más obvio es el del secreto profesional de los abogados y los médicos. Si usted dispone que los abogados deben revelar los delitos que les sean confiados, la profesión legal, y con ella la defensa a que todos tienen derecho, desaparece. Y si usted obligara al psiquiatra a denunciar los hechos de índole delictiva de que toma noticia cuando atiende a sus pacientes, la terapia psiquiátrica desparecería (y como consecuencia, la conducta desviada, es probable, aumentaría). En una palabra, al establecer en esos casos el deber de denunciar, se suprimen actividades que son socialmente importantes.

Lo anterior es aplicable al secreto de confesión (sigilo sacramental, en sentido estricto). Hay algo, en efecto, que se estropearía si se amenaza a ese secreto o se lo suprime.

Se trata de la libertad religiosa.

Una sociedad abierta debe reconocer a los individuos practicar el credo y el culto que juzguen mejor o verdadero, sin que puedan ser coaccionados por adherir a él o decidir abandonarlo. Y ocurre que la confesión está en el centro mismo de la religión católica. Para un católico (enseña Santo Tomás en Summa Theologica. Supplementum, q. 11, a. 5.), el sacerdote actúa en ocasiones como persona común y corriente (y allí no está obligado al secreto) y en otras, como representante de Dios. Este último es el caso del sacramento de la confesión: cuando el sacerdote escucha los pecados y absuelve, lo hace no a título propio sino a nombre de Dios. Es un secreto no entre dos individuos, sino de algo confesado ante Dios, ¿cómo podría entonces el sacerdote ser obligado, bajo amenaza de coacción, a revelarlo? Si se obliga al sacerdote a revelar la información que recibió durante el sacramento, en realidad se está suprimiendo a este último y lesionando esencialmente su práctica. Y como ese sacramento está en el centro mismo de la catolicidad, se estaría impidiendo que esta última se ejercite con la libertad que una sociedad abierta debe homenajear.

Alguien dirá que acá se trata de proteger a los menores indefensos de cuyo daño el sacerdote se entera; pero ese argumento no es tan fuerte como aparenta. Desde luego, si el secreto de confesión se debilita, los criminales no irán simplemente al confesionario y entonces el resultado no será que acaben los delitos sino la confesión. No hay entonces una ventaja utilitaria en suprimir el secreto. Y tampoco la hay en términos de la libertad. Habrá, en cambio, un pérdida neta de ella. Es cierto que la confesión, cuando la mira un no creyente, parece un instrumento de dominio de la conciencia ajena o un bálsamo que lava los pecados de hoy para cometer otros mañana, pero la libertad incluye la posibilidad de que los demás puedan adherir a prácticas que, salvado el derecho de terceros, parezcan absurdas.

La sociedad sería más segura si suprimimos la confianza y cada uno se convierte en policía y nadie se siente obligado a guardar confidencia alguna -como si la indiscreción fuera el supremo valor moral-, pero un mundo así, un mundo sin comunicaciones protegidas entre las personas, o entre un creyente y aquel a quien este cree su pastor, sería a poco andar no solo un mundo inhóspito para los creyentes, sino además un mundo con una porción menos de libertad para todos.

Porque acá no se trata, en verdad, de evitar un daño a terceros, sino de utilizar una libertad, la libertad religiosa, como un instrumento utilitario para obtener información de atentados a menores. Algo así no es razonable o ponderado, supone infringir la regla de proporcionalidad que obliga a que las afectaciones a una libertad fundamental (como es la libertad religiosa) solo se admita cuando no haya caminos alternativos menos lesivos para alcanzar el mismo fin. Y acá, por supuesto, que los hay.

Si se obliga al sacerdote a revelar lo que recibió en una confesión, se daña la libertad religiosa, algo que una sociedad abierta debe proteger. Y así pierden todos, creyentes y no creyentes.

Agarra Aguirre que se te van…

Por Cristián Labbé Galilea

Son varias las mesas en las que participo como “número fijo”. Lo hago porque en todas ellas la conversación es muy enriquecedora, aunque a veces las posiciones tiendan a polarizarse. Esta semana pasó algo curioso: arreciaron las críticas a lo que estaba sucediendo en el país; había desazón, desencanto, pero en ningún caso pesimismo. Alguien describió la situación al mejor estilo chilensis: “las cosas no están del todo bien, pero tampoco estamos tan mal”.

Lo traduje como la tendencia a mantener una actitud de “positiva resignación o de negativo optimismo”, condición que en estos días dura hasta que se hace mención al “desastre de Rancagua”: Ministros de Corte acusados de prevaricación, de vínculos con el narcotráfico; el Ministerio Público cruzado por Fiscales que se acusan unos a otros de faltas a la probidad, de corrupción y de tráfico de influencias… Tal como dijo un asertivo parroquiano… ¡era lo único que nos faltaba!
A pesar de que el asunto da para “un batido y un fregado”, rápidamente se cambia el eje de la conversación porque salta al tapete otro tema candente, las iglesias: los evangélicos complicados con “los diezmos y las limosnas” del Obispo Durán; los católicos cruzados en acusaciones, por la asistencia del Cardenal Ezzati a la misa de Pascua de Resurrección, y por las declaraciones del Cardenal Errázuriz sobre la presencia de homosexuales entre los curas…

Poco demora en saltar a la palestra la Ministra Rutherford, a la que irónicamente se describe como “la ministra de las piernas largas y el criterio corto”. Para muchos resultaba impensable que se allanarían las oficinas del Ejercito y que se privaría de libertad un general en servicio activo sin que nadie, civil o militar, activo o en retiro, dijera… “esta boca es mía”. ¡Mal síntoma!

Los temas van variando en intensidad, gravedad y pasión; sin embargo se va configurando una sensación extraña: en un ambiente de supuesta normalidad, a través de la conversación se va dibujando el cuadro de una sociedad que paulatinamente se va desarticulando peligrosamente, sin que exista reacción alguna.

El ciudadano común y corriente no se siente representado por ningún grupo político, y los políticos se quejan de que son incomprendidos y vilipendiados…

Entonces, como nadie cree en nadie y en nada, lo único que queda es, como dijo un comensal campechano en tono de rodeo: “agarra Aguirre que se te van tres palitos, por la paleteá”.

Como las risas no se hicieron esperar este ladino comensal remató: “no se rían; estamos viviendo, en vez de un rodeo chileno, este “festín criollo” donde las colleras que se lucen son: ’jueces y fiscales‘, ’izquierdas y derechas‘, ’senadores y diputados‘, ’obispos y curas‘; y los pingos que montan son: el potrillo ’Cohecho‘, la yegua ’Prevaricación‘, la potranquita ’Corrupción‘ y otros ’ejemplares‘ por el estilo”.

Siguiendo la analogía campesina de nuestro campechano contertulio, advertí que el país real está “al aguaite” de que entre a esta medialuna virtual alguien que “ataje esta debacle” de jinetes apocalípticos que en lo único que piensan es en el: ¡Agarra Aguirre…!

Corrupción y posverdad, los males de nuestro tiempo

Por Roberto Hernández Maturana

La corrupción que se ha venido detectando en nuestras instituciones revela una enfermedad de nuestra sociedad en su conjunto cuyas causas son difíciles de determinar, pero que alcanzamos a percibir en las características más profundas del ser humano y que parecen inherentes a él.

Y ello no solo es propio de la sociedad chilena, sino más bien parece ser un fenómeno que se está dando en el mundo entero.

China lucha contra la corrupción decretando pena de muerte incluso, para los personajes públicos que caen en ella. Noticias de corrupción en los países de Europa del este son frecuentes; el mismo Putin ha sido acusado de corrupto…, tampoco está libre de este flagelo los EE.UU.N.A., cuyos políticos y jueces son cuestionados frecuentemente por corrupción.

Entre varios de nuestros vecinos la corrupción se ha institucionalizado y son varios los países en que sus ex presidentes son hoy juzgados por corruptos; en Brasil Lula cumple condena en prisión; en Argentina la ex presidenta Cristina Fernández con varios requerimientos de la justicia y en Perú, varios ex mandatarios investigados, donde el suicidio del ex presidente Alan García desnuda trágicamente los tiempos que vivimos.

No deja por otra parte de ser relevante las palabras que nos dejara el ex presidente  peruano en su mensaje póstumo: “en estos tiempos de rumores y odios repetidos que las mayorías creen verdad, he visto como se utilizan los procedimientos (judiciales) para humillar, vejar y no para encontrar verdades”.

¿Está Chile libre de la corrupción que se percibe en otras partes del mundo?

Si bien las causas y hechos que definen la corrupción contemporánea van mucho más allá de lo expresado por el presidente García en su carta final, vale la pena detenerse a meditar en como en la era de la información y la posverdad se construyen “realidades” y se asesina mediáticamente a personas, instituciones, incluso a grupos generacionales completos, mediante el uso y abuso de la justicia, decretando la muerte en vida de los acusados, antes incluso que los procesos terminen y la justicia cumpla su rol.

Hay expertos constructores de posverdades, especialistas en deformar la historia y ejecutar públicamente a cualquiera contrario a sus intereses, no esperando el fallo de la justicia, para promover el linchamiento del contrario por parte de multitudes manipuladas

Y hablando de posverdades, realidades construidas y asesinatos de imagen, hace poco estuve en una reunión de ex militares, todos ellos subalternos en los años del gobierno militar, la mayoría pasando  los 60 años.  Impresiona constatar que casi todos los asistentes habían sido llamados a comparecer ante un tribunal por hechos acaecidos hace 46 años, impresiona también constatar el número de procesados por la justicia en espera de un fallo definitivo, todos ellos procesados hace ya largos años, bajo el antiguo sistema procesal penal derogado en Chile el año 2005,  la mayoría sin haberle visto nunca la cara al juez que los juzga, sino solo a actuarios; todos ellos procesados a base de testimonios febles, que van desde recordar la voz, encontrar un parecido físico  del acusado con el presunto autor del hecho por el que se le acusa (¡más de 40 años después!); o porque pertenecía a la unidad militar en la fecha de los hechos que se investigan, o porque perteneció antes o después, por lo tanto “debía saber”. Pero no sólo en esa reunión habían procesados condenados en primera o segunda instancia…, también habían absueltos en primera instancia, por haberse comprobado su no participación en los hechos por los que se les acusaba, pero que aún mas de un año después, siguen procesados porque la justicia, las cortes superiores, no han visto sus casos, con todas las restricciones e interdicciones y perjuicios que ello significa. Y no hablemos de los ex militares presos hoy encarcelados, condenados en idéntica forma a la ya descrita.

Así, lo expresado por el difunto ex presidente del Perú, la “realidad” más allá de la investigación necesaria, con la imparcialidad y justicia que corresponde, se ve manipulada  ante y por la prensa y ante la opinión pública condenando a una generación completa de ex uniformados como una “generación maldita”, expuesta a una constante acción de venganza más que de justicia, que practica la izquierda sustentada por múltiples organizaciones financiadas muchas de ellas desde el exterior, y que actúan con la complacencia de moros y cristianos y la indiferencia de un gobierno, que se comprometió con el mundo militar en retiro, no al “perdonazo”, sino a la búsqueda de una justicia “justa”, cosa que a la fecha no ha cumplido, ratificando que acá también “en estos tiempos de rumores y odios repetidos que las mayorías creen verdad”, se ve “como se utilizan los procedimientos (judiciales) para humillar, vejar y no para encontrar verdades”.

Volviendo al tema de la corrupción, el tren que empuja esta lacra que se vive en tantos lugares del globo  en nuestros días, ha sido empujado sin duda por un excesivo individualismo donde el yo está por sobre los demás, donde lo individual está por sobre lo colectivo, donde las redes sociales son usadas sin contemplaciones para “construir” realidades alternativas, donde el delincuente poblacional y el más alto directivo institucional persiguen lo mismo… la búsqueda del placer y el bienestar en todos los ámbitos de la vida… una de las definiciones del hedonismo. Lo vemos en las investigaciones que hoy se hacen tanto en la iglesia Católica como Protestante, en el Ejército y Carabineros, en las presiones del mundo político sobre todos los ámbitos de la vida diaria para influir para aumentar sus cuotas de poder…, y últimamente en los extraños hechos que se investigan en el poder judicial que comienzan a destaparse en el máximo tribunal de Rancagua, que abarcan desde la negativa de la Corte Suprema que  desestimó iniciar de inmediato el proceso de remoción de los 3 ministros de esa Corte de Apelaciones, al estimar que no está finalizado el procedimiento disciplinario que tramita la ministra Rosa Maria Maggi por corrupción, y que faltaban antecedentes para proceder a la destitución al no contarse con un informe de la ministra instructora, hasta las hasta ahora no aclaradas intervenciones de parlamentarios en cosas propias de otro poder independiente del estado,  como las del Senador Letelier con los cuestionados ministros de la corte de Rancagua, y donde el fiscal de Alta Complejidad de O’Higgins, Sergio Moya, quien indaga los actos de corrupción en la Corte de Apelaciones de Rancagua, acusa a su superior el fiscal regional Emiliano Arias  de haber actuado de manera irregular en el caso Caval, y haber obstruido la investigación en el caso de los jueces de la Corte, y tener un trato preferente con un abogado del Ministerio del Interior,  y haber filtrado información a un familiar en Puerto Montt, por lo que la Fiscalía Nacional deberá decidir si abrirá un sumario y/o una investigación penal contra Arias.

Así las cosas, para donde mire el ciudadano medio, ve enrarecido el ambiente y con un cierto dejo de angustia, ante la situación que viven las instituciones que son los pilares en que se debe sustentar el Estado y que constituyen las garantías  de una buena convivencia social pero que hoy son puestas a prueba en la fortaleza o fragilidad de las columnas doctrinarias que las sustentan.

Si las personas medianamente instruidas se muestran confundidas… ¿qué se puede esperar de jóvenes que no estudian, que no trabajan, que no tienen otro horizonte en la vida que aquel que les ofrece el rédito inmediato del mundo del narcotráfico y del delito violento por el cual saben que si son detenidos, a lo más sufrirán una pena muy menor?

La tarea es ardua; las instituciones no solo deben “ser”, sino que también “parecer”… deberán depurarse a si mismas para después volver a ser y practicar aquello ´para lo que fueron creadas.

Pelea de perros grandes

por Sebastián Claro Tagle

Aunque la disputa comercial entre Estados Unidos y China esté pronta a llegar a buen término -a juzgar por las numerosas señales que se han entregado-, las tensiones de fondo siguen vivas. Y como buenos jugadores, no solo se enfrentan de manera directa, sino también comienzan a involucrar al resto del mundo. Esto es lo que hemos visto en las últimas semanas en Chile, donde las principales potencias parecen pedirnos elegir si estamos con uno o con el otro.

Navegar en estas aguas turbulentas no es fácil para un país pequeño. Los vínculos con Estados Unidos son profundos, tanto en materias económicas como culturales, y Chile históricamente ha jugado un rol importante de promoción de la democracia y libertades económicas en un continente sacudido por el populismo. La distancia cultural y política con China es claramente mayor, pero los lazos históricos son intensos, y la relación comercial es muy significativa y bastante más diversa de lo que se cree.

¿Qué hacer? El camino al desarrollo en Chile ha estado marcado por una gran certeza: la apertura al mundo y las reglas claras son el único seguro para un país pequeño. Esa es la línea roja que no debemos traspasar.

Uno de los principales riesgos en la actualidad es una transición desde un mundo basado en reglas parejas a un sistema dominado por el «capitalismo de Estado», donde el Estado interviene activamente en el ámbito comercial y de inversión en favor de intereses particulares. En este sistema, los países negocian trato especial para sus empresas o se intercambian beneficios en algunos sectores a cambio de preferencias para la inversión extranjera. Todo de manera bilateral, donde predomina el más fuerte.

En esa cancha tenemos todo que perder y nada que ganar. No tenemos tamaño ni influencia para obtener beneficios, y más importante, es un sistema que entrega rentas a unos pocos, bien conectados, y que favorece la corrupción.

Desafortunadamente, muchos países del mundo parecen estar entrando en una etapa activa de intervención estatal en favor de intereses corporativos. Y con ello, introduciendo una cuña en la arquitectura del comercio y de la inversión externa que ha dominado el mundo en los últimos 50 años, y de la que nos hemos beneficiado.

En esta pelea de perros grandes, debemos perseverar en una política de trato no arbitrario a los socios comerciales, de normas parejas a la inversión extranjera, y de un sistema transparente en la aprobación de proyectos. Pero hay que ir un poco más allá, fortaleciendo acuerdos -bilaterales y multilaterales- que limiten las decisiones arbitrarias en el comercio. Algunos de estos acuerdos tienen reglas que muerden, pero esas mordeduras son menos dolorosas que las de perros grandes. ¿Lo tendrán claro los parlamentarios que rechazan el TPP?

Corte de Rancagua: razones para el desconcierto

Editorial diario El Mercurio de Santiago, domingo, 21 de abril de 2019

Inquietantes situaciones empiezan a rodear la investigación respecto de tres ministros de la Corte de Rancagua, suspendidos de sus funciones y objeto de gravísimas acusaciones. La denuncia formulada por el fiscal de alta complejidad contra su superior, el fiscal regional de O’Higgins, abre una nueva arista en este caso, cuyos alcances -dada la incompleta información de que por ahora se dispone- son difíciles de evaluar, pero suscitan inevitable desconcierto. Como reiteradamente se ha dicho, la eventual venalidad de un juez supone grave afectación del Estado de Derecho. Frente a ello y a la desconfianza ciudadana, solo cabe como respuesta el compromiso del Poder Judicial y del Ministerio Público con la clarificación total de los hechos, y la persecución y sanción de las eventuales responsabilidades involucradas.

Lamentablemente, varias de las señales recibidas por la opinión pública durante la semana a propósito de esta indagatoria han resultado confusas. En ese sentido, cabe mencionar también la precipitada votación realizada por la Corte Suprema respecto de abrir desde ya un cuaderno de remoción a los tres jueces suspendidos. Encontrándose en marcha las investigaciones, dicha votación solo produjo un efecto que era anticipable, cualquiera fuese su resultado, en cuanto a distraer la atención en relación a lo que debe ser hoy su único foco, esto es, el avance de la investigación, y dio pie a innecesarias especulaciones.

Por último, las explicaciones que se han conocido respecto de la gestión de un senador de la zona ante el fiscal nacional el año pasado tampoco han resultado particularmente felices.

En el medio del camino

Por Cristián Labbé Galilea

Si las conversaciones, al iniciar la tertulia, se centraron en los panoramas de este fin de semana, no necesito explicar que los comentarios de los más jóvenes se enfocaron en: “trekking, bike, gym y, ¿porque no, un asado piolita?”. Claramente para la mayoría había que aprovechar el “Finde”.

A riesgo de ser tildado de pechoño, beato o algo peor, orienté mis comentarios hacia el verdadero sentido de estas fiestas.

Mas allá de lo religioso, que no es mi tema, mis cavilaciones se concentraron en que esta era una buena oportunidad para hacer un alto en el tráfago cotidiano y reflexionar sobre la necesidad de analizar la contingencia desde una perspectiva un poco más profunda, especialmente en estos tiempos.

Dos sucesos acaecidos en los últimos días me ayudaron a dar fuerza a mis “evangelizadoras reflexiones”: por una parte, el asombro generado por los registros fotográficos del “Agujero Negro”, que dan cuenta de los insondables misterios del cosmos y, por otra, las dramáticas imágenes de Notre Dame en llamas.

El primero de los hechos, a pesar de lo ignoto que resulta para muchos, me permitió fortalecer la idea de que no hay que perder “la curiosidad” para mirar -al menos por el rabillo del ojo- el universo y su futuro. Apoyé mis cavilaciones en el best seller “Somos polvo de estrellas” (2017) del Premio Nacional de Ciencias (1999) José María Maza, donde se establece que la llave del conocimiento se encuentra en observar los misterios del cosmos.

Por otra parte, argumenté que: ver como el fuego devoraba 800 años de historia, nos volvía obligada y abruptamente la vista al pasado, al camino recorrido, a la religiosidad de la edad media, a la ilustración, a la revolución francesa, ¡a la historia!, pero fundamentalmente nos hacía ver la fragilidad de todo lo material.

Dos sucesos: pasado y futuro, que debieran estar siempre “presentes” en nuestras reflexiones y que, por obvios que parezcan, están cada vez más ausentes de nuestra contingencia.

Emplazado a pronunciarme sobre cuál sería entonces la posición de equilibrio entre pasado, futuro y presente, apelé -nada más ni nada menos- que a Dante Alighieri (el Dante) y a su obra “La Divina Comedia”, escrita en 1304, en los primeros tiempos de Notre Dame; en sus versos el poeta florentino nos señala que la vida hay que considerarla como un camino que se puede recorrer “sensata y cuerdamente”, o desviarse para llegar indefectiblemente a lo que él llama: “esa selva áspera y fuerte» (metáfora que usa para referirse al mal).

Recordé que el Dante, antes de pasearnos por el infierno, el purgatorio y el paraíso, donde ubica a los personajes más ilustres de la época, responde a nuestras inquietudes en el primer verso de la obra donde señala que siempre estamos: “Nel mezzo del cammin di nostra vita”  (En el medio del camino de nuestra vida)…. ¡Tanta historia vivida como futuros por construir!

Al terminar nuestra tertulia de Semana Santa, y en “modo de reflexión”, mis parroquianos se retiraron sin hacer referencia a donde irían este fin de semana; estaban… “nel mezzo del cammin de sua vita”.

¿De que justicia me habla?

Boletín informativo del Movimiento Nacional Sindicalista – MNS, No 133– 21 de abril 2019

El escándalo relacionado con los pormenores conocidos en relación a la suspensión de tres ministros de la Corte de Apelaciones de Rancagua ha estallado, aunque ya hay muchos tratando de bajarle el perfil. Lo que se ha sabido es gravísimo: se habla de prevaricación, nepotismo, enriquecimiento ilícito, magia negra, tráfico de influencias, drogas. El Ministerio Público no se escapa: un fiscal acusa a otro de obstrucción a la justicia y más. Al Fiscal Nacional, elegido en dudosas circunstancias (recordemos que se sospechaba que su designación acordada entre izquierda y derecha tenía como objetivo sancionar un “arreglín” para el caso Soquimich), ya no le cree nadie. La Corte Suprema rechazó, por un voto, iniciar el procedimiento de remoción de los jueces suspendidos, dejando una impresión de defensa corporativa, a pesar de explicitar sus razones. A menos que fructifiquen las maniobras para “echarle  tierra”, las ramificaciones y consecuencias pueden ser muy extensas, con el consiguiente daño para nuestras cacareadas “instituciones republicanas” y la reputación de “país menos corrupto de América Latina”.

Que el caso de los tres jueces de Rancagua sea sólo la punta del iceberg no nos extraña. Conocemos la prevaricación y las “ficciones jurídicas” desde hace años en los procesos a militares. La facilidad con que delincuentes con amplios prontuarios salen en libertad para reincidir hace temer que existan razones más allá de leyes poco eficaces.

Muchos dictámenes en la Araucanía hacen que la gente discuta si son dictados por temor o simpatía. Más sincero fue lo que dijo el ministro de Justicia: jueces de izquierda.

El estado de derecho está siendo minado por la corrupción del poder judicial, tolerada y eventualmente fomentada por los gobiernos del NO y facilitada por la ausencia de control externo. Por eso, Convergencia Nacional de Chile plantea que “todos los Poderes del Estado, deben ser controlados y evaluados en el cumplimiento de sus deberes, así como sancionados si ello no ocurre. El pueblo debe ejercer dicho control y sanción a través de su participación social.

¿Cómo el pueblo debe hacerlo? Por medio de un Consejo Nacional de Justicia (CNJ), que será una instancia de participación y un órgano de control autónomo con rango constitucional” (Nación y Estado, 2017).

Altos mandos militares y judiciales corruptos y clientela electoral comprada con bonos y subsidios fueron las herramientas del chavismo en Venezuela.

¿Tiempo de terminar con el Servicio Militar Obligatorio?

Por Roberto Hernández Maturana

El robo de dos fusiles de guerra a dos soldados conscriptos que cuando hacían guardia en el Regimiento Chacabuco de Concepción, y que finalmente de víctimas pasaron a cómplices, es un tema que no debería dejarnos indiferentes, al menos a quienes vestimos alguna vez el uniforme militar y lógicamente a quienes aún lo visten y mucho… mucho menos a las autoridades del gobierno.

Una de las armas sustraídas  un fusil SIG 542 calibre 7.62mm, fue encontrada por Carabineros al interior de una vivienda de Concepción, habitada por otro soldado conscripto denunciado como desertor.

Los dos centinelas quedaron a disposición de la Fiscalía Militar, mientras que el tercero pasará a manos del Ministerio Público.

El Servicio Militar Obligatorio (SMO) en Chile fue reformado el año 2005, se implementó la inscripción automática en los registros militares, estableciendo la voluntariedad como la modalidad primaria en el proceso de selección y la obligatoriedad, sólo en subsidio, cuando el contingente requerido por las Fuerzas Armadas no alcanzara a ser completado con los reclutas voluntarios. Se creó así la figura del sorteo inspirado en el modelo español, según este modelo los cupos se llenaría voluntariamente y en caso que quedasen cupos sin llenar estos se completarían mediante un sorteo público y en igualdad de condiciones de manera de evitar discriminación por origen social, se pretendía con ello garantizar un procedimiento de reclutamiento y “selección transparente e igualitario”. Además, los “avances” incluían un conjunto de medidas de incentivo y compensación a los jóvenes que realizarían el SMO., para aumentar el número de quienes se presentaran como voluntarios. Por ejemplo, se incrementó la asignación mensual de los soldados conscriptos y se les abrió la posibilidad de completar sus estudios básicos y medios. También podrían seguir programas de capacitación a través del SENCE, además de cursos de idiomas.

Sin embargo, aun cuando se esbozó, nunca se discutió lo mas importante para las definiciones acerca del tipo de defensa que el país necesitaba… ¿profesional?… ¿mixta?… ¿milicia voluntaria?

Una vez más se quitó el bulto a lo esencial, como hoy se sigue haciendo…, se optó por algo típicamente chileno… ni fú, ni fá…  La idea de reducir la conscripción era “aumentar la voluntariedad” y tender a la profesionalización con un “mejor entrenamiento”.

El primer objetivo “aumentar la voluntariedad” se ha ido desdibujando en el tiempo, siendo cada vez más difícil completar las “cuotas” necesarias y requeridas por las instituciones de la defensa, especialmente el Ejército. El segundo objetivo “mejor entrenamiento” queremos creer que se está cumpliendo… esperemos que así sea.

Pero el Escalón político nuevamente demuestra su torpeza e inoperancia frente a su relación con el mundo militar. Así, buscando aprovechar las capacidades de las instituciones armadas le asigna tareas cada vez más ajenas a su función de defensa como por ejemplo vacunación ciudadana, combate a mosquitos… etc.

En cuanto al SMO, el tema es profundo… Siempre se buscó la “compensación social” para que el SMO fuera funcional a las necesidades especialmente de las clases sociales más vulnerables que era desde donde mayoritariamente provenían quienes finalmente eran llamados a cumplir con esta ley…, el resto sencillamente “se lo sacaba”, no por una discriminación hecha por las instituciones armadas, si no por las presiones de todo tipo de políticos y autoridades que aparecían para influir en “sacarle el servicio” a alguno de sus conocidos o recomendados, amén de todo tipo de excepciones que se fueron agregando en el camino, para que estudiantes de educación superior, o en último año de enseñanza media, o quienes mantenían su hogar, o hijos de madres viudas no fueran llamadas a cumplir con esta ley.

El Ejército hasta finales década 80 además de sus misiones constitucionales, realizaba una labor social. El conscripto completaba estudios, aprendía a leer, lograba un oficio, y muchas veces el capote (abrigo) o las botas que se ponían era el único que habían tenido en su vida y tenía asegurada cuatro comidas al día.

De esta forma, las instituciones de la defensa cumplieron un “rol social” en campañas de alfabetización hoy superadas por la modernidad, en capacitaciones laborales, y en formación cívica… Sin embargo hoy cada vez la voluntariedad es menor y cada vez es mayor el número de jóvenes con graves carencias, o provenientes de poblaciones donde impera el narcotráfico y la delincuencia que constituyen la base del SMO, donde los instituciones que los reciben den hacerse cargo de sus problemas además de apoyarlos en las “obligaciones cívicas” que les imponen, y en donde en muchos casos los conscriptos acuartelados por “obligatoriedad en subsidio”, “no están ni ahí” y solo esperan el tiempo (y a veces no lo esperan) para salir de esa obligación.

Todo eso hoy no se justifica; ya no se puede tener a un joven dos años acuartelado contra su voluntad. El estado debe asumir decisiones al respecto… no las FF.AA.

Las FF.AA. no pueden continuar recibiendo en sus filas personas con graves problemas sociales y cargados de problemas de convivencia social, familiar y personales, con familias disfuncionales, etc. Ayer por cada 100 Conscriptos que ingresaban al SMO 10 traían graves problemas sociales, mentales y/o derechamente vinculados con la delincuencia.

Hoy, la evidencia empírica nos dice que por cada 100 Conscriptos que ingresan al SMO, más del 25% (y quizás me quedo bastante corto) presentan problemas tales que no deberían integrar el SMO, pero que se han presentado como voluntarios, o ha sido “sorteados” para hacer el servicio en forma obligatoria.

Esas personas finalmente vuelven a su entorno violento o carenciado, con instrucción en el uso de armas y preparación militar básica que ciertamente interesará a las bandas organizadas en las poblaciones para delinquir, incluso ahora proveyéndose de armas.

Es tiempo de que el Estado termine con esta carga que le impone a las FF.AA. El deber de estas es la defensa y el Estado debería hacerse cargo (si puede…, de entregar “civilización”), aunque  en  estos días parece superado e incapaz de adoptar las medidas pertinentes para combatir la delincuencia y el terrorismo que asoma en el horizonte.

Como Éramos Pocos… Parió mi Abuela

Por Cristián Labbé Galilea

En general los augures de la cosa pública coinciden en que el “clima” está cambiando y que nada muy bueno se ve en el horizonte político. Cada uno en sus respectivas áreas hacen pronósticos que, por más optimista que uno sea (como es el caso de esta pluma), no dejan de preocupar. La economía muestra una caída en el crecimiento; lo social parece no responder a las expectativas y lo político, ni qué decir, todos están peleados con todos.

Lo anterior no sería tan inquietante si no se sumara a ello la estrepitosa caída que han sufrido las instituciones más importantes de nuestro ordenamiento republicano.

En estos días se han sumado nuevos escándalos en: la iglesia, las fuerzas armadas y el mundo político. El Poder Judicial, del cual -“por el interno”, como se dice ahora- se ventilaban muchas acusaciones, terminó cayendo, y todo indica que el caso de la Corte de Apelaciones de Rancagua es sólo la punta de un iceberg que amenaza con hundir varios otros “Titanic”.

Y “como éramos pocos… parió mi abuela”.

En la zona sur, particularmente en Concepción, en un confuso incidente con el personal de guardia de un regimiento militar, desconocidos se roban a las cuatro de la mañana armamento de guerra de grueso calibre. Droga, terrorismo, infiltración en el Ejercito? Lo que sea, pero el hecho es muy grave y, si eso no inquieta, quiere decir -como decía mi abuela- que por las venas del país corre “sangre de horchata”.

Por más que se le baje el perfil y que desaparezca de los medios de comunicación, es torpe e imprudente no relacionar este tipo de “operaciones” (estén o no vinculadas a la droga) con el conflicto y la violencia en la Araucanía.

Mas grave aún si esto ocurre mientras el ciudadano común y corriente, distraído por la contingencia, los matinales y la farándula, ha perdido totalmente su capacidad de asombro… tal cual le pasó a la rana que terminó guisada, mientras era hervida a fuego lento.

Se ha preguntado mi inquieto contertulio: ¿Qué está pasando realmente en la Araucanía?… ¿Es la lucha del pasado con el presente?… ¿Es la reivindicación de los pueblos originarios?… ¿Es la reyerta de los mapuches contra los chilenos?… ¿Es la pendencia de una minoría violentista y politizada contra el orden y el estado de derecho?

La respuesta es una sola: es “el fuego de la insurrección” que da tiraje a la violencia y al terrorismo; es la ausencia de las instituciones fundamentales de “una república en forma” (como decía Portales).

Por último, no debiéramos perdernos ni un minuto en nuestro análisis: españoles, mestizos, criollos, colonos, araucanos, aimaras, quechuas, rapanuis; somos todos una sola nación…la chilena. En consecuencia: ¡No podemos permitir que la intolerancia de una minoría divida lo que la historia y el tiempo han unido! ¡Debemos cuidar nuestras instituciones! Única forma de evitar que “la abuela nos sorprenda y vuelva a parir”.

 

Prevaricación contra el periodismo

Por Patricio Quilhot Palma

Hoy se ha conocido el que quizás podría ser el fallo judicial más emblemático sobre casos de derechos humanos. Una sala de la Corte de Apelaciones de Santiago ha acogido un Recurso de Protección de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, ordenando al Diario La Tercera rectificar y pedir disculpas por una información publicada…¡en el año 1973!…

Tan sorprendente resolución judicial, adoptada por la actual candidata a la Corte Suprema, la ministra Dobra Lusic, acompañada por el conocido persecutor de casos de derechos humanos, el ministro Leopoldo Llanos y por la abogada Carolina Coppo, ha causado estupor en la comunidad nacional, en especial en quienes practican la disciplina jurídica. El fallo dado a conocer por la corte establece que un periódico de amplia circulación nacional, como La Tercera, cometió actos ilegales y arbitrarios al publicar, hace ꟷni más ni menos queꟷ cuarenta y cinco años atrás, una noticia respecto a la muerte de dos posibles terroristas, acto que habría vulnerado sus garantías constitucionales, consagradas en los artículos 19 y 20 de la Constitución Política del Estado de Chile.

La mirada de un simple ciudadano, sin tener la formación de abogado, basta para darse cuenta que algo anda mal en un fallo de esta naturaleza. Una sanción judicial asignada a un caso de este tipo, ocurrido hace casi medio siglo, ya sería suficiente como para llamar la atención por su extemporalidad. Pero lo que raya en lo increíble, es la conexión realizada para ligarlo con “delitos de lesa humanidad”, basados, como siempre, en un Estatuto de Roma que recién en 2009 entró en vigencia en Chile. ¿El propósito de ello?: evitar tener que aplicar la prescripción.

Los militares en retiro, pertenecientes a la generación maldita ꟷaquella que fue llamada a actuar por la misma sociedad que hoy les vuelve la espaldaꟷ conocen perfectamente bien el tortuoso camino adoptado para eludir la prescripción, negar la aplicación de una amnistía jamás derogada y aplicar con efecto inconstitucionalmente retroactivo el concepto de “lesa humanidad”. Lo que nunca se habría esperado es que ello fuese a llegar a un ámbito como el de este caso.

Es gracias a esta peculiar forma de aplicar la Justicia, el que – en esta oportunidad – podamos observar una clarísima demostración de los inescrutables alcances de la campaña vengadora de un sector de la sociedad chilena, identificado con una izquierda derrotada en el pasado y hoy gravemente dañada por su soberbia corrupta. Comprobamos que la falta de obstáculos y la pasividad de la derecha política, permiten y seguirán permitiendo que esta campaña disociadora siga interfiriendo con la vida en paz que todos los chilenos deseamos.

Mientras no haya una reacción eficaz en contra de estos hechos, nadie ni nada impedirá que se siga prevaricando, es decir, que se sigan aplicando las leyes en contra de su espíritu y de los principios jurídicos que les dieron origen. Pese a lo oscura de estas situaciones, da la impresión que la sociedad chilena comienza a perder su pasividad y que el momento en que se exija el juzgamiento de los delitos de prevaricación no debiera estar muy lejos.

No cabe duda que hay buenos jueces que ꟷaunque sea en la intimidadꟷ deben repudiar esta peculiar forma de administración de justicia, discordando de la labor cometida por malos jueces y ministros en visita, designados éstos últimos por un Auto Acordado de la Corte Suprema y no por la Ley, como establece la misma Constitución Política que hoy citan como referencia para condenar.

Si no se pone coto a esto, podremos ver en el futuro a jueces juzgando a los militares chilenos de la Guerra del Pacífico, por el “asesinato cometido por agentes del estado” en contra de los soldados peruanos, durante la toma del Morro de Arica. O, a alguno más osado que el resto, permitiéndose considerar que la muerte de Lautaro y sus guerreros, en la ribera del Río Mataquito, fue un “genocidio”, cometido por razones de raza…lo que ꟷal tenor de lo que sucede en La Araucaníaꟷ quizás se encuentre más cerca de ocurrir de lo que imaginamos.

No es de esta forma que se logrará recuperar la confianza de una sociedad impactada por los actos de corrupción detectados en Rancagua y que recién comienzan a ser conocidos. Hechos como el que se comenta, muestran que el pequeño orificio en la represa comienza lenta pero inexorablemente a agrandarse, insinuando que el escándalo de la esa Corte de Apelaciones en ningún caso será el último. Como dijo Mosciatti, todo indica que sólo se trata de la punta del iceberg.

El problema es que por la vía institucional es casi imposible que se profundice una investigación que pone en riesgo a potentes grupos de poder. Para que ello ocurra es necesario ꟷuna vez másꟷ que la prensa investigue y exponga crudamente los hechos ante la opinión pública, obligando a los responsables a enfrentarlos.

Así ha ocurrido en la mayor parte de los casos y así debiera ocurrir, en especial cuando un poderoso grupo periodístico, como COPESA S.A., recibe este presente de Semana Santa, en que se viola toda lógica esperable y se deja en evidencia la maraña de influencias y manejos, provenientes del sector de siempre: una izquierda mañosa que – después de más de cuarenta años – no acepta que su derrota fue causada por sus propios errores y no por un grupo de jóvenes militares que solo cumplieron las órdenes que dictaron sus superiores, originadas éstas en la angustiosa demanda de un pueblo agobiado por el abuso revolucionario, tal como hoy ocurre con la nación hermana de Venezuela.

La prensa tiene la palabra y los chilenos los oídos para escuchar lo que tenga que decir. Las autoridades pueden esperar tranquilas, porque los hechos no quedarán en limbo en que se acostumbraba, cuando no había redes sociales.

Algo huele mal

Por Fabio Valdés C.

«Algo huele mal en Dinamarca», escribía Shakespeare en su famoso drama titulado Hamlet. Acá en Chile, observo que más de algo huele mal. Ya hemos sido testigos de irregularidades en que han incurrido miembros de instituciones relevantes de nuestro país. Todas ellas fueron o están siendo sometidas al escrutinio de nuestro Poder Judicial a través de sus jueces y fiscales.

Pero ahora la cosa es más grave, muchísimo más grave. Resulta que estamos presenciando que la única institución que debe dirimir los eventuales delitos y sus sanciones ha caído también en irregularidades que tienden un manto de dudas sobre la idoneidad profesional, la calidad ética y también sobre la imparcialidad de algunos de sus miembros.

Recordemos el insólito fallo del juez Madrid sobre el caso Frei Montalva a comienzos de este año, condenando a reputados médicos, varios de ellos muy cercanos al paciente, por un crimen imaginario (el propio juez descarta el envenenamiento, la premeditación y la conspiración) y poco o nada dice sobre la septicemia, asignada por muchos expertos, como la verdadera causa del fallecimiento del expresidente Frei. Su sentencia parece sustentarse solo en la delirante teoría del «contexto» represivo de la época. ¡Increíble irregularidad judicial que espero sea subsanada por los tribunales superiores!

Sigamos con el caso de la Corte de Apelaciones de Rancagua, hoy en trámite investigativo, donde la cosa al parecer no es solo de falta de idoneidad de algunos ministros, sino que de abierta corrupción de dinero que habría inducido a fallos contrarios a la correcta administración de justicia. ¿Quién detiene toda esta podredumbre?, se preguntará el ciudadano de a pie.

Yo acuso, parafraseando a Emile Zola ante los tribunales franceses, a que las más altas autoridades de nuestro Poder Judicial no solo se fijen en la paja del ojo ajeno, sino que también en la viga del propio y tomen las medidas que provoquen en su interior, lo mismo que buscaron con las sanciones que han aplicado a personeros de varias de nuestras instituciones.

¿Para dónde va la micro?

Por Roberto Hernández Maturana

La semana pasada nos deja una vez más la evidencia del extraño Chile en el que vivimos hoy los chilenos…, un Chile cooptado por minorías organizadas y vociferantes, que se imponen a una gran mayoría silenciosa desorganizada y floja que se deja sobrepasar en sus derechos, con un gobierno dispuesto a agradar  a esas minorías en detrimento de la ciudadanía que lo eligió y las instituciones que lo sostienen y que en su momento, más adelante, como ya lo hizo en el pasado, volverá a acercarse a esa mayoría silenciosa y borreguil, para pedirle su voto y continuar gobernando conforme al griterío de esas minorías organizadas y vociferantes.

Ejemplos “pequeños”,”anestésicos” y que pueden parecer intrascendentes y otros más graves que revelan el deterioro y la enfermedad social que viene sufriendo nuestro país desde ya largos años, ante la inoperancia y complacencia de nuestras autoridades.

Así, el Gobierno débil ante presiones del mundo “animalista” cede para pretender ahora fijar por ley qué es permitido  tener mascotas al interior de las comunidades, las que no podrán oponerse, aunque la gran mayoría de los integrantes de una comunidad o edificio no lo quieran. Personalmente Me agradan los animales pero ¿porque se me debe imponer por ley el aceptarlos? Cada comunidad tiene un reglamento interno que votado democráticamente mejor le acomode, y no es tarea de ningún ente ajeno a esa comunidad, aunque sea el Gobierno, el disponer qué se puede o no se puede hacer internamente en esa comunidad, y ella, si así lo determina puede modificar su reglamento, si existe el quorum legal para que de esa manera, democráticamente, cada una puede vivir en la forma que más le acomode. Que el Gobierno pretenda entrometerse en su forma de vida y erigirse sobre ellas es algo a todas luces inaceptable.

Por otra parte, la votación de la comunidad del Instituto Nacional para cambiar la modalidad educacional de sólo hombres a mixta, tuvo un giro en 180 grados. El “Tricel Interestamental” (¡qué nombre más rimbombante!) realizó una revisión a la votación original, en la que finalmente la incorporación de niñas habría sido según esa entidad reguladora interna del Instituto la opción ganadora.

De esta forma, mediante un comunicado al Consejo Escolar, el Tricel (del Instituto) informó que tras la votación realizada hace dos semanas y donde preliminarmente había triunfado la opción “no mixta”,  hubo observaciones denunciadas respecto a la votación de los apoderados, donde algunos de ellos votaron más de una vez, al tener más de un alumno matriculado, y con la revisón de ese particulat “tricel” de sólo el 10% de la votación de los apoderados, determinó que el 70% de esos apoderados votaron más de una vez, concluyendo ese “tricel”  que la votación de los apoderados era inválida determinando “la no incorporación de su votación por falta de quórum, perdiendo así su facultad para ser parte del proceso de consulta”. Además de lo anterior, el estamento de los asistentes de la educación no estaba actualizado y el universo era más grande: había 109 personas habilitadas para votar y solo lo hicieron 80, por lo que no alcanzaron el quórum de 80% requerido, quedando fuera de la votación.

Con lo anterior, cediendo a las presiones de los movimientos feministas se invalidó por secretaría la votación de 2 estamentos principales de dicho establecimiento educacional y solo se contó el resultado del estamento estudiantil, de los docentes y de los directivos, donde ganó la idea de permitir el ingreso de niñas, y se contó el resultado del estamento de los docentes técnicos, donde ganó la opción de mantener el liceo solo de hombres.

Es decir los alumnos… menores de edad impusieron su criterio por sobre apoderados, directivos, docentes y asistentes educacionales. ¿No habría sido lo correcto depurar el padrón electoral y repetir la consulta?

Más allá de apoyar o criticar al feminismo, nuevamente el tema es otro… La falta de respeto a las normas establecidas, manejadas a su antojo por imberbes que se imponen sin ninguna oposición de quienes deberían ser guías y ejemplos a sus vidas en formación, de las cuales aún no tienen ni el control ni la independencia. Todo lo anterior ante la complacencia de las autoridades de gobierno, cuya ministra de educación se muestra complacida por la decisión, sin importar el cómo se adoptó esta decisión en un procedimiento viciado inaceptable.

De esta forma… la micro no va para ninguna parte, especialmente cuando quienes deben manejarla lo hacen mal, siguiendo las “instrucciones”  de los más gritones, mientras la mayoría de los pasajeros calla cobardemente, asustada rogando en silencio que el chofer encuentre el camino correcto… lo que no ocurrirá ya que el conductor prefiere dejar contentos a los gritones… aunque la micro vaya al despeñadero.

La “inmaculeada concepción”

Por Roberto Hernández Maturana

Querido lector, seguramente Ud., creyente o no, cristiano o no, se ha sentido golpeado, quizás indignado por el título de este artículo.

Bueno, esta expresión ha sido la causa por la cual el CNTV ha multado al canal 13, al haber transmitido una rutina de mayo de 2018, donde el actor Daniel Alcaíno en su personaje de Yerko Puchento, simulando su propio funeral, se refiere a la “inmaculeada concepción”. La sanción fue confirmada por la Corte de Apelaciones de Santiago que ratificó que la estación televisiva deberá pagar una multa de 200 UTM (más de 9 millones y medio de pesos).

Al respecto el pasado 5 de abril, Javier Urrutia Director Ejecutivo, de Canal 13 indicó: “Nos preocupa de sobre manera que el CNTV, excediendo sus atribuciones legales y vía un ejercicio sancionatorio excesivo y destemplado, intente imponernos su puntual criterio de lo que es un humor correcto y lo que no; y pretenda defender sensibilidades particulares transformándose en los hechos en el catón del buen gusto y lo correcto”.

El mundo periodístico “progresista” afín a la izquierda ha cerrado filas detrás del canal de Luksic.

Para la periodista Patricia Politzer, ex presidenta del CNTV durante cinco años, y panelista del programa “mesa central” del mismo canal 13, el rol fiscalizador del organismo está obsoleto. “La sanción no corresponde a los tiempos que vivimos y el Consejo tiene otras funciones muy relevantes como es el promover la calidad de la televisión o las nuevas convergencias tecnológicas. En vez de ser una especie de sheriff es mucho más positivo analizar lo que está pasando y que se ha hecho en el Consejo, como hacer más estudios sobre cómo se muestra a la mujer en la televisión por ejemplo”.

El abogado y subdirector del CEP, Lucas Sierra, apunta a que el rol fiscalizador del Consejo está regido por un “principio inquisitorial”. “Lo que hace el Consejo es fiscalizar el ejercicio de un derecho constitucional de la mayor relevancia para la democracia, que es la libertad de expresión. Y lo hace siguiendo un estándar normativo que es extraordinariamente vago y difuso como es este concepto del correcto funcionamiento de la televisión”.

Por otra parte el Diputado Luciano Cruz-Coke (Evópoli), integrante de la comisión de Cultura, Artes y Comunicaciones de la Cámara apunta a que la sociedad civil debe fortalecer sus mecanismos de equilibrio entre libertad de expresión y expresiones de odio. “La labor fiscalizadora del CNTV suele ser más formal que eficaz. Más complejo será abordarlo en un escenario de cambio copernicano de atomización que vive la TV y las plataformas. Probablemente esta capacidad disminuya y confío que la capacidad de las personas para agruparse hoy en contra de aquello que se considera lesivo, permita establecer frenos efectivos a quienes sobrepasen límites formales o éticos, más allá de las multas del CNTV”.

Pero ante tanta monserga y jerigonza… ¿Qué opina el ciudadano común y corriente?, ¿Realmente la gran mayoría opina que esto “estuvo bien”?…, ¿o que fue “divertido”?… No lo sé.

El repelente personaje televisivo dedicado a ejecutar públicamente a diversos integrantes de la política y la sociedad chilena, las emprendió con la rutina de marras, contra toda una forma de pensar, ver y sentir el mundo, que ciertamente representa a una gran parte de nuestra sociedad… el mundo católico, que ya agraviado por la inmoralidad de alguno de sus pastores, no necesita sufrir nuevos agravios, que ciertamente ofenden a las personas creyentes o no creyentes que respetan aquello que nos llevó a construir el alma de Chile, con sus virtudes y defectos que no necesita la expresión matonesca y grosera de un payaso para agraviarla de ese modo.

Algo torcido se está produciendo en nuestra clase dirigente y nuestra élite “intelectual” que no es capaz de sintonizar con el sentido común de eso que llaman “las mayorías silenciosas”… en este y en otros temas.

Sí… puede ser divertido ver a un bufón riéndose de alguna autoridad caída en desgracia, lo que es aprovechado por el cobarde espectador para gozar con los improperios del payaso, siendo seguro que ese cobarde espectador no se atrevería a reírse delante del ofendido…, quedándose con la forma que le ofrece el tony, y no con el fondo de lo que ello significa… El desprecio a la justicia, a la verdad, a la ética, y a todo aquello que la sociedad se ha dado para sancionar a un delincuente, que no es precisamente el linchamiento en la plaza pública de la tv, en un verdadero bulling nacional dirigido por un payaso.

Pero lo que no es correcto, es que se ataque a la conciencia misma de las creencias de muchos seres humanos, en forma grosera, procáz y cobarde y no se espere reacciones por ello.

Alguien podrá pensar que esto lo escribe un cavernícola y pechoño reaccionario… pero no me siento así. Soy agnóstico, es decir que pienso que es inaccesible al entendimiento humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende la experiencia, pero ello no obsta para haberme sentido también ofendido con el estúpido programa… Extraño sí reacciones de personalidades e intelectuales del catolicismo chileno…, muy pocos han salido a la palestra.

El espacio que presenta al bufón pintarrajeado tras el que se esconde Alcaíno, representa todo el hedonismo, la inmediatez en busca del logro, la risa estúpida y fácil, la intención torcida de intentar vivir la vida al máximo, sin detenerse a pensar en el prójimo, o en el necesitado, despreciando aquello que nos llevó a formar nuestras raíces que nos dejaron nuestros padres, abuelos y ancestros, quienes vivieron en un mundo más sencillo y humilde, pero que nos permitió con sus luces y sombras avanzar hacia el Chile que tenemos. Quizás es tiempo de volver de nuevo la vista al pasado y volver a pensar en aquello y en aquellos que alguna vez fueron importantes para nosotros. Quizás así podamos tener un Chile mejor.

Jueces venales

Por Carlos Peña González

Un trío de jueces acaba de ser suspendido por la Corte Suprema. Pesan sobre ellos indicios severos de haber aceptado pagos y dádivas a cambio de decisiones.

¿Cuán grave es esto y cómo se compara con los desfalcos de Carabineros o el desvío de fondos del Ejército?

Para saberlo, hay que dar un rodeo y explicar el papel de los jueces.

Una sociedad es básicamente un sistema de reglas, un conjunto de decisiones que regulan la interacción entre las personas y establecen las bases de la cooperación social. Y como las reglas son mudas -se trata de simples grafías en un papel-, todas las sociedades cuentan con un cuerpo profesional encargado de transmitir la lectura que debe dárseles: estos son los jueces.

Los jueces, en rigor, no tienen como tarea administrar justicia, sino, más precisamente, su tarea es la de interpretar las reglas. Si un observador externo -un visitante de otro mundo- quisiera saber cuáles son las reglas que disciplinan la cooperación social en un sistema legal como el chileno, sacaría poco con leer las reglas. Aprendería más leyendo las sentencias, puesto que en ellas se contiene la manera en que los jueces las interpretan.

Los jueces son los custodios de las reglas, enseñan con sus decisiones lo que es lícito y lo que no. Tienen la última palabra a la hora de decir qué es derecho y qué no.

Por esas importantes funciones que cumplen -tan importantes que es posible imaginar un país sin Congreso, pero no es posible imaginarlo sin jueces, como lo prueba el hecho de que hasta las dictaduras simulan tenerlos- es difícil exagerar la gravedad de lo que se está investigando en la Corte de Rancagua.

Allí, algunos ministros de la Corte -si le creemos a la denuncia- acostumbraban intercambiar decisiones por dinero. En una palabra, vendían sus resoluciones o, si se prefiere, se vendían a sí mismos (porque, después de todo, un individuo, y para qué decir un juez, es la suma de sus decisiones).

Pero eso quizá no sea lo único grave.

También es grave que, según se acaba de revelar, un senador de la república, , solicitara, de manera más o menos eufemística, que se aligerara el escrutinio sobre esos jueces cuando se comenzó a investigar alguna de sus irregularidades.

Cuando los jueces abandonan su papel -es lo que el senador advierte antes de solicitar al fiscal que modificara su conducta-, es el conjunto de la vida social la que comienza a quedar al garete. La reglas, que estaban diseñadas para ordenar la vida social y favorecer la cooperación entre las personas, de pronto desaparecen. Sin jueces -es decir, sin personas que estabilicen su significado y de esa forma dibujen la línea que divide lo lícito de lo ilícito- ya no hay reglas, hay simples grafías en

Si un político intercambia su voluntad por dinero (algo de lo que están acusados Jaime Orpis y Pablo Longueira), el problema compromete al proceso político; si un militar se apropia de recursos públicos, desviándolos del destino previsto por la ley (como se acusa al general Fuente-Alba), su conducta ensucia el prestigio de la institución a que pertenece y el del poder civil que debía controlarlo; pero si un juez vende su voluntad, la negocia con los litigantes y la transforma en mercancía, y hace todo esto en connivencia con abogados, entonces no es ni el proceso político el comprometido, ni una institución en especial la ensuciada, sino que son el conjunto de las reglas, las bases de la vida social, la garantía que los ciudadanos tienen de saber lo que es lícito y lo que es ilícito, lo que principia a desaparecer.

En una sociedad como la chilena, en la que conviven distintos puntos de vista acerca de lo que es bueno o correcto, el único parámetro compartido para guiar la vida común es la ley. Pero si los encargados de decir qué es lo que ella dice, cuál es el sentido o significado que posee, abdican de su deber por codicia, motivos alimentarios o lo que fuera, entonces ese único patrón de conducta compartido, el que permite que personas diversas puedan cooperar entre sí, se deteriora poco a poco y arriesga el peligro de desaparecer.

Y es que en manos de los jueces (y de los abogados) la sociedad ha puesto el principio que la constituye: un conjunto de reglas que deben ser administradas imparcialmente, sin consideración a los intereses individuales en juego y, en cambio, solo intentando discernir lo que ellas quieren decir.

Por eso, la sociedad debe reaccionar severamente si es que es verdad que esos ministros de Rancagua se dejaron seducir por el discreto encanto del dinero o si un senador de la república, Juan Pablo Letelier, solicitó de manera más o menos oblicua que la investigación respecto de un comportamiento irregular de esos jueces (un signo de lo que vendría) se aligerara. La opinión pública aún recuerda el caso de E. Matte intercediendo ante la fiscalía a favor de Karadima (en su favor hay que decir que de inmediato reconoció su error ) y nada justifica aceptar que una conducta semejante, solo porque ahora fue llevada a cabo por un senador, quede en la sombra, al margen del escrutinio y sin crítica alguna. ¿Qué podría explicar que un senador se entreviste con el fiscal nacional para aminorar el escrutinio que el Ministerio Público efectúa sobre unos ministros sospechoso de ejercer torcidamente su papel? Si el empresario respondió prontamente, es de esperar que lo mismo haga ahora Juan Pablo Letelier.

Después de todo, lo que no resultaría aceptable es que hubiera indicios de que un par de jueces traficaban con su voluntad y torcían las reglas y que un senador, el de la región en la que esos jueces ejercían, no haya sido capaz de advertir desde el comienzo la entidad del problema y, en cambio, hubiera sugerido morigerar el escrutinio.

Si un juez se vende -como habría ocurrido en la Corte de Rancagua-, el principio básico de la vida social comienza a desaparecer. Y si un senador interviene para aligerar el escrutinio sobre la conducta irregular de los jueces, el asunto es aún peor.

 

La batalla olvidada

Por Christian Slater Escanilla

Sin el dominio de la mar, américa del sur, jamás habría sido libre. Pero hoy, nada de eso importa. Su recuerdo no da dividendos políticos, no está en la agenda del gobierno ni en la de la oposición, menos en los medios de comunicación

Aunque ya perdí la capacidad de asombro, no puedo dejar de representar mi indignación con la sociedad chilena y sus autoridades. Este 5 de abril conmemoramos la Batalla de Maipú en la más total y absoluta indiferencia. Cientos de soldados con su sangre derramada, chilena y argentina, permitieron —hace 201 años— la independencia de esta nación.

El triunfo en Maipú, aseguró la independencia de Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador y la creación de la nación boliviana.  Esta “Gran Batalla”, marcó la independencia definitiva de Chile y el inicio de la derrota de los realistas y sus colonias en América del Sur. Sus repercusiones estratégicas y geopolíticas permitieron, junto con el General venezolano Simón Bolívar —que avanzaba por el norte— la derrota y expulsión de los realistas de América del Sur. Con ello se puso fin a más de 300 años de dominación española.

Sin un O’Higgins, no habría habido un San Martín, sin y sin San Martín, no habría habido una Batalla de Maipú y menos, un Lord Cochrane. Sin un Cochrane, no habría habido una Escuadra Nacional que, enarbolando la bandera chilena con tres estrellas, viajó a Lima y derrotó a los españoles en su propio virreinato. Sin una Escuadra chilena, jamás se habría arrebatado el dominio del mar a los españoles.

Sin el dominio de la mar, américa del sur, jamás habría sido libre. Pero hoy, nada de eso importa. Su recuerdo no da dividendos políticos, no está en la agenda del gobierno ni en la de la oposición, menos en los medios de comunicación, todo ello como parte del mal ejemplo que le damos a nuestra juventud. Después, no les pidamos que sean respetuosos de lo que nosotros no respetamos.

CNTV, Canal 13 y la Virgen

Por Genaro Arriagada Herrera

Para juzgar es necesario, previamente, precisar con claridad los hechos. El CNTV ha multado al Canal 13 de TV por haber transmitido una rutina donde se alude a la Virgen María -ponga atención el lector- como la «inmaculeada concepción».

El director de Canal 13 ha pretendido justificar esa ofensa gratuita, de un inusitado nivel de grosería, diciendo que su emisión está amparada por la libertad de expresión. El Canal 13 y su director están equivocados. La actitud invariable del CNTV es el más amplio respeto al ejercicio de la libertad de religión y de expresión. Pero el ejercicio de esas libertades, como el de todas, debe tener límites, como lo reconocen los tratados de derechos humanos, las constituciones, el Derecho Penal y las más destacadas obras sobre filosofía política. El real punto de discusión es precisar cuándo, cómo y bajo qué garantías y resguardos, un Estado democrático puede hacer objeto de ulterior sanción, amonestación o crítica el ejercicio de esas libertades.

Por ejemplo, la Corte Europea de Derechos Humanos estima que no se debe tratar a un objeto religioso -Jesucristo, pero lo mismo es válido si el objeto de escarnio fuera Mahoma o Buda- de modo de causar ultraje a quienes tienen un compromiso o simpatía con la ética y la historia cristiana, por el modo «despectivo, injurioso, insultante, procaz y el tono y estilo ridículo en que es presentado». La Corte es consciente de «que la libertad de expresión constituye uno de los fundamentos esenciales de la democracia», pero reitera que su ejercicio lleva deberes y responsabilidades entre los cuales «…debe legítimamente ser incluido el evitar hasta donde sea posible expresiones que sean gratuitamente ofensivas y profanadoras de los objetos de veneración religiosa de otros» (Wingrove versus UK).

No es la opinión lo que se sanciona, sino el modo. «No se prohíbe la expresión, en cualquier forma de visiones hostiles a la religión cristiana o musulmana. Ni tampoco puede decirse que opiniones que son ofensivas necesariamente deban caer dentro de este ámbito», pues «los miembros de una religión mayoritaria o minoritaria no pueden razonablemente esperar estar exentos de toda crítica. Ellos deben tolerar y aceptar la negación por otros de sus creencias religiosas e incluso la propagación por otros de doctrinas hostiles a su fe». Pero la libertad religiosa puede ser vulnerada por representaciones provocativas de objetos de veneración religiosa y esas «representaciones pueden ser consideradas como violaciones maliciosas del espíritu de tolerancia que también es uno de los requisitos de una sociedad democrática» (Preminger vs. Austria).

Si fuera un alegato sobre la no existencia de Dios, la afirmación de la naturaleza humana y no divina de Jesús estaríamos ante una expresión hostil a la religión cristiana, pero que debe estar protegida por la libertad de expresión. El mismo amparo merece la difusión de ideas o teorías científicas que contradigan los dogmas de cualquier creencia o la crítica a las iglesias, o la condena al comportamiento de sus sacerdotes. La afirmación del carácter sagrado de la Biblia, la Torá o el Corán es algo que una sociedad debe respetar, pero no puede imponer y menos sancionar a quienes sostengan que son textos meramente humanos. Pero la quema del Corán es un insulto y una prédica del odio religioso. Lo es la mofa de la celebración de la eucaristía, sacramento esencial del credo cristiano y, muy duramente, el grosero, vulgar y procaz juego de palabras sobre «la inmaculeada concepción».

Que el Canal 13 sostenga que ese tipo de «humor» es compatible con su línea editorial es una obscenidad; que pretenda que él está amparado por la libertad de expresión es desconocer el pensamiento liberal y democrático.

Viejo Indolente hace al Joven Prepotente

Por Cristián Labbé Galilea

Las opiniones en nuestras tertulias se movieron desde si había o no aumentado el consumo de drogas y el alcoholismo en la juventud, hasta si los colegios tienen que ser mixtos o no, pasando por varios temas referidos a la juventud; incluso hubo quienes opinaron de Lollapalooza… Concluimos que el problema de fondo era el roce e incomprensión generacional.

Coincidimos en que era frecuente escuchar las nostálgicas filípicas: “en nuestro tiempo no había televisión, nos comunicábamos por cartas, hablábamos por teléfono y lo hacíamos brevemente, ni soñábamos con facetime o WhatsApp…”. Con algo de añoranza y mucho estoicismo las generaciones pasadas alegan que todo les fue más hostil, pero igual eran felices y “sin trancas”.

Sobre el punto, en varias oportunidades he escuchado a jóvenes replicar, con simpática irreverencia: “por favor, asuman que las cosas han cambiado, vivimos en el siglo XXI, mejor sería que sus lastimeras historias las comiencen con un: Había una vez…”.

Asumiendo que ambas posiciones son -en general- correctas, en la actualidad el asunto es bastante más complejo: no se trata de cuántas comodidades, facilidades u oportunidades nos ha traído la modernidad -situación que se ha repetido una y otra vez en la historia de la humanidad-, sino de cómo los nuevos tiempos están afectando los pilares básicos de la convivencia y el orden social.

Hiper comunicados, full movilidad, libertades y oportunidades ilimitadas, la vida es mas sencilla y práctica, pero para muchos todo eso, que tiene que ver con formalidades y facilidades, ha terminado comprometiendo los valores que sustentan la sociedad occidental -de la cual somos parte- como: la vida, la familia, la libertad política, económica y social, la tolerancia, la justicia, la seguridad y, en definitiva, la natural, sana y pacífica convivencia social.

Asumiendo la sugerencia de los jóvenes, se puede decir que: “Érase una vez… en que los padres formaban a sus hijos, los fieles oían a sus pastores, los soldados seguían a sus generales, los alumnos respetaban a sus maestros…”.

Hoy las cosas han cambiado: los mayores imitan y se mimetizan con los jóvenes; usan su lenguaje frick; por miedo a no ser amados los consienten y les dan la razón en todo -estén o no en lo cierto-; se transforman en “amigos cómplices” de sus hijos, con lo cual éstos quedan huérfanos por ausencia de la autoridad paternal; suma y sigue.

Por su parte los jóvenes, siguiendo un instinto natural, buscan ampliar sus fronteras y ganar espacios: para ellos no hay deberes, sólo derechos; todo es relativo; a la autoridad hay que desafiarla por principio; los compromisos son precarios, se extinguen en cualquier momento; la familia, el matrimonio y el género tienen muchas acepciones; la vida, el cuerpo y el sexo les pertenece a ellos y a nadie más…; y vaya alguien a contradecirlos, se transformará en un intolerante, fascistoide, momio pinochetista o sencillamente, un alienígena.

Por último, coincidimos en que pueden poner más impuesto al alcohol, tener más perros antidroga, crear más colegios mixtos, desarrollar más campañas de educación sexual, pero si no se aborda el tema desde sus orígenes, la educación en valores, no se logrará mucho, porque viejo indolente hace al joven prepotente.