Bolsonaro y PROSUR en Chile

Por Roberto Hernández Maturana

La realización en Santiago del  Foro para el Progreso y Desarrollo de América Latina (Prosur), organización que pretende remplazar a la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), esa organización que, bajo el gobierno de Lula en Brasil, acordaron crear el 23 de mayo de 2008 en  Brasilia, diversos gobiernos de izquierda que entonces gobernaban en América latina y cuya primera presidencia Pro Tempore, correspondió a la Presidenta Michelle Bachellet, que reunió entre otros a Hugo Chávez, Cristina de  Kircner, Correa de Ecuador, Evo Morales además de los ya mencionados Lula y Bachellet y que hoy languidece como otro ejemplo del fracaso de los gobiernos de izquierda para crear instituciones y procesos que perduren en el tiempo.

El objetivo de PROSUR, integrado ahora mayoritariamente por gobiernos de derecha o centro derecha, en el que participan  también los presidentes Iván Duque de Colombia, Mauricio Macri de Argentina, Martín Vizcarra de Perú, Lenin Moreno, de Ecuador y Mario Abdo, de Paraguay,  además del vicecanciller de Uruguay, Ariel Bergamino, y el embajador de Guyana en Chile, George Talbot fue sintetizado por el Presidente Piñera quién indico en su discurso inaugural que  “queremos que sea un foro sin ideologías, sin burocracia”, destacando que Prosur tiene «un compromiso fuerte y claro con la libertad, la democracia y los derechos humanos», olvidando que cientos de quienes cumpliendo órdenes en 1973, integrando las FF.AA. y Carabineros debieron enfrentar el quiebre institucional que vivió nuestro país, hoy languidecen en Prisión o enfrentan procesos acusados a la bandada, sin que para ellos existan DD.HH.

La instancia también significó  el primer viaje del presidente brasileño Jain Bolsonaro a Chile, rodeado de controversia debido a las afirmaciones que este hizo en el pasado sobre el general Augusto Pinochet y los derechos humanos, lo que significó que  organizaciones de izquierda convocaran a manifestarse en su contra y diputados de la oposición presentaran un proyecto para que sea declarado «persona non grata», así como también que el recién elegido presidente del Senado, Jaime Quintana  involucrado en el atropello y muerte de un Carabinero de servicio en febrero de 2015 en la Región de La Araucanía, y el nuevo presidente de la Cámara de Diputados, Iván Flores, dos de las más altas autoridades políticas del país, anunciaran que no asistirían al almuerzo de 90 invitados en honor del mandatario brasileño que se organizó  este sábado en el palacio presidencial de La Moneda, organizado por Piñera, olvidando el Senador y el Diputado que sus deberes de Estado como cabeza de dichas corporaciones está por sobre la contingencia político – partidista, y que al decir del ex diplomático Demetrio Infante en Carta a los lectores de diario El Mercurio del 21 de Marzo “ nadie le ha dicho al señor Quintana que hoy, más allá de sus legítimas ideas políticas, es la cabeza del Senado y como tal tiene obligaciones propias del cargo, entre otras, las protocolares. ¿O será que ya que no pudo hacer uso de la retroexcavadora, pues su candidato perdió la elección presidencial, pretende ahora hacerla funcionar desde la testera de la alta corporación que preside?”; a lo que se sumó el ex canciller Juan Gabriel Valdés al manifestar que el pasado miércoles en T13 Radio que “hay que distinguir entre Bolsonaro y Brasil. Brasil es Brasil y es un país amigo de Chile. Nosotros tenemos que tener buenas relaciones con Brasil” agregando más adelante que “me parece importante rescatar la amistad con Brasil y decir que Brasil es un país de mucha importancia”.

Igualmente el Canciller Roberto Ampuero manifestó que  “cuando el país y el Presidente de la República hace una invitación a un Jefe de Estado y lo recibe como jefe de Estado, uno espera, y así ha sido siempre la tradición republicana del país, que todos quienes encabezan o conducen las instituciones pudiesen estar presentes y acompañar esa visita como Jefe de Estado”.

Brasil es y ha sido un importante aliado y socio, y los políticos del mal llamado mundo “progre” como son las máximas  autoridades del Senado y de la Cámara de Diputados,  no deberían olvidar que Bolsonaro fue elegido democráticamente como Jefe del Estado por una abrumadora mayoría de brasileños, cansados de la corrupción y deterioro que venía viviendo la sociedad brasileña al alero de los gobiernos de izquierda de Lula y Dilma. Desconocerlo es faltar el respeto al pueblo de Brasil

Foro por la democracia

Editorial El Mercurio de Santiago, viernes, 22 de marzo de 2019

Es lamentable que la realización del «Foro por la Democracia» -que congregó ayer en Santiago a más de cuarenta organizaciones latinoamericanas, entre partidos políticos y centros de estudio de derecha y centroderecha- se haya concretado la misma semana y apenas un día antes de la cumbre sudamericana impulsada por el Presidente Piñera. En efecto, tal coincidencia puede haber dado pie a confusiones respecto de dos instancias muy distintas, cual es una reunión entre mandatarios en la búsqueda de nuevas formas de integración regional, más allá de ideologías, como la que se hará hoy en La Moneda, y un encuentro de explícito carácter político, como fue el foro realizado ayer. Una mayor separación en el tiempo habría ayudado a despejar las suspicacias que algunos han querido levantar respecto del sentido de la cumbre sudamericana, pero además habría permitido una mejor apreciación del interesante esfuerzo que supuso el referido «Foro por la Democracia».

Esta última iniciativa marca el inicio de una nueva forma de coordinación entre colectividades y centros de estudios que comparten un ideario común. Pero aunque ese hecho es en sí relevante, conviene atender también a los tópicos fundamentales abordados.

Desde luego, cabe destacar la reivindicación de la democracia representativa. Esto, que podría considerarse a estas alturas de la historia una cuestión obvia, cobra nueva relevancia cuando una parte de la izquierda ha empezado a levantar discursos relativizando su valor y el de sus instituciones, para en cambio mitificar el asambleísmo y la supuesta «voz de la calle». Frente a ello, la centroderecha latinoamericana, junto con resaltar la importancia de las instituciones, entiende la necesidad de un Estado sólido pero que reconoce sus límites en la libertad de las personas y en una sociedad civil fuerte.

Desde una perspectiva regional, la situación venezolana ocupa lugar preponderante en las preocupaciones del sector, tanto por la urgencia de la tragedia que ese país vive como porque el caso constituye un ejemplo dramático del poder destructivo de los populismos. En esa línea, se propuso una revisión del papel de los organismos internacionales para que sean instancias efectivamente capaces de actuar frente a situaciones de crisis.

Los otros dos temas ampliamente tratados en el foro -políticas sociales, y desarrollo inclusivo y sustentable- abren importantes perspectivas para el futuro. Aquí cabe mencionar la nueva realidad demográfica, caracterizada por el envejecimiento de la población y el reto que ello plantea a los sistemas previsionales y de salud, entre otros.

También se atendió a los desafíos del empleo ante la cuarta revolución industrial y la necesidad de adaptación de la fuerza laboral; la importancia de políticas públicas que fomenten la innovación y el emprendimiento, y las nuevas realidades producto de la creciente población migrante. El foro tampoco pasó por alto los temas de inclusión social, con la incorporación de la mujer al mundo laboral y la equidad de género; el reforzamiento de la perspectiva medioambiental; el mejoramiento de las ciudades, y la atención a las necesidades de grupos postergados.

La agenda combinó así temas esenciales del pensamiento liberal-conservador, con tópicos y perspectivas que requieren una mirada nueva. Sería positivo que esta iniciativa fuera seguida de otras, donde políticos e intelectuales puedan enriquecer sus miradas y promover discursos creativos, dotados de mayor densidad conceptual y capaz de abordar una realidad en evolución.

Equivocada actitud ante visita de Jair Bolsonaro

Editorial diario La Tercera, viernes 22 de marzo de 2019

“En la reunión con el Presidente de Brasil, no vamos a participar”, informó el martes el recién asumido presidente del Senado, Jaime Quintana. El parlamentario aseguró que, si bien ese día le corresponde estar en su región, “también hay una decisión política”. En la misma línea, el vicepresidente de la corporación, Alfonso de Urresti, aseguró que no participará del almuerzo al que fue invitado por La Moneda, por considerar que “el Presidente Bolsonaro es un peligro para la democracia y para la región”, y agregó que se trata de “un ultraderechista que puede provocar mucho daño”. Al igual que Quintana y De Urresti, los miembros de la recién asumida mesa de la Cámara de Diputados, presidida por Iván Flores e integrada por Loreto Carvajal y Pepe Auth, también desistieron de aceptar una eventual invitación, que aseguraron, a esas alturas, aún no recibían. “No voy a ir al almuerzo con Bolsonaro, porque no comparto las apreciaciones que ha hecho en sus discursos, que son xenófobos”, sostuvo el diputado Flores.

Si bien es cierto que no se trata de una visita de Estado -que sí obligaría a los titulares de ambas cámaras a asistir-, sino de un viaje oficial del Mandatario brasileño, la decisión de los presidentes del Senado y de la Cámara termina igualmente afectando la dignidad republicana de los cargos que ostentan, al subordinarlos a consideraciones personales. Los parlamentarios gozan de pleno derecho a tener su propia opinión sobre el Presidente de Brasil, pero en su calidad de titulares de las cámaras que conforman el Poder Legislativo, tienen también una responsabilidad institucional, que va más allá de sus posturas políticas. Bolsonaro fue elegido Presidente de Brasil con el voto de más de 50 millones de ciudadanos, en unas elecciones libres y democráticas, y es el legítimo jefe de Estado de un país con el que Chile tiene una larga tradición de amistad. Se equivoca, por ello, el senador De Urresti al asegurar que su decisión no es un acto contra el pueblo brasileño, sino contra Bolsonaro, porque fue el pueblo brasileño el que mayoritariamente lo eligió.

La actitud de los parlamentarios no solo deja en evidencia un doble discurso, al supeditar a consideraciones ideológicas los intereses generales de la política exterior del país -lo mismo que algunos sectores critican en las actuales autoridades de gobierno-, sino también relativiza la lógica propia de un sistema democrático, al cuestionar a un jefe de Estado elegido libremente por los ciudadanos de su país, por no compartir sus opiniones. En ese sentido, igualmente preocupante es la propuesta de resolución presentada por un grupo de parlamentarios del PC y del Frente Amplio, que plantea cancelar el acto en honor al mandatario brasileño y declararlo persona non grata. La actitud asumida por los presidentes del Senado y de la Cámara establece, por ello, un preocupante precedente, al terminar contaminando decisiones que deben ser propiamente institucionales -como la de asistir a un encuentro con el Presidente de la República de un país cercano-, a la opinión política de las personas que temporalmente ostentan esos cargos, por más legítimas que sean.

Bolsonaro… ¡Una Risotada Espontánea!

Por Cristián Labbé Galilea

A raíz de la venida a Chile de Bolsonaro y de las reacciones que ha generado en la izquierda, conversaba con algunos parroquianos sobre mi experiencia de haber vivido un tiempo no menor en Brasil por allá por la década de los 70, y de como ella me había permitido formarme, no digo un conocimiento acabado, pero sí una idea de ese país y de su gente.

Eran los tiempos de “Brasil, o mais grande do mundo”; del compositor  Vinicius de Moraes  y su famosa “Garota do Ipanema”; de Pelé, la copa Jules Rimet y el tricampeonato del futbol mundial; eran tiempos estimulados por el “Orden y Progreso”,  como reza su escudo nacional.

Lo que vino después, y que de pronto se nos olvida, explica por qué el 2018, en una elección libre secreta e informada donde participaron 147 millones de brasileros, eligieron a Jair Bolsonaro (un ex militar) para que los sacara  del espiral de descomposición y de desgobierno en que habían caído.

La corrupción, la inseguridad, la violencia, el caso Lava Jato, Odebrecht, y otra serie de escándalos terminaron con los expresidentes Lula da Silva en la cárcel, Dilma Rousseff destituida y Michel Temer detenido… Para qué seguir si lo concreto es que los brasileros se hastiaron con la clase política, se aburrieron de ver pasar el tren del progreso en otros países del continente mientras ellos se quedaban en el andén mirando avergonzados cómo perdían el protagonismo que históricamente habían tenido.

Por eso eligieron a Bolsonaro, para que pusiera la máquina a andar en “Orden y Progreso” y expulsara a los viejos políticos que solo pensaban en llenarse “el buche y los bolsillos”. Nada más consecuente con un Brasil que tiene vocación de grandeza y con una nación que siente un profundo orgullo por su historia y sus símbolos patrios.

En ese contexto mis contertulios comentaron con muchos datos la visita del presidente Bolsonaro y sus efectos futuros. Con sus más de 200 millones de habitantes, Brasil es el 5º país más grande del mundo, con un Producto Geográfico Bruto (PGB) enorme. Además de tener una tremenda potencialidad, es el primer socio comercial de Chile en América Latina y el principal receptor de la inversión directa de nuestro país en el exterior; y lo más importante, es un destino clave para las Pymes nacionales.

No se explican entonces las inmaduras y poco democráticas reacciones de la oposición que, con el ánimo de hacerle un desaire a Bolsonaro, de paso han ofendido gratuitamente a todo el pueblo brasilero, históricamente cercano a nuestro país.

Que lo haga Florcita Motuda, la diputada Jiles o que la diputada Orsini -muy dada a mostrar sus atributos físicos sin ningún pudor- reclame porque el almuerzo es con vestido corto daría lo mismo, no se puede esperar mucho más de estos personajes; pero resulta vergonzoso que a ello se sume el Presidente del Senado Sr. Quintana, el Presidente de la Cámara Sr. Iván Flores, y otros políticos que se dicen demócratas y que después se preguntan… ¿porque la comunidad siente un profundo desprecio por la clase política?

Nuestra semanal tertulia terminó cuando uno de los parroquianos preguntó… ¿ustedes creen que el Presidente Bolsonaro está muy preocupado porque los “honorables” Quintana y Flores no asisten al almuerzo…? ¡La risotada no se dejó esperar!

¿Igualdad ante la ley? (basado en una historia real)

Por Roberto Hernández Maturana

El hombre de unos 60 años o más, un militar retirado, está sentado en una silla frente a un escritorio detrás del cual se encuentra una mujer joven que lo mira con actitud hosca. Al lado del hombre, sentado en otra silla, otro individuo mira hacia el techo con actitud indiferente.

La mujer se dirige autoritariamente a sus interlocutores, diciéndoles, que como actuaria del XXX juzgado del crimen, y en la investigación que lleva el Ministro en Visita XXX, que investiga los  hechos que llevaron a la muerte de tres personas el día XXX del mes XXX de 1973, les ha llamado a comparecer en una diligencia de “careo” (es decir confrontar a dos personas que relatan versiones contrapuestas de un hecho – algo que no existe en el sistema procesal penal vigente en Chile, pero si en el antiguo bajo el que se juzga a ex uniformados).

A continuación, se dirige al hombre sentado junto al ex uniformado y le solicita que relate las circunstancias y hechos que presenció el día XXX del mes XXX de 1973. El hombre relata hechos trágicos y lejanos, ante la mirada amarga del ex uniformado. El hombre finaliza su relato diciendo que recuerda que el ex uniformado que tiene al frente era uno de los militares que hace casi 46 años participó en la muerte de esas personas.

La actuaria se dirige al ex uniformado y le pregunta que tiene que decir, negando aquél terminantemente su participación en los hechos descritos. La actuaria pregunta entonces:

– “¿Dónde estaba Ud. el día XXX del mes XXX de 1973?”

– Responde el ex uniformado: ¿Cómo voy a recordar donde estaba un día determinado de hace más de 40 años si apenas puede uno recordar donde estuvo uno un día X del mes pasado?

– ¿Entonces no recuerda donde estaba?, porque su unidad militar se desempeñaba en la zona en que se relatan los hechos insiste la actuaria

– No, no recuerdo…, pero en los hechos en los que se me intenta involucrar no estaba…, un hecho así no se olvida.

– La actuaria se dirige entonces al hombre sentado junto al ex uniformado y le pregunta si tiene algo más que decir. “En mi recuerdo de hace 45 años atrás, en mi mente yo lo tengo a él”… dice.

– El ex uniformado vuelve a negar su participación y solicita entonces que quede textualmente en el expediente la forma en que su contradictor se ha expresado.

Días después el ex uniformado es detenido, sometido a proceso, despedido de su trabajo, confinado en un recinto militar a disposición del tribunal por más de un mes debiendo contratar un abogado, y pagar una fianza para poder salir en libertad, después de habérsele negado en reiteradas oportunidades por considerársele “un peligro para la sociedad”.

Un par de años después, en  circunstancias que rara vez ocurren y que normalmente han terminado con los ex uniformados condenados…, casi milagrosamente dado el tiempo transcurrido, y gracias a la reunión de antecedentes obtenidos por el propio acusado y no por la investigación del tribunal, el ex uniformado logra demostrar su ninguna participación en los hechos, lo que le permite ser absuelto por el juez, pero aún continúa procesado, arraigado, con firma mensual hasta que su causa sea resuelta en los tribunales superiores, dentro de meses o quizás años más.

Querido lector, el hecho que se relata es real…, por razones obvias no se entregan más detalles. Lo importante aquí es destacar que situaciones como estas la viven hoy cientos de ex uniformados, que en su mayoría siendo jóvenes subalternos, soldados, suboficiales u oficiales integraron las Fuerzas Armadas en 1973, son citados a comparecer a un tribunal sin asistencia de abogado, donde el imputado y los testigos declaran al tenor de las preguntas del actuario en un procedimiento escrito de carácter secreto en la etapa de sumario y mediado a través de actuarios, donde una sola persona, el juez, es el encargado de investigar y dictar sentencia, lo cual  lógicamente, no le permite un necesario distanciamiento para dictar una sentencia más objetiva.

Es decir, no hay para los ex uniformados procesados como si lo hay para el resto de los chilenos, la presencia del Juez de Garantía, quien es el único autorizado para disponer el ingreso a un recinto penitenciario, donde hay un Ministerio Público, a cargo de la instrucción en el proceso, dirige y coordina la labor policial durante la investigación garantizando una mayor imparcialidad; donde el procedimiento se hace en forma oral, público y desformalizado, en que las partes están ante el Ministerio Público, Juez de Garantía o Jueces de Tribunal Oral en lo Penal directamente, sin intermediarios; donde el El Fiscal, estudia los antecedentes de la investigación y acusa ante el Juez de Garantía, en presencia del Defensor; donde acusados y testigos deben ser interrogados por un Fiscal y un Defensor ante el o los Jueces, en términos claros y comprensibles; donde se restringe la prisión preventiva a los casos realmente necesarios y amplía otras posibilidades de medidas cautelares contra el imputado; donde las pruebas de testigos, peritos, material y de cualquier otro tipo, para que tenga valor, deben rendirse en el juicio oral y público.

Todas estas garantías de procedimientos legales  que son aplicadas a todos los chilenos, le son negadas a los ex uniformados que son juzgados bajo un sistema procesal penal derogado en Chile el año 2005.

A modo de conclusión, quisiera dejar aquí las consideraciones empleadas por Dn. Orlando Sáenz Rojas, ex Presidente de la Sociedad de Fomento Fabril entre 1971 y 1974; opositor al régimen militar; Presidente del movimientos de independientes por el NO en el plebiscito de 1.988; que apoyó la candidatura de Patricio Aylwin quien fuera elegido Presidente en 1.989 ; y que fuera candidato a Senador en la V Región el mismo año, haciendo fervientes llamados a investigar y castigar  las violaciones de derechos humanos ocurridas durante el régimen militar; quien cansado de ver el abismo creado por la izquierda entre la civilidad y el mundo militar y constatar la injusta persecución masiva que vivían (y siguen viviendo los ex uniformados), escribió en Septiembre de 2013, en la conmemoración del cuadragésimo aniversario del movimiento militar de 1973, un artículo que él definió como “especialmente melancólico, podríamos llamar, dedicado al tema de la falsificación de lo ocurrido en 1973 y del significado del antes y después de lo que entonces había ocurrido”, expresando en algunos párrafos:

“Basta esta sucinta reflexión sobre lo que todos sabemos para sospechar la anchura y profundidad del abismo que se ha creado entre la sociedad civil y el mundo castrense a raíz del tratamiento que le ha dado la nueva democracia chilena a las violaciones de derechos humanos ocurridas durante ese periodo. Y ello por razones tan numerosas como evidentes:

– Porque, en base a dudosos argumentos, se arrastró a tribunales civiles a muchos que debieron ser juzgados en su propio ámbito militar.

– Porque, en base a otros dudosos argumentos, se eludió la ley de amnistía y se anuló incluso el límite de tiempo mediante el inverosímil expediente de considerar la desaparición como delito de secuestro permanente.

– Porque muchos militares fueron condenados por los mismo tribunales civiles que fueron más culpables que ellos como instrumentos de los crímenes del régimen al que obsecuentemente sirvieron.

-Porque casi ninguno de los verdaderos responsables volitivos de esos crímenes desfiló ante los tribunales de justicia.

– Porque hoy, a 40 años de los hechos, se sigue acosando a muchos que eran subalternos de subalternos en aquella época.

– Porque se hizo tabla rasa del dogma de la obediencia debida, que hasta los aliados respetaron después de la Segunda Guerra Mundial, y a pesar del mayor genocidio que conoce la historia de la humanidad (solo se juzgó y condenó a aquellos en que se pudo demostrar que tenían el libre albedrío suficiente para evitar los crímenes en que participaron).

– Porque la casi mitad de Chile que casi logró prolongar el régimen militar hace 25 años enmudeció y desapareció como por encanto cuando llegó la hora del ajuste de cuentas. Hoy es tan difícil encontrar un pinochetista como fue difícil encontrar un allendista a los pocos meses de gobierno castrense.

– Porque el aprovechamiento político del asunto de los derechos humanos llegó a límites repugnantes el pasado septiembre, en que, con la propia colaboración del gobierno, se falsificó la historia en forma que el propio Homero habría envidiado.

– Porque ver a los comunistas embanderar el Penal Cordillera cuando su partido es miembro centenario de un panel internacional autor de los peores crímenes contra los derechos humanos que se conocen, es una afrenta insoportable para los militares chilenos (como que uno se suicidó de vergüenza).

– Porque la repetida historia de que todo lo ocurrido afecta a personas y no a la institución militar es un eufemismo que no creen ni los que lo afirman.

– Porque de sus caídos en la “guerra sucia” nadie se acuerda en el mundo civil, mientras que Santiago arde en cada aniversario del joven combatiente que cayó desafiando la ley y el orden.

Creo que Chile no puede vivir con un foso de recelo y resentimiento entre la sociedad civil y el estrato militar. No tenemos situación internacional para continuar con lo que, a estas alturas, no es otra cosa que un sainete en cuyo reparto nunca estuvieron todos los que son ni son todos los que estuvieron. Hace rato que sonó la hora en que, por el bien y la seguridad de Chile, hay que ponerse a la tarea de restaurar el respeto y la confianza entre esos dos universos. Yo no sé si los políticos chilenos han postergado esa imprescindible tarea por ceguera intelectual o por conveniencia electoral, como demostró el aquelarre de septiembre pasado, pero sí que sé que mejor harían en aplicarse a resolver este problema de imperativa importancia en lugar de perder el tiempo atendiendo a la agenda que les dictan los agitadores de la calle.”

Seis años han pasado desde que Orlando Sáenz escribió el artículo ya reseñado y nada ha cambiado…, lejos de eso…, viejos ex soldados y policías la mayoría subalternos en 1973, siguen siendo arrastrados a los tribunales con acusaciones vagas y sin las garantías de un debido proceso…

William Blackstone (1723 – 1780), jurista anglosajón parlamentario, autor de numerosos textos de derecho, cuyos escritos tuvieron influencia decisiva en el desarrollo de la Constitución de los Estados Unidos de América, dejó un principio del derecho penal, la fórmula de Blackstone (también conocida como ratio de Blackstone), que establece que: «es mejor que diez personas culpables escapen a que un inocente sufra».

Para la izquierda, los tribunales chilenos y el gobierno de Sebastián Piñera, este principio no existe, cuando de militares se trata, por lo que es posible afirmar que aplicar «justicia» de esta manera no es «justicia»… mas bien parece venganza por haber integrado las FF.AA. durante el régimen militar

Hay cosas que hicimos mal

Por Joaquín García-Huidobro

Pasados varios días, los detractores de la marcha feminista coinciden en fijarse en cuestiones secundarias. Se centran en las críticas disparatadas a las AFP y al capitalismo, o en mil otras cosas, pero olvidan lo fundamental: ¿Qué hemos hecho con las mujeres? ¿Qué trato les hemos dado? Son preguntas más importantes que saber si hubo manipulación y un lenguaje tramposo en la convocatoria. Aunque los haya habido, esa circunstancia no autoriza a dejar de lado lo central.

Más allá de sus limitaciones y dispersión temática, fenómenos como este no suceden por casualidad. Hay cosas que nosotros, los varones, hemos hecho muy mal por mucho tiempo. ¿Cuáles? Se me viene a la memoria un recuerdo de mi niñez, en el sur. Yo tendría unos 8 años, y con mi hermano fuimos a las fondas de Fiestas Patrias en un lugar cercano a Parral. Nada muy especial, lo típico de una fonda, pero nos llamó la atención que había un huaso muy obsequioso con una mujer, le daba una copa de vino tras otra. Nosotros no entendíamos por qué ese afán por emborracharla, hasta que un amigo un poco más grande nos explicó: «Quiere curarla para después llevársela a los matorrales que hay más allá». Estaba claro lo que quería, no había duda de que en realidad no era ella -la persona que tenía delante-, lo que le interesaba. Fue un momento angustioso: «¿Por qué nadie hace nada para impedirlo?». Esas mujeres que hoy marchan por Santiago quieren hacerlo.

Unos minutos después nos pasaron a buscar, y nunca me atreví a preguntar el desenlace de la historia, que me parece muy triste. Ese es uno de los aciertos de «Roma», la película premiada en el Oscar: mostrar cómo la increíble irresponsabilidad masculina es un mal que recorre toda la sociedad.

Con lo dicho no pretendo presentar al feminismo como un movimiento inmaculado. Hay muchas cosas que reprocharle, particularmente sus puntos ciegos (todos los tenemos). Mencionaré dos.

El primero es que en la convocatoria se habla de muchas cosas, pero no se menciona específicamente el problema, muy real, de la trata de personas. No hablo de Ucrania o Somalia, sino del mundo más cercano. Aunque no me gusta mucho Netflix, sobre esta materia ofrece bastante material: algunas cosas las he visto y otras no, porque mi estómago no aguanta demasiado. Esas películas y documentales muestran una realidad que existe en Las Vegas («Tricked») o en México («Las elegidas») y que afecta a personas muy normales, que nunca pensaron que podían ser involucradas en ese negocio ni tienen el más mínimo interés en permanecer en esa nueva esclavitud porque estos delincuentes son maestros de la extorsión. También, por supuesto, el problema se da en Chile, con un número de víctimas mucho mayor que los femicidios. Recuerdo un reportaje publicado por la revista Ya hace unos años: «La trata de mujeres en Chile». Horripilante.

El segundo punto ciego tiene que ver con la pornografía. El puñal que se clava en una mujer está sujetado, ciertamente, por una mano. Sin embargo, muchas veces esa mano violenta es la consecuencia de unos ojos que han consumido antes toneladas de pornografía. Andrea Dworkin (1946-2005), una feminista radical, pasó su vida denunciando cómo la pornografía constituía una constante incitación a la violencia contra la mujer. Pocos le hicieron caso, quizá porque no era bonita, pero esa mujer decía cosas muy serias, aunque las pro sex feminists la consideren una puritana.

¿Cómo se defienden muchas feministas? Promoviendo una pornografía de signo contrario, donde los varones son cosificados, tal como ellos hacían con las mujeres. No se dan cuenta de que están reproduciendo, quizá en menor medida, la misma lógica de dominación que está detrás de Don Juan, de los violadores o de los tratantes de personas. El problema no es el género de la víctima, sino el tipo de relaciones que establecemos con los demás, particularmente con los que, en algún momento, están en una posición precaria. No es verdad que todas las relaciones humanas deban entenderse bajo el prisma del poder concebido como dominación.

El tipo de feminismo que observamos en nuestras calles tiene puntos ciegos, derivados de su obsesión con la idea de dominio sobre su cuerpo. No está exento de contradicciones, que -como sus críticos- las llevan a descuidar lo fundamental. Pero nosotros cometeríamos un error gravísimo si, por fijarnos en sus deficiencias, dejáramos de ver que tras él hay algo muy profundo.

Esas personas creen que marchan contra el capitalismo y la discriminación, no por el aborto libre en nombre de las mujeres. En realidad su enemigo es la sociedad opulenta, esa que reduce todas las relaciones humanas a una categoría instrumental, que hace de todo un objeto de posesión y ha renunciado a preguntarse para qué vivir. Mientras no mostremos cómo la economía libre, la familia tradicional, la democracia representativa y la religión contribuyen a que la vida humana tenga sentido, ellas seguirán arremetiendo contra todo lo que -con o sin razón- parezca responder a la lógica que los varones hemos empleado por largo tiempo.

El tipo de feminismo que observamos en nuestras calles tiene puntos ciegos, derivados de su obsesión con la idea de dominio sobre su cuerpo. No está exento de contradicciones, que -como sus críticos- las llevan a descuidar lo fundamental. Pero nosotros cometeríamos un error gravísimo si, por fijarnos en sus deficiencias, dejáramos de ver que tras él hay algo muy profundo.

 

Una pesada carga

Por Gonzálo Cordero, Abogado

Estamos en días críticos para la reforma tributaria. La oposición hace esfuerzos para unirse, y el acuerdo sobre la mesa de la Cámara de Diputados debiera ir acompañada de un gesto político para rechazarla. Los distintos grupos y sensibilidades que se ubican en la oposición coinciden en un concepto fundamental: la reforma no puede significar una rebaja en la recaudación, o sea que, a toda costa, debe asegurarse la pesada y engorrosa carga tributaria actual.

Si algo tienen en común quienes se ubican en el amplio espectro de la izquierda es que su discurso y posiciones, grados más o menos, sugieren que ellos ven en el éxito económico el producto de condiciones sociales injustas y no, preferentemente, el resultado del esfuerzo, el talento o ciertas cualidades del carácter. De allí se desprende una visión culposa respecto de los que han logrado alcanzar algún grado relativo de riqueza; de hecho, gustan denominarlos como “privilegiados”.

Basta escuchar el discurso pro impuestos de los más ideologizados, para percibir el carácter punitivo que le dan a los tributos. Usan expresiones como “devolver” a la sociedad lo que han recibido, y el solo pensar en que se rebaje el monto de esa restitución es reclamado como un fraude, una burla a la justicia, semejante a la que incurre el prófugo penal; excepción sea hecha de cierto tipo de prófugos, por supuesto.

El problema práctico de esta visión, más allá de las profundas disquisiciones filosóficas a que da lugar, es que ninguna sociedad progresa en una suerte de bloque compacto -que es el utópico ideal socialista-, ya que el progreso siempre es liderado por personas, cuyo éxito genera un efecto virtuoso de oportunidades en cadena. Esto nada tiene que ver con la caricatura del “chorreo”, que gusta tanto a algunos para descalificar éticamente los beneficios del progreso.

Pero este discurso que cala entre los pobres como un cuchillo caliente en la mantequilla, por la obvia debilidad en que los coloca su angustia vital, encuentra una reacción completamente distinta en la clase media, personas que han progresado, que gozan de los beneficios del consumo y que tienen conciencia de los impuestos que pagan: IVA, patentes, peajes, etc.

Esta visión de los impuestos marca, en relación con la centroderecha, una diferencia de fondo en los respectivos proyectos políticos, diferencia que es tributaria de una distinta manera de entender al ser humano y su sociabilidad. En consecuencia, el gobierno y Chile Vamos debieran preferir perder la votación de la reforma en el Congreso, que acceder a un alza de ciertos impuestos para lograr los votos necesarios.

La izquierda coloca una pesada carga al progreso; no renunciemos al deber de luchar por aliviarla.

 

El lado correcto de la historia

Por Alfredo Jocelyn-Holt, Historiador

Me he quedado pensando cuál será “el lado correcto de la historia”. Sócrates haciendo preguntas incómodas y corrompiendo a jovencitos significó que lo condenaran a beber la cicuta; hoy, lo acusarían de ser pederasta (aunque feísimo, ejercía mucho poder sobre imberbes impresionables). Colón yendo a Asia vía occidente no pudo estar más desubicado, apenas sospechó lo que había descubierto, incluso devino en “genocida”; de haberse quedado en la Península y exterminado a cuanto beato seguidor de la Inquisición y de reyes católicos, en cambio, se le tendría en los cuernos de la luna. Haberle dado la razón a Newton sobre la ley de gravedad fue probablemente un error. Postergó avances en aeronáutica; ya Leonardo concebía máquinas voladoras (sir Isaac dio por tierra la idea).

Obviamente que cuadrarse con los bolcheviques en 1917 en Rusia habría significado alcanzar el clímax perfecto, pero ¿también comulgar con los comunistas en los años 80 y vivir feliz en ese paraíso amurallado de la RDA? El Reino Unido definitivamente se equivocó durante las dos guerras mundiales del siglo XX. Se farreó una tremenda chance para acertar con el bando conveniente. Si se hubiese sumado al Tercer Reich y al Imperio del Sol Naciente, EE.UU. lo habría resucitado durante la postguerra; el Brexit tendría más razón de ser en ese caso.

Y cómo olvidar a Atila, el “Azote de Dios”. A él sí que habría que levantarle un monumento. Fue inmigrante, lideró hordas de gente que le amargó la vida a esos romanos paganos enmascarados de cristianos, amén que imperialistas decadentes. Godos y vándalos también huyeron ante su presencia. Vale, pues, lo del monumento, pero de esos que tiempo después nadie sabe qué homenajean y se convierten en húmedo pedestal, donde perros vagos paran la pata en medio de tanto asfalto. “Sic transit gloria mundi”. Qué cuento que hay un lado correcto de la historia.

Con todo, Obama se cree el cuento y lo esgrime en contra de Putin por Crimea y su apoyo a Bashar al-Ásad (también en contra de este último); John Kerry, otro tanto. Es decir, cada vez que les va más o menos, según Jonah Goldberg, saltan con la perorata. Bernie Sanders lo ha aplicado a Trump, claro que también así no más le ha ido. Bachelet es de la misma idea, aunque aún no lo refiere a Venezuela. Tratándose de un posible reflejo rotuliano (“knee-jerk reaction”), puede que requiera de cuidado neurológico; no quisiera pensar que se trata de mera soberbia. Goebbels, en cambio, no tuvo que recurrir al trillado argumento, pero habría estado de acuerdo. Calza con todas sus lógicas propagandísticas, y lo de buenos y malos hubiese llevado a Carl Schmitt a éxtasis.

Quintiliano explica tan tosca grandilocuencia. Dice que a la gente le encanta escuchar lo que no se atreve a decir. Se fascinan con el sentencioso con licencia.

 

 

Las Termitas de la Libertad, el Orden y El Progreso

Por Cristián Labbé Galilea

Se reiniciaron nuestras tertulias. Los parroquianos llegaron con incontinencia verbal y con “sabias” reflexiones fruto del ocio veraniego… Unos más negativos que otros, primaron las cavilaciones del tipo “titulares”, es decir frases cortas con mucho cuento, pocos datos, insuficiente información y escasa noción de sus  alcances…. : “las playas privadas, la violencia en la Araucanía, el Deán de la Catedral, el general Fuente-Alba, la colusión de los pollos, el pago de millonarios sobornos para ingresar a universidades americanas…”.

El comentario fue unánime… “han pasado muchas cosas pero el país sigue igual, políticamente el Presidente es el primer actor de esta trama, la oposición no puede estar más desarticulada, la economía está estable, con tendencia al ascenso, empresarios una vez más a “la palestra” y en lo social no ha habido grandes cambios…”

Visto desde una perspectiva anecdótica -con visos de titular de prensa- dicho análisis parece correcto, pero desde la lógica de nuestras tertulias, donde buscamos un análisis integrado, el asunto es un poco más complejo.

Lo que ha ocurrido en el último tiempo requiere ser visto con algo de detención: que el Presidente asuma un protagonismo arrollador afecta sin duda la imagen de su gobierno, sus ministros quedan como una mera y débil comparsa; que la economía aparezca controlada pero con poco dinamismo no incentiva la inversión, y por lo tanto el ciudadano corriente ve el progreso (sus aspiraciones materiales) como algo lejano; en lo social ni que decir, se está embotellado en temas contingentes mientras el resentimiento es cada día más profundo y, la solución a los temas de educación y salud se ve como una gran quimera (por decir lo menos)… De la ética ni hablar.

Siendo objetivos, “es lo que somos”, pero si quisiéramos profundizar un poco más sobre los hechos descritos, podríamos descubrir cómo ellos amenazan las bases políticas, económicas y sociales de nuestra sociedad.

Mi cándido lector dirá que mis apreciaciones son algo tremendistas, pero en mi defensa no puedo dejar de recordar algunas lecturas de verano, entre ellas a Neil Ferguson y su último libro “Civilización”, donde este profesor de Harvard nos advierte sobre las razones por las cuales Occidente, es decir la sociedad de la libertad, de la democracia y del hombre, se ha logrado imponer sobre otras culturas.

El tema del cura Poblete y del Deán de la Catedral, como las demás situaciones que afectan a la Iglesia; el affaire del General Fuente-Alba y los gastos reservados; los casos de corrupción y de colusión empresarial; las falencias y las críticas al Poder Judicial; los abusos sociales y las “chifladuras” feministas; nos está  arrastrando imperceptiblemente a una sociedad sin Dios, sin soldados, sin justicia y sin oportunidades de crecimiento humano… es decir a una sociedad sin principios, donde los valores de occidente poco a poco se están desvaneciendo.

Concluyo de vuelta de vacaciones, y después de una larga tertulia, que cobran más vigencia los planteamientos del profesor Ferguson en cuanto a que, en la Sociedad Occidental a la que pertenecemos -y que está fundada en la libertad, el imperio de la ley, el orden y fundamentalmente en la ética-, todos los hechos que advertimos como menores o anecdóticos son ni más ni menos que verdaderas termitas capaces de arruinar nuestro futuro.

Llegó Marzo

Por Roberto Hernández Maturana

Llegó marzo, y con él muchas personas retornan a sus trabajos, los estudiantes vuelven a sus colegios y universidades, con todo lo que ello significa: una gran cantidad de afluencia en las calles, atochamientos tacos, estrés, etc.

Para el gobierno  es el comienzo de su segundo año en que deberá consolidar las reformas prometidas, y definir el rumbo con el que el conglomerado autodefinido como  de «centroderecha»  buscará proyectarse o, al contrario, empezar a prepara su despedida. 2019 pondrá a prueba toda la capacidad política del gobierno, y eficiencia en su gestión y poder negociador.

No la tendrá fácil. El Partido Comunista ha informado a través de “El Siglo” su medio de difusión que el 7 de marzo, la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), convocará a una manifestación en “defensa de los derechos de las mujeres” y el 22 de marzo será la marcha que adhiere a la convocatoria mundial por la defensa del derecho al agua y para “rechazar el proyecto de la administración piñerista de convertir en vitalicia la apropiación de ese recurso por parte de privados”. Tambien nos informa este medio noticioso que el último domingo de marzo, el Movimiento No+AFP tiene programada una movilización nacional para insistir en un cambio estructural de fondo del sistema privado de pensiones;  para finalmente decirnos que “se están organizando jornadas de solidaridad con Venezuela que podría incluir protestas frente a la embajada de Estados Unidos”, ¡¡¡en apoyo al Gobierno de Nicolás Maduro!!! (Los signos de exclamación los agregó este columnista)

Persistirán las demandas de mapuches radicalizados por lograr su «autodeterminación» y «autonomía jurisdiccional en relación al Estado chileno», tensionando la situación en las regiones del Sur, en las que hasta el gobierno, hasta ahora, se ha mostrado débil para mantener el orden.

Bolivia  presentará su dúplica el 15 de mayo a la réplica presentada por Chile el 15 de febrero pasado.

Continuará la persecución político judicial contra viejos militares, bajo el caduco sistema procesal penal que se usa en Chile para procesarlos, a diferencia del común de los chilenos.

Del verano que se fue, nos queda, aparte del recuerdo de nuestros días de descanso (quienes pudieron hacerlo), los incendios en el Sur y la imposibilidad de prevenirlos (no de combatirlos), y la firme sospecha de que habrían sido provocados por grupos radicalizados. Una señal de lo anterior tuvimos recientemente, con la liberación con arraigo nacional, por parte del Juzgado de Garantía de Collipulli, de 12 comuneros mapuches que fueron detenidos por una patrulla militar en la zona de Ercilla, luego que en el interior de la camioneta en la que se desplazaban se encontraran elementos para provocar incendios.

Del festival de Viña, esa verdadera mescolanza de vanidad, farándula, carnaval, egos, vulgaridad y emociones manipuladas, podemos decir que evidenció una vez más, en el éxito y fracaso de los comediantes (¿”humoristas”?), la distancia del mundo intelectualoide, mal llamado “progre” con el sentir popular. Jani Dueñas dio cuenta que al parecer, resulta más fácil descalificar al Chile profundo, antes que tratar de entender ese abismo que existe entre el discurso “políticamente correcto” de todo aquello que hoy termina en “ismo”, que tanto gusta pregonar a la izquierda , con el real sentir de la gente común, aburrida de que la traten como estúpida.

A lo último la derecha tampoco es ajena, lo que finalmente lleva a la gente a cerrar los oídos a todos estos cantos de sirena, cansados de escuchar a quienes les quieren seguir vendiendo humo, conscientes de que finalmente será su propio esfuerzo el que les sacará adelante a ellos y a sus familias.

Nada es casualidad

Por Joaquín García- Huidobro

Escribo desde México con una pregunta obsesiva en la cabeza. Para muchos parece inconcebible que este país haya elegido presidente a Andrés Manuel López Obrador, el famoso AMLO, y que -con las locuras que está haciendo- su popularidad supere el 80%. ¿Cómo explicar estos fenómenos en Latinoamérica? La respuesta habitual de la derecha diría que los mexicanos se han vuelto locos, que son gente inculta o que han sido manipulados por la demagogia.

En efecto, ¿cómo pueden apoyar a un gobernante que interrumpe las avanzadas obras de un necesario nuevo aeropuerto, haciendo perder a su país miles de millones de dólares (se encarece un 66% según el Colegio de Ingenieros)? Ciertamente favorece al Ejército, lo que se suma a que esta misma semana anunció nuevos beneficios para las FF.AA. Como muestra la experiencia de Maduro, ganarse el afecto castrense (y de los jueces) puede ser muy importante. Se ve que el hombre es astuto, pero ¿resulta bueno para el país?

No le faltan ideas disparatadas. Quiere fundar cien universidades, como si conseguir profesores fuese tan fácil como comprar burritos en un supermercado. Decidió poner en venta el avión presidencial y viajar en vuelos comerciales. Nadie lo compró, el avión sigue sin uso en un hangar y la situación actual sale más cara que la anterior.

Nada de esto se entiende si se olvida que los pueblos viven no solo de eficiencia y políticas públicas bien ejecutadas. La política tiene una dimensión simbólica que buena parte de la derecha parece ignorar. En un país como México, donde tradicionalmente los presidentes han empleado al Estado para llenarse los bolsillos, tener uno que viva con sobriedad, viaje como cualquier ciudadano y quiera expandir la educación tiene un valor que no puede expresarse en términos monetarios.

Una película premiada con el Oscar 2019 nos puede dar pistas para entender estas situaciones. Se trata de Roma. Cuando la vi tuve sentimientos encontrados. A pesar de sus aciertos, me pareció un poco caricaturesca en su exposición de las relaciones entre patrones y nanas. Se lo comenté a una intelectual mexicana, no precisamente de izquierda. Me reconoció que si había exageración, era al revés: la patrona cuyo comportamiento a mí me molestaba era buena para esos años.

Casos como los de AMLO, Evo, nuestro Allende o Lula no son una casualidad. Ellos constituyen una respuesta, en muchos casos disparatada, a situaciones objetivamente inaceptables. Así, en pleno 2019, en el exclusivo condominio Bosques de Santa Fe, en Ciudad de México, viven personas que tienen ingresos astronómicos. A ellas no solo les parece normal que a pocas cuadras haya personas que pasan hambre, sino también que los empleados de ese exclusivo recinto deban entrar por un lugar especial y tengan prohibido circular por las calles de ese reino del privilegio. Es decir, deben permanecer invisibles.

Nosotros no hemos llegado a esos extremos, pero no debemos olvidar la reacción de parte de la derecha ante los socialcristianos que, en los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, buscaban reformar ciertas estructuras y prácticas injustas. «Son unos resentidos sociales», se decía de ellos. Con ese razonamiento tan sutil y profundo se sentían dispensados de reflexionar sobre el tema y dar una respuesta alternativa. Hasta hoy se escucha ese argumento para descalificar a quienes protestan por el dispendio que significan ciertas fiestas de graduación o de matrimonio. Y después se extrañan que existan un AMLO, un Correa, un Allende o una Bachelet.

A los que tengan más años, los invito a hacerse una pregunta incómoda. Casi todos estamos de acuerdo en que la experiencia de la Unidad Popular fue desastrosa para el país en muchos sentidos. Pero ¿qué aprendieron de ella nuestras clases pudientes? ¿Cambiaron su forma de vida, para buscar un estilo más sobrio? ¿Modificaron radicalmente el modo de tratar a «su gente»? Aunque hay loables excepciones, muchos dejaron la parte incómoda a los militares y parecieron limitarse a oír el mensaje de Guizot -el ministro de Luis Felipe de Orleans- a los franceses: «¡enriqueceos!».

Así, dejaron de ser simplemente «la clase alta» (una denominación anticuada que al menos traía consigo ciertos deberes morales) y pasaron a unirse a la emergente burguesía dentro del concepto «ABC1», una categoría neutra que no implica ninguna responsabilidad y que puede convivir perfectamente con la prepotencia, como vemos todos los días en muchas partes del país. Y después se extrañan de las decisiones que toman los ciudadanos en las urnas.

En los últimos años se ha tomado cierta conciencia acerca de que -para la renovación de la derecha- resultan fundamentales las ideas. Se trata de un gran progreso, porque con anemia intelectual no se conquista la mente de las personas. Pero también es importante que esa renovación vaya acompañada de un cambio de actitudes que lleve a desterrar la arrogancia y permita ganar los corazones, de modo que no haya lugar para experimentos populistas.

En todo caso si a usted le molesta lo que afirmo, no se preocupe: simplemente diga que García-Huidobro es un resentido social.

“fake news”: mentiras y noticias falsas

Por Cristián Fuentes, académico Facultad de Gobierno, U.Central.

Todos sabemos que el lenguaje tiene no solo la capacidad de expresar, sino también de crear realidades. Las palabras son símbolos y se puede jugar con ellas, darles múltiples significados y hacerlas más o menos intensas, positivas o negativas. Eso es lo que sucede con algunos términos como “fake news” y post verdad, adoptados del inglés o neologismos en español que esconden su definición real: noticias falsas y mentiras.

Su uso cotidiano, sobre todo en las redes sociales, las han ido despojando de la carga moral y ética que poseen, haciéndolas neutras, de allí a que sean permitidas y hasta legitimadas hay solo un paso…y ese paso ya se dio. Pero, no da lo mismo decir cosas ofensivas que no corresponden a la realidad contra alguien, inventar argumentos falaces y amplificarlos por medio de la tecnología, pues está demostrado que mientras la mentira es más grande, más gente la cree.

Si pronunciamos vocablos de distintas maneras cambia la forma de entenderlos, empleamos léxicos robados y pedimos permiso para transformarlos en instrumentos más digeribles, nuestra conciencia se aquieta y el castigo se desvanece: ¿para qué?, ¿por qué?

Es como contar con un poderoso arsenal de armas con silenciador y mira telescópica, cuyo estruendo no se oye y con las cuales se puede matar a la distancia, aunque ello no borra el delito a lo menos lo adormece. Esto funciona hasta que despertamos del sueño y comenzamos a sentir, salvo que hayamos perdido la sensibilidad y ya no sepamos o no queramos distinguir.

Es peligroso vivir así, encerrados en nuestras propias convicciones, aunque no tengan nada que ver con lo que nos rodea, salvo un grupo de gente que está convencida de eso, y pareciera intrascendente si se aleja de lo demás. Así se manipulan conciencias y se fabrica opinión sin necesidad de comprobar nada, por último, es suficiente si hay gente que coincida con nosotros.

Un marcado individualismo anti gregario y el sentimiento de amenaza permanente que el proceso de deconstrucción de la identidad del hombre contemporáneo son causas que ayudan a explicar estos fenómenos, raíces psicológicas que sustentan una postura que deriva en fanatismo, con poca o nula racionalidad justificada socialmente,

más que por ausencia de argumentos, porque no importa si solo es probable para uno mismo, ahora, si se puede convencer a otros, mejor que mejor.

Esto es todavía peor cuando no nos atrevemos a decir las cosas por su nombre, inventando excusas para tranquilizarnos, no obstante, todos sepan que es un engaño. Nos encontramos ante una pretensión ilusoria, pues por muy escondido que esté el dolor permanece, aparte de que ocultar aquello que nos daña o molesta mutila la libertad.

Quizás sería mucho mejor hacerse cargo de falsedades y mentiras con nombre y apellido, pues reconocer lo evidente es el primer indicio de que se quiere curar la enfermedad de nuestros tiempos.

El problema no es la raza

Por Rodrigo Córdova , Periodista

Desde hace un par de años comento temas de actualidad económica chilena desde la perspectiva que dan casi 12 años viviendo en Canadá.

Muchas veces, planteo ideas basadas en la forma en que Canadá, una sociedad reconocida internacionalmente por sus altos niveles de calidad de vida, ha dado respuesta a necesidades sociales: educación, salud, pensiones, etc. y frecuentemente, recibo comentarios del tipo “para que eso funcione en Chile tendríamos que ser canadienses”, apuntando a una especie de superioridad ética que los canadienses tendrían sobre los chilenos. Una manifestación de la conocida creencia que la raza es la mala.

Nuestros problemas serían culpa de una evolución genética que nos hizo flojos y corruptos y a los canadienses trabajadores y probos.

La realidad es bastante diferente. Los canadienses son tan imperfectos como los chilenos en prácticamente todos los ámbitos. Algo que no es posible detectar estudiando los países desde la distancia, a partir de un conjunto de gráficos OCDE o planillas Excel.

La política canadiense no es más elevada que la chilena. La pobreza de ideas en los debates políticos y la relatividad de la ética pública son equivalentes a lo que vemos en Chile.

El Primer Ministro Trudeau percibido por muchos en Chile como un líder mundial, un político con ideas, capaz de generar una visión política propia, es tan ramplón como Piñera o Bachelet, pero con mejor pinta, una juventud y manejo de las relaciones públicas que lo favorecen. Sin embargo, de forma muy similar a la meritocracia chilena, Trudeau está en el poder por ser el hijo de su padre (ex Primer Ministro) y por la ausencia más abismante de posibles competidores. La misma carencia de líderes reales que vemos en Chile.

A nivel empresarial y de mercados, los conflictos de interés, los actos de corrupción, las puertas giratorias tampoco son menores.

El reciente caso de SNC Lavalin, una empresa que de manera sistemática, durante más de una década hizo de la corrupción interna y externa una parte de su modelo de negocios es un ejemplo. Y frente a la corrupción, el Primer Ministro Trudeau está muy complicado porque una miembro de su gabinete acusó presiones de la oficina del Primer Ministro para forzar a la Fiscalía a llegar a un arreglo para salvar SNC Lavalin. Algo similar a lo que vimos en Chile con el financiamiento ilegal de la política. Justicia en la medida de lo posible o lo conveniente.

El supuesto respeto por el medioambiente, las buenas prácticas sociales de los canadienses, se vienen abajo cuando uno mira proyectos como Pascua Lama, propiedad de Barrick Gold (que ahora apunta a la Patagonia chilena).

Canadá cuenta fondos de pensiones altamente sofisticados, inversionistas institucionales que juegan en las grandes ligas. Uno podría esperar niveles de controles internos, gobernanza y compliance muy superiores a los que tienen las AFPs chilenas, pero también ahí hay fallas tan grandes como el territorio canadiense.

Difícil de creer cuando se tiene la percepción de pureza que Canadá genera, pero los hechos lo demuestran: hace muy pocas semanas, una vicepresidenta del brazo inmobiliario de la Caisse de Dépôt et Placement du Québec, uno de los fondos de pensiones más grandes de Canadá, tuvo que renunciar cuando se descubrió que su pareja y socio mantiene negocios de préstamos con la mafia de Montreal. El CEO de la misma entidad que también tuvo que renunciar al descubrirse que gestionaba préstamos para financiar proyectos inmobiliarios para su socio ¡y para él mismo!

¿Hemos tenido un escándalo similar con las AFPs? No, simplemente no.

Ni hablar de Bombardier que obtiene una y otra vez ayuda de miles de millones de dólares del gobierno y de la propia Caisse de Dépôt abusando de su posición de empresa clave para el empleo y altamente conectada con las esferas del poder, y lo primero que hace es pagar con plata de los contribuyentes bonos de varios millones de dólares a sus directores, al tiempo que se niega a modificar su estructura accionaria que permite a la familia controladora hacer y deshacer a gusto gracias al voto múltiple de las acciones que detenta, para luego proceder a despedir a cientos de trabajadores de la misma Provincia (Quebec) que le tiró el salvavidas.

Podemos agregar la colusión de la industria de la construcción que hace ver pequeña de la colusión del confort chilena (y más interesante al meter a la mafia italiana de Montreal al medio).

Todo lo anterior demuestra que en todos lados se cuecen habas y que no es la pureza moral la que ha hecho la diferencia. Que no nos vengan a dar lecciones en eso.

Las preguntas son evidentes ¿cómo es posible que la sociedad canadiense pueda ser catalogada como una de las más felices del mundo si hay tantas imperfecciones? ¿Por qué no vemos a los canadienses quemando autos con chalecos amarillos en las calles de Ottawa, Toronto, Montreal?

La razón es porque Canadá logró estructurar un modelo de sociedad en donde, a pesar de tener políticos de poco vuelo, de las malas prácticas y la corrupción, existen mínimos en aquellos aspectos más fundamentales de la vida.

La salud no es de lujo, pero nadie muere por falta de dinero o endeuda ad-eternum a su familia por un tratamiento; la educación puede ser mucho mejor, pero hay acceso universal a educación escolar gratuita; durante la vejez también existen beneficios universales independientes de la contribución y una red de beneficios para los viejos que hacen más llevadera esa etapa de la vida, etc.

En el fondo, la gran diferencia entre Chile y Canadá es que Canadá tiene el desafío de luchar contra una burocracia ineficiente, malas prácticas y corrupción para mantener y elevar las prestaciones y cobertura que su modelo puede brindar de forma universal. Por ahora, pese a todo, los mínimos son suficientes para mantener bajos niveles de delincuencia, violencia social y proteger la paz social.

Chile, por el otro lado, todavía no logra establecer mínimos indispensables en necesidades tan básicas como salud, educación y pensiones, a lo que se suman una serie de abusos y malas prácticas a nivel empresarial y político.

Es una diferencia enorme, pero la raza no tiene nada que ver en ello.

El humor en tiempos de cólera

Por Daniel Matamala Thomsen,  Periodista

El humor en Viña suele ser cosa seria, tan seria que levanta los primeros debates sociales del año que comienza, en la práctica, justo al terminar el Festival. Antes ha sido la homofobia o el desprestigio de los políticos. En 2019, puso al descubierto el mix explosivo de las cámaras de eco y la corrección política.

Nuestra sociedad está fragmentada: de lunes a domingo, por 24 horas, las redes sociales son cámaras de eco entre iguales. Pero, con millones de personas expuestas simultáneamente al mismo estímulo, en ratings que llegan a los 50 puntos, las seis noches de festival son uno de esos raros momentos que recrean algo parecido a lo que Habermas llamó la “esfera pública”.

Es un instante en que las convicciones crecidas en el cómodo nido del grupo de WhatsApp y los likes de Facebook se ponen a prueba ante un público diverso. Es una gran paradoja que tengamos que recurrir a la uniformidad de la “tele de antes”, esa que se veía en cadena nacional, para conectarnos con la diversidad del país en que vivimos.

Y ese choque puede ser brutal. Le sucedió a un grupo que podemos definir como liberal, relativamente joven e instruido, que tenía su propia heroína designada y su villano preferido: Jani Dueñas y Dino Gordillo, respectivamente. Para ellos, el fracaso de la primera y el triunfo del segundo fueron inesperados golpes de realidad. Algo así como mirarse en un espejo demasiado fiel, que les devolvió la imagen de un Chile distinto al que imaginaban.

En estos tiempos de cólera, de agravio fácil y de epidermis delicadas, descubrir un sentido del humor diferente en otros significó no solo un shock, sino una ofensa. Se multiplicaron las descalificaciones hacia ese público (“añejo”, “machista”, “patético”, por citar algunas publicables) que osaba reírse de algo diferente a lo “correcto”.

Este debate tiene unos 2.700 años. Ya en el siglo VII a.C., los poemas satíricos de Arquíloco levantaban controversia al ensalzar a través del humor vicios como la cobardía en combate (“Puse a salvo mi vida / ¿qué me importa el tal escudo? /¡Váyanse al diantre! / Ahora adquiriré otro no peor”) y la embriaguez del soldado (“de las huecas jarras hasta las tapas quita / y vierte el vino rojo hasta la hez”). Tan aguda era la sátira de Arquíloco, que se dice que llevó al suicidio a dos de las víctimas de sus dardos, su exprometida Neóbula y el padre de ella, Licambes.

Según la gran enciclopedia bizantina, la Suda, a Arquíloco habría que “quitarle su boca sucia y su discurso injurioso, y lavarlos como una mancha”. Para Plutarco de Queronea, el poeta hacía “un espectáculo de sí mismo”, con “sus indecorosas y obscenas expresiones hacia las mujeres”.

Por 27 siglos, de Arquíloco de Paros a Gordillo de Lota, el humor se ha balanceado en la cornisa de lo prohibido. Aunque hoy los dictadores o sacerdotes sean reemplazados como censores por una forma cada vez más caricaturesca de corrección política.

En su mejor versión, es la saludable idea de pensar antes de replicar irreflexivamente chistes o estereotipos hacia ciertos grupos de la sociedad. Una cuestión de inteligencia y empatía. Pero está mutando hacia lo contrario: un índice no solo de palabras prohibidas, sino incluso de temas vedados: situaciones y segmentos de la población sobre los que estaría prohibido hacer humor.

Una feminista como Ana Belén se lamenta de que “la corrección política se nos ha ido de las manos”. Mario Vargas Llosa la define como “una nueva inquisición”. El director de la RAE, Darío Villanueva, dice que es “una censura perversa”.

Un Index librorum prohibitorum. La negación misma de la reflexión crítica. Así se llega al absurdo. Un diputado de la República, Raúl Florcita Alarcón, teoriza que Dueñas fue víctima “de la ultraderecha… convocada para show armado contra Venezuela”. Desde la vereda conservadora, otros celebran que el éxito de Gordillo y el fracaso de Dueñas representan “la derrota del feminismo”, una interpretación que tomó tanto vuelo que la propia Dueñas le pidió “disculpas al movimiento”, por el daño infligido a la causa.

Para ser humor, este debe jugar siempre al límite del off-side. Una línea plagada de sutilezas y equívocos que es más riesgosa aún, en estos tiempos de cólera.

Venezuela… un Inquietante Déjà Vu

Por Cristián Labbé Galilea

Imposible soslayar lo ocurrido el 23 F con Venezuela y la ayuda humanitaria que un número importante de gobiernos, liderados por Estados Unidos, pretendía hacer llegar “si o si” (sic) al pueblo venezolano -que por décadas vive la tragedia de una dictadura de izquierda- y, de paso, “botar” a Maduro.

Los cronistas, políticos y editores, han dicho de todo, pero si en algo hay coincidencia… es que fue un fracaso; bastaba con mirarles la cara a los mandatarios y a las autoridades internacionales que se dieron cita en Cúcuta, Colombia.

Quienes creyeron que derribarían la dictadura de Maduro desde afuera se equivocaron, no consideraron que los gobiernos (dictatoriales) “se desmoronan y caen” por dentro; además, se enredaron con “una jugada” demasiado advertida y que, al estar liderada por “los gringos”, sólo consiguió exacerbar en los más exaltados un nacionalismo anti-imperialista muy arraigado en el ADN de los latinos, con lo cual le dieron “más aire” a un Maduro prácticamente cianótico.

Quienes lideraron esta iniciativa, especialmente el Presidente encargado Juan Guaidó, evidenciaron un feble liderazgo al no lograr movilizar a la oposición venezolana, que se supone mayoritaria, ni menos consiguieron seducir a los militares para que abandonen a un disminuido y debilitado Maduro, con lo cual se desvaneció la esperanza del ciudadano común y corriente de terminar con décadas de un calvario que sigue pareciendo interminable.

Son estas ocasiones cuando se extrañan los verdaderos líderes. Recordará mi ilustrado lector cuando el 12 de junio de 1987 el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, pronunció su discurso, en la Puerta de Brandeburgo, próxima al muro de Berlín, en el que dijo «Señor Gorbachov eche abajo este muro, (Tear down this wall)», ante miles de personas que se habían dado cita a los pies del muro y, al poco andar, se derrumbó la Unión Soviética. Eso en esta oportunidad no ocurrió, ni va a ocurrir.

Es más, después del fracaso de 23 F, en las tierras de Bolívar aparece con más fuerza el fantasma de una guerra civil. Las decenas de miles de guerrilleros de las FARC, del ELN, de paramilitares, de miembros del servicio secreto G2 de Cuba y de narcos, amparados en territorio venezolano, no están dispuestos a ceder “su madriguera”, menos ahora que comprobaron la posesión de una no despreciable cuota de poder.

Considerando lo anterior, de una u otra forma, unos más explícitos que otros, estiman que la solución a la crisis venezolana pasa por una intervención militar como la que hubo oportunamente en nuestro país en la década de los 70… pero no se atreven a decirlo por temor a ser acusados de fachos, imperialistas o de extrema derecha. Hoy son muchos los que recuerdan a

Querámoslo o no, lo ocurrido en estos días en Venezuela ha hecho que en nuestro país las miradas de la historia se vuelvan hacia el pasado reciente, donde se confirma que los militares chilenos respondieron patrióticamente al llamado de las principales instituciones republicanas y al clamor ciudadano, por lo que, digan lo que digan… nuestros soldados pueden sentirse orgullosos.