Fiscalía vs. Carabineros: ¡Impresentable y peligroso!

Extractado del Boletín informativo Nº 108 del Movimiento Nacional Sindicalista MNS, del 28 de enero 2018 

El 11 de octubre de 2017, Carabineros entregó a la Fiscalía 3 DVD con imágenes relacionadas con la “Operación Huracán”, los que fueron enviados para su análisis a la unidad especializada en lavado de dinero y crimen organizado de la Fiscalía Nacional. Ésta entregó su informe el 28 de diciembre, señalando que no contenían imágenes de las supuestas conversaciones de mensajería, por lo que lo indicado en los informes (policiales) no correspondería a la verdad”.

El 22 de diciembre, el Fiscal Nacional recibió una denuncia del director nacional de Inteligencia de Carabineros por la eventual filtración de antecedentes desde el Ministerio Pública a los acusados de la “Operación Huracán”, lo que se hizo público el 14 de enero. El 25 de enero, la Fiscalía de Temuco comunicó su decisión de cerrar el caso por asociación ilícita contra Héctor Llaitul y otros. A continuación, el caso se convirtió en el principal tema de todos los medios y se sucedieron

declaraciones públicas del Ministro(s) del Interior, del Director General de Carabineros y del Fiscal Nacional, además de comentarios de dirigentes políticos y gremiales, allanamiento de locales policiales, etc..

Aprovechando la situación de confusión y desconcierto generados por el enfrentamiento entre poderes del Estado, terroristas secuestraron trabajadores y quemaron camiones en un predio “con resguardo policial” en Pidima.

La gravedad de lo sucedido es difícil de dimensionar. No tenemos antecedentes suficientes para asignar responsabilidades, pero es evidente la ausencia de la prudencia más elemental en el manejo de la situación. Cualquiera sea el resultado de las investigaciones en curso, la credibilidad del sistema quedará muy debilitada. Quedan muchas preguntas abiertas: ¿Quién se preocupa realmente por las víctimas del terrorismo en la Araucanía? ¿Quién tiene voluntad política de terminar con la violencia insurreccional? ¿A quién le conviene que promotores conocidos de ataques a civiles queden impunes? ¿Existe una red de protección al terrorismo dentro de instituciones gubernamentales? ¿Es creíble el argumento de los montajes, cuando anarquistas que lo esgrimieron fueron absueltos en Chile y condenados poco después en España por delitos similares? ¿Es posible que la policía y el gobierno no sepan quién está detrás de los actos terroristas?

Lo que está en riesgo de desaparecer es nada menos que la confianza en el Estado de Derecho, ya muy debilitado por la acción del gobierno y del poder judicial con la aplicación de “ficciones jurídicas”, como el “secuestro permanente”, la discriminación de los presos políticos militares y la no aplicación de principios jurídicos básicos, a lo que  se suma la sensación de impunidad para delincuentes comunes y terroristas.

Estamos viendo las consecuencias que se producen cuando personas con poder toman decisiones basadas sólo en intereses de grupos (o partidos) y no en función del interés nacional.

Bochornosa pugna de Fiscalía y Carabineros

Editorial diario La Tercera, lunes 29 de Enero de 2018

La abierta pugna que se ha desatado entre Carabineros de Chile y el Ministerio Público -donde esta última institución acusa a la policía uniformada de una grave manipulación de pruebas en el marco de la “Operación Huracán”- es una situación no solo inédita sino enteramente irresponsable, porque ante graves acusaciones cruzadas se erosiona la credibilidad en instituciones fundamentales y muestra una torpeza mayúscula para haber impedido que una situación así se desbordara hasta este punto.

Los hechos que se imputan a Carabineros en cuanto a manipulación de pruebas para lograr inculpados en un delito de quema masiva de camiones en La Araucanía, revisten especial gravedad y deben ser despejados cuando antes. La Fiscalía de La Araucanía presentó un escrito en tribunales para cerrar la causa y abrir una investigación de todos quienes resulten responsables de esta adulteración. “(Las diligencias pendientes) dan cuenta de la desidia y desprolijidad en el trabajo investigativo por parte de la Unidad de Inteligencia Especializada de Carabineros”, dice en parte de su escrito. Antes, Carabineros había acusado que desde la propia Fiscalía -así como de la Agencia Nacional de Inteligencia- hubo filtraciones de la “Operación Huracán” hacia alguno de los inculpados, lo que ha sido negado por el Ministerio Público, acusando que en esta denuncia también se fabricaron pruebas.

El gobierno ha ordenado un urgente sumario a Carabineros, cuyas primeras diligencias ya se concretaron. Al Ministerio del Interior le habría correspondido la indispensable tarea de haber hecho una labor de coordinación entre ambas instituciones para contener esta cascada de acusaciones cruzadas. Pero su manifiesta prescindencia en una crisis cuya gravedad no cabe minimizar ha contribuido al desborde de la situación.

Carabineros, por su parte, ha negado tajantemente la manipulación de pruebas, y su director de Inteligencia ha insistido en validar la investigación, manifestando su preocupación por el cierre del caso por parte de la Fiscalía, algo que resulta insólito considerando que constitucionalmente el Ministerio Público tiene el monopolio de la acción penal. Como institución no deliberante debe actuar con prudencia y sujetarse rigurosamente a lo que dispone la ley.

La falta de tino y mesura de instituciones clave como la Fiscalía y Carabineros es sencillamente inaceptable, las que optaron por una inconveniente guerra mediática antes que por la prudencia y los canales adecuados, causando un grave daño a la credibilidad en el trabajo de ambas instituciones. Al entrar en una abierta e irresponsable pugna, se hace difícil que el trabajo mancomunado en contra del delito pueda desarrollarse en forma que brinde confianza y tranquilidad a la propia ciudadanía, de lo que solo se beneficia la delincuencia.

Los habitantes de La Araucanía probablemente observan con profundo estupor que en los casos de violencia que los han afectado, si antes de este episodio campeaba la impunidad, ahora la posibilidad de lograr justicia se aleja aún más. Esta falta de confianza ocurre, además, justo cuando el juicio del caso Luchsinger-Mackay deberá ser repetido, donde la Fiscalía deberá presentarse con las pruebas recabadas en su momento por Carabineros.

 

Condenados por crímenes de lesa humanidad

Por Miguel Ángel Vergara Villalobos

Sin duda debe tranquilizar la conciencia de quienes ayer proclamaban la violencia como arma legítima de la lucha política, asumir hoy que todos los que cumplen condena en Punta Peuco son responsables de horrorosos crímenes y torturas contra personas inocentes. No cabe sino calificarlos como “delitos de lesa humanidad”, aun pasando por alto que se está aplicando una ley con efecto retroactivo.

Se prefiere ignorar que los militares están sometidos a un sistema procesal penal arbitrario, ya suprimido en Chile, que permite que muchos jueces, preocupados por su carrera funcionaria, no busquen hacer justicia sino condenar a como dé lugar. Dado que es complejo reconstituir escenarios de hace 40 años con un país en caos, no es desusado que los magistrados recurran a subterfugios jurídicos y acepten o rechacen pruebas a su amaño, con el propósito de que la presa no escape.

Contrariamente a lo que se difunde, el proyecto de ley para otorgar beneficios a los condenados por delitos de lesa humanidad, lejos de la justicia, es una muestra más del deseo de venganza contra los militares que tuvieron la dura, incomprendida y riesgosa tarea de neutralizar el terrorismo. Eso, edulcorado con la armonización de nuestra legislación interna a la norma internacional para los “delitos de lesa humanidad”.

¡No se Equivoquen… Éstos son Ellos!

Por Cristián Labbé Galilea

En esta época nuestras tertulias dan paso, con asistencia variable, a un fresco “aperitif” al caer la tarde. Se trata de no perder la costumbre de mantener un relajado intercambio de opiniones. Todo hacía suponer que esta semana continuaría el tema de Francisco y el obispo Barros; que sería tema obligado el futuro gabinete… ¡Que tema había, había!

Pero, como siempre ocurre, “uno propone  y la contingencia dispone”: se fue Nicanor Parra con sus versos, tan creativos como irreverentes; se informó que la operación “Huracán” era solo un invento policial, por lo que los terroristas mapuches quedaban libres y los carabineros sumariados… Estábamos en los prolegómenos del coloquio cuando llegó un comensal muy alterado…

¿Podrán creer esto… miren bien esto y díganme que piensan…?   Sin más, aventó sobre la mesa copias de dos grabados (murales) que, según nuestro contertulio, se encontraban en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende (MSSA).

Mientras mirábamos atónitos -lo que el lector habrá encontrado al iniciar estas líneas-, comprobé con mi teléfono que la información era verdadera… ¡ahí estaban, en el mismísimo MSSA!

Los epítetos no se dejaron esperar: ¡…increíble, horroroso, la anarquía misma…!, “son los progresistas de hoy que buscan destruir todo aquello que le dé sustento y sustrato a la sociedad libre, sus principios y sus valores”. Alguien agregó… “ojo, que esto va más allá de la conocida “iconoclasia” (movimiento contrario al culto de las imágenes religiosas), estamos frente al intento por destruir cualquier distintivo o imagen (religiosa o no) que represente los tradicionales criterios, de ética, historia, política y ciudadanía…”.

Las advertencias fueron subiendo su tono, principalmente porque los presentes coincidían en que las intervenciones del presidente electo y su círculo cercano apuntaban en la dirección opuesta… “…queremos unir a los chilenos, fortaleciendo la cultura del dialogo, los acuerdos y la amistad cívica…” (sic).

No faltaron referencias a cientos de memoriales y museos con los que se busca sembrar el odio y adulterar la historia… “esta semana se inauguró otro memorial en homenaje a los mapuches caídos en la Araucanía, sin ninguna referencia al terrorismo en la zona”, “…para qué hablar del Museo de la Memoria que financiamos todos los chilenos (más de dos mil millones al año)…”.

Esto último, me dio pie para señalar que los hechos comentados eran gravísimos, que no eran nuevos y que se venían repitiendo desde hace tiempo, en nombre del progresismo y de una libertad transformada en libertinaje. Les recordé la destrucción del Cristo de la Gratitud Nacional y el impacto que había tenido en la comunidad…

Terminé diciendo… “cierto, son actos anárquicos e inmorales, pero no van a terminar si no los damos a conocer a la comunidad. El país tiene que saber que estos hechos están sucediendo y que son financiados con dineros públicos…”.

Tomé los gráficos y les dije… “por favor miren bien, esto es lo que el progresismo plantea, permite y financia con sus impuestos… es indispensable que la mayor cantidad de personas vean estos horrores y que se convenzan frente a que amenaza nos encontramos… ¡por favor miren bien… no se equivoquen ni un minuto, Éstos son ellos…!

Ojo con los Lobos ateos…

Por Cristián Labbé Galilea

Terminó la visita del Papa Francisco. Ahora viene el tiempo donde sobrarán las interpretaciones, las profecías, los juicios de valor. El periodo durará poco, muy luego se confundirá lo espiritual con lo mundano; bastará que el Presidente electo dé a conocer su próximo gabinete, para que allí apunten todos los dardos y, Francisco… será pasado.

Mientras tanto, los comentarios darán para todo, ya lo estamos comprobando: “…La iglesia mostró sus divisiones; la visita se “en Barró” (literalmente); los  propios Jesuitas le sacaron el piso a Francisco; el gasto y la parafernalia opacaron el mensaje sobre la pobreza; los jóvenes canturrearon mucho, pero de contenido poco; tres feriados y poca gente; al final el diablo metió la cola…”.

Algunos más “iniciados” dirán: que no se tocó el tema del aborto; que nada se dijo sobre la quema de iglesias; que poco se habló del daño que los gobiernos ateos (léase sin ánimo peyorativo) le han hecho a la Iglesia (con mayúscula) en temas referidos a los valores, a la educación, a la familia; que estuvo de más la referencia en Temuco a “la dictadura”. En suma, su grey se preguntará si su misión pastoral, que quiso ser cercana, no pareció más condescendiente con el progresismo que con una orientación pastoral renovada, para colocar a la Iglesia a la altura de los tiempos.

Conversábamos estos temas cuando cometí la imprudencia de “pontificar”: “…Se podrán decir y pensar muchas cosas, son los efectos de la posverdad -donde la emoción prima sobre la razón-, pero la historia, la filosofía y todas las ciencias del saber nos enseñan que a la Iglesia no se le puede juzgar con perspectivas limitadas y menos interesadas… son siglos de siglos los que hay que ponderar...”.

Un devoto parroquiano saltó al ruedo: “…como parte del rebaño que está “bajo el cayado” del Pastor de Roma puedo, con toda tranquilidad y sin ser apóstata, ni arriesgar excomunión, denunciar que mientras el Santo Padre visitaba nuestro país y la presidenta lo escoltaba con una devoción admirable (sic), ocurrieron hechos que no se pueden dejar pasar: se hablaba de misericordia y de derechos de las personas privadas de libertad, mientras el gobierno presentaba un discriminador proyecto de ley que elimina la posibilidad de indulto a los militares presos; se hablaba de derechos de los niños y se silenciaba el informe del INDH sobre las irregularidades en el SENAME, y se presentaba un proyecto sobre la identidad de género; se hablaba de la no violencia mientras se conocían las filtraciones de la agencia del gobierno ANI a los terroristas de la Arauco Malleco…”.

La lista y el tema alargaron la sobremesa. Al concluir les recordé a mis parroquianos las palabras de Pablo en Mileto cuando advierte a sus discípulos sobre las personas que con apariencia amable e inocente desvirtúan los conceptos engañando a los incautos con fines perversos:  “Guardaos de quienes vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero que por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis”. ¡Silencio en la sala…! Todos conocían la cita bíblica, lo que no sabían era el final  de la historia escrita 600 años ante de Cristo por Esopo –sabio  fabulista-, en la que un lobo se disfrazaba de oveja para pasar inadvertido y que termina devorado por sus propios hermanos los lobos.

La lección debe ser aprendida… los pastores deben conocer bien el rebaño que está a su cargo y estar pendientes de lo que a ellos le sucede, no deben dejarse engañar por las apariencias de lobos ateos.

Justicia No es Venganza

Por Roberto Hernández Maturana

El reciente proyecto de ley enviado por el moribundo gobierno en ejercicio para eliminar los indultos a condenados por crímenes de de lesa humanidad – léase presos políticos militares –   deja en evidencia una alambicada muestra  del sentido encubierto de venganza, que continúan ejerciendo algunos sectores de la izquierda que aún sostienen la máxima que abrazaron cuando los gobiernos civiles llegaron al poder en 1989… “Ni perdón ni olvido”.

Antes de volver a mencionar aquí viejos antecedentes históricos que la posverdad de la izquierda se ha encargado de transforma,r hasta el punto de cambiar la verdad histórica en el conocimiento de las nuevas generaciones, preciso es decir que la ley chilena recién el 18 de Julio de 2009, con la entrada en vigencia de la Ley N° 20.357,  tipificó los “delitos de lesa humanidad”, señalando expresamente que la mencionada ley no debería ser aplicada retroactivamente.

Nunca estará demás decir que desde principios del siglo XX la disputa entre el capitalismo y el comunismo afectó a todo el planeta. La  dictadura del proletariado  era patrocinada por el comunismo internacional liderado desde la Unión Soviética, mediante la imposición de gobiernos ideologizados bajo su tutela, con una visión antagónica e irreconciliable frente al capitalismo representado por las potencias occidentales. Para alcanzar este objetivo empleó todas las formas de lucha, legales y subversivas.

Chile no estuvo exento de verse involucrado en esta lucha, y  a pesar de que el comunismo desde inicios del siglo XX estuvo presente en la historia nacional, en  1967 en un congreso realizado en el sur del país los partidos de izquierda  declaraban públicamente que, optaban por la lucha armada, abandonando la institucionalidad democrática.

El desastre que significó el gobierno de la Unidad Popular entre 1970 y 1973, solo comparable a la situación que hoy vemos en Venezuela, dejó en evidencia la incapacidad del gobierno y de la oposición para salir del profundo caos en que se sumió el país, lo que llevó en Agosto de 1973 a que la Cámara de Diputados declarara que el Gobierno de Salvador Allende gobernaba fuera de la constitución, y a que  la mayor parte de la ciudadanía y del mundo político de centro y de derecha, pidiera reiteradamente y con desesperación la intervención de las FF.AA. y de Orden para detener la debacle, deponer al gobierno, asumir la conducción del país y restaurar el orden, la paz social y el desarrollo, y poner fin al vandalismo y destrucción de bienes públicos y privados, que de la mano de terroristas chilenos y extranjeros campeaban en nuestro país. Las FF.AA. y de Orden intervinieron,  echando las bases para llevar al país a un camino de progreso ininterrumpidos, a pesar de los últimos fracasados intentos refundacionales de la Nueva mayoría.

Hoy a más de cuarenta años de los hechos en cuestión, siguiendo una orquestación gramsciana muy bien preparada desde el foro de Sao Paulo (“la mano que mece la cuna”), los partidos de la nueva izquierda han logrado una profunda transformación cultural y la la captura de las instituciones y del gobierno para cambiar la historia, las leyes y la sociedad.

El Foro de San Pablo fue creado en 1990 basado en el Partido de los Trabajadores de Brasil, para reunir en un foro permanente a los partidos y grupos de izquierda  latinoamericanos  para unir esfuerzos y debatir sobre el escenario internacional después de la caída del Muro de Berlín  y tomar medidas para enfrentar las consecuencias del neoliberalismpo  en los países de América Latina y del Caribe. A los encuentros del Foro asisten también partidos y movimientos sociales de izquierda de otras regiones del mundo (como Europa y Asia). El foro se reúne cada año; a la fecha se han desarrollado 23 encuentros.

Ese ha sido y este es el contexto con el que se juzga a esos ex militares. El proyecto en cuestión vulnera una vez más sus DD.HH. , tan defendidos en el mundo pero inexistentes para militares y policías en prisión contraviniendo cuantiosa normativa legal existente en el mundo y en nuestro país,  especialmente en aquello relacionado con la protección de los DD.HH. del adulto mayor, trasgrediendo la recta aplicación de la justicia, así como normas jurídicas de carácter universal como los tratados internacionales ratificados por Chile, como el Pacto de San José de Costa Rica y la  Convención Americana sobre DD.HH., ante la mirada indolente, cuando no complaciente de la sociedad, los medios de comunicación social y las autoridades del parlamento y del gobierno.

En Punta Peuco el promedio de edad de los internos es de 74 años. A lo anterior se agrega que en los últimos tiempos, 22 prisioneros políticos han fallecido encarcelados sin habérseles respetado sus Derechos Humanos. Para militares y policías no existe normativa que los proteja pues el Gobierno actual se encarga que sigan prisioneros, y para ello, les niega los beneficios que por ley y la Constitución les corresponde.

Muchos condenados en el penal Punta Peuco y en el presidio de Colina 1,  lo fueron por cumplir como subalternos, órdenes recibidas en combate, en un contexto inimaginable en la actualidad, en una dura lucha contra el terrorismo y otros han sido condenados sin hechos probatorios concretos, o mediante testimonios, a veces vagos o mediante pruebas febles y que han manifestado reiteradamente su inocencia y desconocimiento de los hechos por los que han sido condenados, difícilmente podrían haber hecho una “confesión espontanea” o haber  «prestado colaboración con antecedentes que sirvan para esclarecer los hechos” y el requisito de  expresar su arrepentimiento por hechos en los que no tuvieron participación sólo parece el intento de institucionalizar una nueva forma de tortura ante seres humanos imposibilitados de defenderse.

El proyecto de ley en cuestión no respeta principios establecidos en nuestra legislación que consagran la irretroactividad de la ley como la igualdad en cuanto a derechos sin discriminación e igual protección ante la ley.

Finalmente, con la presentación del proyecto en cuestión, Chile deja de cumplir el compromiso suscrito ante el mencionado Pacto de San José, que señala entre otras cosas en su artículo la “Obligación de Respetar los Derechos. Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social”

Del mismo modo el proyecto de ley en comento desconoce el compromiso establecido en el artículo 5 del Pacto de San José referido al Derecho a la Integridad Personal. 1. “Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral”. 2. “Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Toda persona privada de libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano”.

Justicia No es Venganza

 

Militares y libertad condicional

Por Miguel Ángel Vergara Villalobos

El proyecto de ley sobre libertad condicional discrimina contra los militares. Desde ya, el “delito de lesa humanidad” es una figura jurídica vigente en Chile desde el año 2009; por tanto, es ilícito aplicarla con efecto retroactivo. Además, muchos de los hoy encarcelados por casusas de derechos humanos tenían entonces grados muy subalternos, y las órdenes que cumplieron no contrariaban en absoluto la moral, ni las leyes, por lo que no cabía rebelarse; menos en un país en caos, donde se validaba la violencia como medio de acción política.

Los jueces, impotentes para encontrar responsables, se amparan en el antiguo y arbitrario sistema procesal penal al que están sometidos los militares, para condenarlos por hechos genéricos tales como: “debía haber sabido”, “asociación ilícita,” “despreocupación por el destino del detenido”, o con “ficciones jurídicas” que escapan a la razón. Todo eso, ajeno a “delitos de lesa humanidad”.

Dignidad de los condenados enfermos

Editorial diario El Mercurio, 21 de Enero de 2018

Esta semana, la Presidenta de la República envió al Congreso un proyecto que se hace cargo de la preocupación transversal por los presos que padecen enfermedades mentales severas y afecciones terminales. Al mismo tiempo, sin embargo, el proyecto mezcla esta problemática con la exclusión del indulto particular y el establecimiento de un régimen especial para los condenados en causas de derechos humanos.

La propuesta de reemplazar la actual regulación del Código Penal -prevista solo para las personas condenadas a presidio perpetuo calificado- por un conjunto de reglas generales sobre la ejecución penal en caso de enfermedad es loable y recoge una antigua aspiración de técnicos y políticos. Conforme a esta nueva regulación, si durante la ejecución de una sentencia que imponga una pena privativa de libertad se diagnosticara al condenado una enfermedad terminal, el juez, mediante resolución fundada y previa certificación del Servicio Médico Legal, podrá disponer la sustitución de la pena original, reemplazándola por la de reclusión domiciliaria total. A renglón seguido se establece, sin embargo, que las personas condenadas por hechos constitutivos de delitos de lesa humanidad solo pueden acceder a la sustitución de la pena si previamente suscriben una manifestación pública de arrepentimiento por los hechos que les atribuye la sentencia.

También se regula expresamente la obtención de permisos de salida, libertad vigilada y reducción de condena para los responsables de esta clase de delitos, lo que es muy positivo. Pero también aquí se exige que, además de cumplir con los requisitos establecidos para cualquier persona, estos condenados aporten antecedentes serios y efectivos de los que tengan conocimiento en causas criminales por delitos de la misma naturaleza, y que además demuestren su arrepentimiento de diversos modos regulados en las distintas disposiciones que contempla la ley.

De esta manera, el proyecto parece adolecer de una grave contradicción interna. Por un lado da la impresión de que incorpora al derecho chileno una serie de estándares mínimos de humanidad en la aplicación de las penas, permitiendo que se mitigue la ejecución de las condenas de cárcel en el caso de los enfermos terminales y de los reclusos cuya salud mental se encuentra gravemente deteriorada. Estas mitigaciones se explican por consideraciones de dignidad humana y, por lo tanto, son merecidas por todo el que comparta la condición de ser humano. En contraposición con ello, sin embargo, el proyecto exige a los autores de cierto tipo de delitos que realicen determinadas conductas meritorias para poder acceder a las mitigaciones, como si su dignidad humana no fuera igual a la de los demás condenados.

Especialmente chocante resulta la exigencia de suscribir una manifestación pública de arrepentimiento, que en algunos casos habrá de referirse a hechos respecto de los cuales el condenado sigue manteniendo su inocencia, en un ejercicio del derecho a la libertad de conciencia que jamás puede ser conculcado, ni siquiera por la vía indirecta de exigir su sacrificio para poder acceder a un trato igualitario.

Ministro de Justicia, Jaime Campos, y los alcances de la iniciativa sobre indultos y beneficios penitenciarios:

Artículo publicado por Lilian Olivares, extractado de El Mercurio de Santiago, domingo, 21 de enero de 2018

Entrevista al Ministro de Justicia

El ministro de Justicia, Jaime Campos, está en modo despedida. Sabe que el 10 de marzo deberá desocupar el escritorio que tomó en octubre de 2016 (y que a partir de entonces está repleto de documentos).

Dice que le hubiera gustado haber comenzado antes y no subirse en los últimos 15 meses al bus, pero que se va satisfecho.

Deja sobre la mesa una «bomba»: el proyecto de ley sobre ejecución de penas y que se refiere en general a los enfermos terminales, a los dementes y a los presos por delitos de lesa humanidad, modificando además en este último caso el indulto presidencial.

Un proyecto que apunta a Punta Peuco.

Jaime Campos lo trabajó en forma secreta durante ocho meses. Sondeó las opiniones de distintos sectores -dice que conversó con unas 50 personas-, sin revelarles lo que había detrás. Solo lo confidenció a unos pocos. La primera en saberlo fue la Presidenta Bachelet. Cuando le contó, ella le hizo muchas preguntas y le pidió un informe.

Luego siguió avanzando y lo que descubrió le ayudó a romper mitos, como el que decía que los condenados por delitos de lesa humanidad no tienen ningún derecho. Sin ir más lejos, el Grupo de Trabajo sobre Desaparición Forzada de Personas, de la ONU, en su informe 2013 sobre su visita a Chile, dijo que «todas las personas condenadas por desaparición forzada tienen los mismos derechos que la población condenada en general», sin perjuicio de lo cual hay consideraciones especiales para que accedan a atenuantes o beneficios.

Es así como en el proyecto se determina que los enfermos mentales y terminales puedan acceder a salir de la cárcel para continuar cumpliendo su pena en arresto domiciliario total. Eso sí: es el Servicio Médico Legal el único ente que debe hacer el diagnóstico. Y en el caso de los enfermos terminales, se les exige que declaren que están arrepentidos («puede ser mediante una nota escrita», dice el ministro).

Hasta aquí, el proyecto podría ser bien recibido por los familiares de los presos y rechazado por las agrupaciones de derechos humanos, pero luego vienen las regulaciones sobre otros beneficios, como el de salida. Y aquí se aumentan los requisitos en forma extrema, según los familiares de los presos.

-Hay quienes ven en su proyecto un plan encubierto para no dejar salir más a los presos de Punta Peuco…

«No es así».

-En la página 18, el proyecto señala que para postular al beneficio de salida el condenado debe haber hecho una confesión espontánea durante su juicio, que le haya significado una atenuante en la pena. Vale decir, si no confesó, no va a salir nunca más.

«No. Las oportunidades que tienen los condenados de colaborar son dos: primero puede ser que lo hayan hecho durante el juicio. Y si lo hicieron durante el juicio, eso obviamente fue valorado por el juez y posiblemente dio origen a la configuración de alguna circunstancia atenuante y eso influyó en la determinación de la pena. Pero esa actitud de cooperación luego vuelve a ser valorada para la obtención del beneficio de salida. La otra es si después de ejecutoriada su condena acreditare por cualquier medio idóneo que ha aportado antecedentes serios y efectivos de los que tenga conocimiento en causas criminales por delitos de lesa humanidad».

-¿Es decir, ningún reo por delito de lesa humanidad va a poder acceder al beneficio de salida si no ha colaborado antes o después?

«Nadie. Exactamente».

-Aparece como algo drástico…

«Depende, pues: ¿Y si quiere cooperar?».

-¿Y si no tiene idea? ¿Cómo puede cooperar alguien que, por ejemplo, tuvo la misión de trasladar a una persona desde una oficina a otra y esa persona después resulta que terminó siendo un detenido desaparecido?

«¿Y los que saben?».

-Pero si la legislación es para todos…

«Eso se resuelve en cada caso en particular».

-¿Lo va a tener que ponderar el juez?

«Todo lo pondera el juez».

-O sea, ¿le traslada este asunto de decidir sobre el beneficio de salida a los tribunales de justicia?

«¡Pero evidente, de donde nunca debió haber salido!».

Siete muertos en Punta Peuco en su gestión

En su propuesta, el ministro Jaime Campos pone punto final a un tema que no le dio tregua en su período: los indultos. El cuerpo legal dispone que sean los tribunales de justicia quienes los otorguen, considerando arrepentimiento y colaboración con las investigaciones de casos de delitos de lesa humanidad.

-Desde que usted está aquí se han muerto siete internos de Punta Peuco, ministro…

«No, ¡ninguno murió en Punta Peuco! Todos murieron en el Hospital Militar o en el Hospital de Carabineros».

-Donde los trasladaron agonizantes…

«La mayoría de ellos estuvieron meses en el hospital».

-De esos siete muertos, seis habían presentado solicitud de indulto. Y los informes que tuvo usted en este escritorio, que le envió el Servicio Médico Legal, eran calcados y reconocían que los postulantes al indulto tenían varias enfermedades, pero agregaban que estaban en condiciones de seguir en la cárcel…

«Sí, así es».

-¿A usted le parece que ese servicio que le dijo que todos podían seguir en la cárcel y que después todos se murieron, está en condiciones de calificar si los internos son enfermos terminales o tienen una enfermedad mental?

«Yo no soy médico. Tengo que basarme en lo que me dicen los informes del Servicio Médico Legal. ¿Por qué podría cambiarlo?, ¿por un informe del Hospital Militar, por un informe del Hospital de Carabineros?, ¿por un informe de médicos particulares?».

-EL SML depende del gobierno…

«Pero los cargos son todos por Alta Dirección Pública, desde el director nacional para abajo».

-¿Tuvo que ceder mucho para lograr que los enfermos terminales puedan ir a morir a sus casas, con dignidad?

«A ver, tengo clara conciencia de que en esta materia uno está al medio de dos grupos de interés que son absolutamente contradictorios. Por cierto, este proyecto de ley puede ser complejo, porque, seamos francos, existen dos visiones extremas en el país para analizarlo. No puedo negar, porque me doy cuenta de lo que ocurre en Chile, que hay quienes para referirse a esta materia claramente están animados por un propósito de impunidad. Y lo único que pretenden es que las personas condenadas por delitos de lesa humanidad salgan en libertad mañana, porque todavía hay quienes creen que son héroes de la patria y que están condenados injustamente. Esa es una visión. Pero también hay otros que dicen que no, que estas personas se tienen que secar en la cárcel y tienen que morir en ella. Y que no tienen derecho a nada, porque los dolores que sufrieron obviamente los hacen que se desarrolle más el sentimiento de la venganza.

Bueno, yo anhelo que se haga justicia. ¿Y cómo se hace justicia? En primer lugar, estableciendo la verdad. En segundo lugar, cumpliendo la ley. En tercer término, resguardando los derechos de las víctimas tanto como los de los victimarios, porque de ese modo se alcanza la paz social. Y en este escenario, he tratado de equilibrar el proyecto. Las últimas horas me lo han ido demostrando y se comprueba que estoy en lo correcto: Si los sectores extremos de la sociedad chilena, ambos, critican el proyecto de ley, quiere decir que estoy en lo correcto».

«Cuando el 10 de marzo me retire de este ministerio, aparte de dejarlo ordenado y en una condición mucho mejor que como lo recibí, me voy a retirar con mi conciencia muy tranquila».

«Yo anhelo que se haga justicia. Y cómo se hace la justicia: en primer lugar, estableciendo la verdad. En segundo lugar, cumpliendo la ley. En tercer término, resguardando los derechos de las víctimas tanto como de los victimarios, porque de ese modo se alcanza la paz social».

 

Miguel Henríquez o crónica de una muerte anunciada

Por Prudencio Musañama,  (VivaChile.org)

El 29 de diciembre recién pasado el juez extraordinario para causas de violaciones de derechos humanos Mario Carroza dictó sentencia en la causa por la muerte de Miguel Henríquez, Secretario General del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), ocurrida el 5 de octubre de 1973. Según el juez, si bien la muerte de Henríquez ocurrió como consecuencia de un enfrentamiento entre en grupo del MIR y una patrulla de la DINA, los agentes habrían actuado no con la intención de detener sino de “eliminarlo” cumpliendo una orden del mando institucional; en consecuencia, los acusados fueron condenados por homicidio calificado.

Atendiendo sólo a la sentencia y la manera en que los medios de comunicación han informado al respecto puede quedar la sensación de que Henríquez fue una víctima de la acción represiva de la DINA y, en definitiva, de la “dictadura”. ¿Fue así realmente? Esta pregunta es no sólo legítima sino, sobre todo, necesaria, dado que todas las causas por violaciones de derechos humanos tienen un objetivo que va más allá de impartir justicia para casos particulares; persiguen, en definitiva, escribir la historia de Chile de esos años.

Si echamos un vistazo a la historia del MIR y a las declaraciones del propio Henríquez durante su actuación “política” —por llamarla de alguna manera— se obtiene una idea mucho más amplia de la que arroja la sentencia judicial. La agrupación fue fundada en 1965 por Henríquez y otros líderes políticos inspirados en el marxismo; en su Declaración de Principios se manifiesta la intención de actuar al margen de la institucionalidad democrática y promover la violencia para conquistar el poder político: “El MIR rechaza la teoría de la vía pacífica porque desarma políticamente al proletariado y por resultar inaplicable, ya que la propia burguesía es la que resistirá, incluso con la dictadura totalitaria y la guerra civil, antes de entregar pacíficamente el poder. Reafirmamos el principio marxista-leninista de que el único camino para derrocar el régimen capitalista es la insurrección popular armada”.

En 1967 Miguel Henríquez asumió como Secretario General del MIR y otros líderes abandonaron el movimiento por estar en desacuerdo con la conducción cada vez más disruptiva con el orden institucional. En 1969 y 1970 miembros del movimiento realizaron diversos actos delictuales: asaltos a bancos, atentados con explosivos causando heridos y muertos, incendio del Teatro Continental, secuestro de un avión, instalación de un arsenal, puesta en funcionamiento de una escuela guerrillera, descarrilamiento de trenes, atentados a carabineros con resultado de muerte. Como resultado de estas acciones algunos miristas fueron detenidos y sentenciados pero más tarde serían indultados por el Presidente Allende. Lejos de llamarlos al respeto de la legalidad, Henríquez justificó a sus compañeros: “son perseguidos y si son detenidos se les tortura y encarcela… No nos quejamos, nosotros elegimos este camino, pero la realidad objetiva es que de la legalidad sólo conocemos la persecución, la tortura y la cárcel”. Cabe destacar que la legalidad contra la que reclama Henríquez era la resultante de un régimen democrático (en esa época gobernaba Eduardo Frei Montalva); una vez instalado el gobierno militar tres años más tarde los miembros del MIR actuarían de igual manera.

En el mismo discurso Henríquez reiteró su rechazo a la vía electoral: “La conquista del poder por obreros y campesinos exige fórmulas distintas a las anteriores [elecciones]… Necesariamente debe haber una preparación para enfrentar los aparatos armados del sistema, la que no puede ser otra que la preparación premilitar y militar de sectores de trabajadores”. Por lo mismo, “si quienes encabezan la campaña popular…cometieran el grave error de orientarla sólo en un sentido puramente electoral… y si no los preparan ideológica y orgánicamente para la conquista del poder, estarían… desarmando a los trabajadores y… frenando el proceso de ascenso de la movilización social que debería, necesariamente, terminar en una verdadera conquista del poder”.

Ni siquiera la posibilidad del triunfo de la izquierda en la elección presidencial de 1970 satisfacía a Henríquez: “un triunfo electoral popular no entregará el poder a los trabajadores, sino que a lo más provocará una ‘impasse’… Esta ‘impasse’ sólo podrá ser resuelta por un enfrentamiento armado… Es necesario concientizar al pueblo, organizarlo y prepararlo política y militarmente desde ya para ese enfrentamiento; a las balas no se las detiene colocándole como escudo la ‘serenidad de la clase trabajadora’; la técnica militar no se adquiere de la noche a la mañana”. Esta postura lleva a una conclusión lógica: “el MIR no desarrollará ninguna actividad electoral (…) La acción revolucionaria armada y la movilización combativa de masas será nuestra tarea”.

Alguien podría pensar que el triunfo de la izquierda en septiembre de 1970 podría haber hecho variar el ánimo de los dirigentes del MIR haciéndolos suavizar su actitud, algo así como “darle una oportunidad a la vía política”. Nada de eso. En octubre de ese año elaboraron un “documento de discusión interna” donde analizan el resultado; aquí plantean la tesis de que los partidos de la Unidad Popular y la derecha llegarán a un pacto en virtud del cual “no se podrá proceder al desmantelamiento de las estructuras de poder de la derecha y lo más probable es que sus mismos aparatos armados sean preservados”. En este contexto se acrecentarán las contradicciones. “El desenlace de ese enfrentamiento depende de la correlación de fuerzas que se haya gestado con anterioridad. Puede traducirse en un régimen de fuerza, probablemente de corte militar, cuya implantación, dada la gran organicidad de los partidos de izquierda y del movimiento de masas en Chile, sólo podría lograrse mediante una terrible violencia; pero puede traducirse también, precisamente por esas características de la izquierda y de las masas chilenas, en una guerra civil revolucionaria. Es en este sentido que debemos trabajar”. Para Henríquez y sus compañeros la guerra civil era inevitable y había que prepararse sin importar los resultados electorales.

¿Variaron las posiciones de Henríquez en los tres años siguientes? Veamos. El 14 de junio de 1973 pronunció un discurso afirmando: “Saquemos la discusión del Parlamento, La Moneda, los pasillos y las negociaciones. Convirtamos en eje de la lucha política no a instituciones del Estado y a las prácticas negociadoras de los partidos, sino al movimiento de masas y su lucha que es la que en realidad permite la existencia de este Gobierno y la única que pueda resolver el conflicto a favor de los intereses de los trabajadores”. Y el 7 de julio, en un discurso emitido por cadena de emisoras, afirmó: “Acerquemos por medio de la lucha revolucionaria el poder a las manos de una clase y un pueblo que pugnan por tomarlo y poner fin a la explotación patronal e imperialista. Los días que se avecinan serán decisivos. La clase obrera y el pueblo deben mantener las posiciones conquistadas y alcanzar otras. Los trabajadores deben exigir una conducción revolucionaria y decidida. Deben rechazar los retrocesos y a los vacilantes”. Los documentos de la época contienen muchas afirmaciones de este tipo vertidas por Henríquez tanto a nombre propio como en calidad de Secretario General del MIR.

¿Qué pasó con los dirigentes del MIR luego de la caída del gobierno de la UP? Volvieron a las andanzas delictuales y hechos de sangre que habían dejado a un lado durante la administración de Allende. Tal como habían afirmado en 1970, en caso de que ocurriera un golpe militar contrario a las aspiraciones de la izquierda, “no vacilaremos en colocar nuestros nacientes aparatos armados, nuestros cuadros y todo cuanto tenemos, al servicio de la defensa de lo conquistado por los obreros y campesinos”. Por eso desoyeron los llamados del nuevo gobierno a que se entregaran y no, como sugiere el juez Carroza en su sentencia, por temor a lo que les ocurriera si lo hacían.

Las declaraciones y actuación de Henríquez hacen recordar las confesiones de otro revolucionario, el argentino-cubano Jorge Masetti, quien ejerció como terrorista en varios países de Latinoamérica en los 70 y 80:

– “El abandono de mis hijos no me costó ningún sacrificio, ejercí sobre ellos una venganza inconsciente para cobrarme mi propio abandono en seres que no habían pedido nacer (…) Repetía el esquema impuesto por mi padre [también guerrillero]… Hacía todo por encontrar la muerte…”.

– “Cuando observo la que fue mi vida… y la de tantos otros, caigo en la cuenta de que la revolución ha sido un pretexto para cometer las peores atrocidades quitándoles todo vestigio de culpabilidad”.

– “Por suerte no obtuvimos la victoria, porque de haber sido así… hubiéramos ahogado el continente en una barbarie generalizada… hubiéramos fusilado a los militares, después a los opositores, y luego a los compañeros que se opusieran a nuestro autoritarismo”.

– “Es muy cómodo escudarse detrás de la lucha contra las dictaduras militares para justificar los abusos. Es necesario revelar… esa parte inconsciente relacionada con la fascinación por el poder, vecina a la tendencia a practicar la crueldad, porque no sólo tratamos de destruir a nuestros enemigos, sino que destruimos a nuestras compañeras, a nuestros hijos, a colaboradores; en realidad, durante esos años de lucha, destruíamos sin construir nada”.

Como Masetti, Henríquez buscó con ahínco la muerte siendo víctima de sus propios errores, estupidez y crueldad: creó una organización para alcanzar objetivos políticos por medio de la violencia; promovió y justificó delitos y asesinatos; fomentó el odio entre los chilenos y lo inoculó en quienes tuvieron la mala ocurrencia de seguirlo; y ni siquiera al final, cuando el fracaso de su causa se hizo patente, tuvo la humildad de cambiar su conducta para evitar más daño.

La historia política reciente de Chile no puede —ni debe— ser juzgada a la luz de cómo terminaron encontrando la muerte, la cárcel o el exilio los jóvenes revolucionarios que quisieron imponer el socialismo a principios de los 70. El caso de Henríquez, tal vez como ningún otro entre los de su generación,  constituye una dramática lección de cómo la depravación de algunos puede arrastrar a una sociedad a situaciones de incivilidad.

 

 

Pastores con piel de oveja

Por Rodrigo Reyes Sangermani

Luego de varios años de acusaciones de abuso sexual, maltrato físico y psicológico, contra su fundador, Luis Fernando Figari, y de otros integrantes del Sodalicio para la Vida Cristiana, el Vaticano anunció ayer la intervención de ese movimiento católico fundado en Perú en 1971 y que en Chile es dueño de la U. Gabriela Mistral, de un colegio en Huechuraba y de una comunidad en los Trapenses, en el sector alto de Santiago. Como con los Legionarios de Cristo, la intervención supone una acción de la Santa Sede más profunda y extensa que el mero cuestionamiento individual, un cuestionamiento hacia las prácticas, modos y –quizás- hasta su propia institucionalidad.

¿Constituye entonces este nuevo escándalo sexual de la Iglesia un hecho aislado o ya podemos identificar un patrón institucional que explique la comisión de estos actos?

Como forma de desligar responsabilidades institucionales, hay sectores que insisten en la idea que los casos de violaciones y abusos sexuales descubiertos, denunciados y reconocidos estos últimos años en la Iglesia, serían situaciones que ocurren en cualquier institución, que no habría una condición especial en la Iglesia para que estos hechos se repitan y que además no se trataría de conductas generalizadas sino más bien de situaciones excepcionales y particulares.

Por un lado, efectivamente los delitos de abusos y violaciones se trata de conductas individuales, sin embargo, dada la actitud pasiva frente a la denuncia, la incapacidad de la Iglesia durante años de hacer justicia y el modo de permanente encubrimiento por parte de la jerarquía, es posible concluir que hay algo más que sólo conductas individuales. De hecho, más allá de las acciones emprendidas recientemente por la Iglesia para condenar y luchar contra los abusos, subsisten señales contradictorias que ponen en tela de juicio la comprensión profunda del fenómeno por parte de la Iglesia.

Hace pocos días atrás, el papa Francisco por ejemplo, ofició la misa del fallecido cardenal Bernard Law, «la figura central» del escandaloso episodio de encubrimiento sistemático de cientos de casos de sacerdotes que abusaron de menores de edad en la arquidiócesis de Boston, una de las más importantes de EEUU, sin llegar a informar jamás a la policía ni tomar medidas para atajar el problema. Estos hechos fueron denunciados en 2002 por el trabajo periodístico del Boston Globe, lo que significó el retiro del Cardenal, y su debida protección por parte de los tres últimos pontífices, ocupando rimbombantes cargos en el aparato estatal vaticano, sin una declaración de arrepentimiento ni menos respondiendo a la justicia norteamericana. Este caso detonó sólo en los EE.UU. denuncias de más 10.000 víctimas menores de edad y casi 4.500 sacerdotes involucrados, muchos de ellos trasladados a otras diócesis e incluso países, o en el mejor de los casos a Roma, a desempeñar diversos puestos protegidos de la justicia y -me imagino- sometidos sólo al escrutinio divino mediante el sacramento de la confesión.

Desde entonces podemos anotar casos en casi todas partes: en Irlanda con más de 10.000 testimonios de niños abusados en los últimos 10 años, cuatro obispos obligados a dimitir y millonarias indemnizaciones a las víctimas; en Australia con más de 1.000 sacerdotes excomulgados desde 2012; el bullado caso en México del padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, hallado culpable por abuso sexual contra menores de edad, fraude y extorsión, que como con los sodalicios, valió la intervención papal de esa comunidad religiosa que consideraba a Maciel como un verdadero santo, promovido sin obstáculos por Juan Pablo II, y defendido entonces por los fieles quienes estuvieron dispuestos a poner las manos al fuego por el cura, haciendo caso omiso a las graves acusaciones realizadas hace más de 50 años de perversiones y delitos cometidos, lo que finalmente y en forma muy tardía le significó una leve sanción de retiro a la vida de penitencia y oración.

¿Qué hay tras esas débiles señales? ¿La incapacidad de ver lo evidente tras una enceguecida fe que cree que la única justicia válida es la de Dios, incluso sobre la ley de los hombres? ¿Ignorancia? ¿Asociación ilícita derechamente?

Por muy poco natural que sea, no estoy seguro que el celibato sea lo que explique estas conductas, y ciertamente, la homosexualidad no es la responsable de estos actos. ¿Qué entonces? ¿Sólo una desprolija selección psicológica de los seminaristas? Me parece que no, creo que el tema central pasa por la relación asimétrica que se produce entre la Iglesia (sus pastores) como poseedora de una revelación, de una Verdad divina, y los fieles (sus ovejas). En esa asimetría de pastor como luz guiadora con el báculo del poder y apoyo hacia la mansedumbre, la ignorancia, la idiotez del cordero débil y confundido, radica el germen de los abusos.

¿No hay acaso una noción de superioridad teológica en la religión? ¿No fue esa la postura de la Iglesia en la evangelización latinoamericana por ejemplo, la de una supuesta lucha entre la civilización (cristiano-occidental) y la barbarie (indígena)? La relación se repite: el sacerdote provisto del poder de Dios, que absuelve, perdona, muestra el camino versus el niño todavía inmaduro, en formación de sus valores, el joven débil, emocionalmente inestable que busca la guía de su pastor.

La posesión de una verdad única, divina y excluyente por parte de la Iglesia, a veces la fragilidad psicológica de algunos feligreses que se transforman en verdaderos esclavos emocionales, la sensación de impunidad al interior de la institución por parte de los abusadores y una jerarquía que no termina de sopesar la gravedad de los delitos de sus protegidos, son probablemente los elementos centrales que posibilitan que, a diferencia de otras instituciones, sea en la Iglesia donde haya mayor ocurrencia de delitos (no faltas ni errores), de delitos de violencia sexual contra menores de edad sin personalidad formada y en procesos de aprendizaje moral, adultos de baja educación o de fieles incapaces de cuestionar la autoridad de un sacerdote.

No son hechos aislados los que ocurren en forma sistemáticas en casi todos los países del mundo, donde los responsables no son solo curas de pueblo o sencillos párrocos de barrio sino también sacerdotes universitarios, obispos y cardenales con un patrón similar de comportamiento, construido en la confianza ciega del abusado frente al abusador, la desatención del entorno, la complicidad de los testigos y el ocultamiento de la autoridad eclesial. Como muestra, y si consideramos sólo los casos denunciados en Chile los últimos 10 años, y condenados por la justicia civil y canónica, al menos el 3,48% de los sacerdotes chilenos han sido responsables de violación y abusos a menores de edad o han sido encubridores de estos mismos delitos. Si mantenemos ese porcentaje en profesores ¿Ud. sabe cuántos docentes estarían condenados por los mismos delitos? 7.588 ¿Y militares? 3.068, es decir, el 10% de los condenados y presos en Chile serían profesores y militares condenados por violación a menores de edad, cifra ridícula que no resiste ningún análisis. No hay ni peruanos ni abogados ni bomberos, ni cuidadores del SENAME con una incidencia tan alta en estos gravísimos delitos, incidencia que se refleja en cada uno de los países donde la Iglesia católica tiene intereses.

Entre otras cosas, es por eso que la visita del papa a Chile ha generado tanta controversia entre la ciudadanía, que si bien puede entender o no los datos estadísticos de incidencia de abusos por parte de sacerdotes o desconocer la realidad que ha ocurrido en otros países o en los movimiento apostólicos elitistas bajo el liderazgo de los Macieles, Figaris y Karadimas, pero percibe un desajuste en la construcción del relato moral de la Iglesia con la vida y derrotero que queremos tener los chilenos en pleno siglo XXI, porque los fieles de Osorno, no son “los zurdos” de Osorno cuando alegan por la presencia de Barros en ese obispado, ni Hamilton, Cruz o Murillo son niños mimados queriéndose vengar de un cura perverso pese a ser “santo”. Estos curas no son sólo abusadores sexuales son dominadores de conciencias y opresor de espíritus libres. Y de eso es responsable la Iglesia.

Urge que los fieles se den cuenta, lo que es yo, afortunadamente, me di cuenta hace rato.

Desahuciar el pacto de Bogotá, ahora

Por Fernando Thauby García

El día 5 de enero de este año 2018, un periódico gobiernista boliviano informó que “el canciller Fernando Huanacuni revela que el Gobierno y la Dirección Estratégica de Reivindicación Marítima (Diremar) analizan opciones para hacer respetar los derechos que Bolivia tiene sobre el río Lauca, desviado por Chile.

Tras 52 años, Bolivia recopiló antecedentes de las afectaciones en distintos ámbitos y ahora analiza las futuras acciones”.
A Huanacuni se le pidió que informara si “corresponde y diga si el país presentará una demanda por el desvío arbitrario, unilateral y abusivo de las aguas del río Lauca”; en su respuesta “deja entrever que uno de los fundamentos de la demanda estaría relacionado al hecho de que el agua es un derecho humano y que al tratarse de un río internacional, su uso debe ser equitativo; algo así como lo que argumenta Chile en su demanda por el Silala”. 
Así, entre la ideología de los derechos humanos y el Pacto de Bogotá avanzamos hacia una nueva demanda boliviana contra Chile en la Corte de Internacional de Justicia.

Mientras tanto, en Chile, inmediatamente después de la elección del Presidente Piñera comenzaron los aprontes. Un distinguido analista señaló que “ya hay especulaciones en algunos medios sobre quien tendrá a su cargo la ejecución de nuestra política exterior, que el reelegido Presidente determinará; más quienes serán los Agentes, Coagentes, Asesores y demás involucrados en los dos pleitos, se mantengan los actuales, o se reemplacen o refuercen con nuevos aportes”. Ya que “Si bien todo aconseja una apropiada continuidad, no son cargos vitalicios, y cada administración tiene plena libertad decisoria”. Parece un tema técnico relevante, mas que nada, para los aspirantes a los cargos respectivos. Mas relevante para Chile es el diagnóstico, que muchos diplomáticos y abogados comparten: “En lo jurídico, habrá que evaluar con nuevos ojos el derecho internacional  y sus rápidos cambios, evidenciados en las más recientes sentencias de la Corte, donde han predominado las soluciones equitativas, por sobre la acostumbrada rigidez clásica, como prueba irrefutable de su adecuación a nuevos tiempos. Más permeable a otros factores que ahora también se consideran, y donde el mayor valor de la justicia, se equipara en vigor, al estricto derecho que a cada parte pudiere corresponderle. De ahí que esta tendencia haya sido apreciada como una politización de la Corte, o dictación de sentencias salomónicas. No consideran, tal vez, que el derecho actual evoluciona y procura reevaluarlo, cuando la juridicidad haya derivado en una situación, que estando dentro de la legalidad, a lo mejor, podría llegar a un resultado injusto”, y concluye con una recomendación: “Dentro de este ámbito, es de esperar que no se insista en contrarrestarlo mediante la simplificación de continuar o denunciar el tan mencionado Pacto de Bogotá. Sólo nos da una de las competencias procesales para acudir a la Corte. En nada influye en los pleitos pendientes, ni en la jurisdicción del Tribunal que tantos otros acuerdos contemplan. Además, podría interpretarse como una debilidad de nuestra parte, o muestra de molestia o desconfianza, que la Corte no pasaría por alto, y eventualmente, reflejar en sus fallos”.

Entre todos estos considerandos pasa suavemente el hecho de nos asociamos a una corte que fallaba “en derecho” que ahora se ha transformado en otra que lo hace “en justicia”. Lo que sea que los jueces interpreten por tal cosa.

La Corte ha cambiado la doctrina que fundamenta sus fallos, por si y ante si, sin consultar a los afectados que voluntariamente se someten a su jurisdicción. Peor aun, aplica de facto su nueva doctrina sin ni siquiera advertir a sus usuarios respecto a este cambio. Por otra parte ¿es acaso agraviante el que Chile manifieste su molestia o desconfianza a una Corte que ha procedido con esta arbitrariedad?, y aun si fuera percibido como agraviante, ¿podemos posponer los intereses de Chile en beneficio de una prudencia pusilánime?

¿Por qué estamos en la Haya?. Existen varias maneras de enfrentar y resolver las disputas internacionales y Chile al suscribir el Pacto de Bogotá se limitó voluntariamente y en forma exclusiva a una sola de ellas: el arreglo judicial internacional basado en la Corte Internacional de Justicia (La Haya). Esta fue una elección política y no un mandato divino. Así como ingresamos podemos salirnos.

Las razones para hacernos partes del Pacto de Bogotá fueron básicamente dos: primero una presunta doctrina legalista y americanista que pretendía erradicar las relaciones de poder entre los estados de la región y reemplazarlas por un sistema de arbitraje judicial internacional obligatorio y segundo, por esas vía buscar una forma de sustraerse a las presiones militares y políticas a que los gobiernos argentinos nos sometían periódicamente para dar satisfacción a su política bioceánica, es decir de salir soberanamente al Pacífico por territorio chileno.

El conflicto del Beagle puso a prueba esta ilusión y resultó un fracaso: El 18 de febrero de 1977 un tribunal formado por miembros de la Corte Internacional de Justicia y leído por la Reina de Gran Bretaña, la misma corte que ahora juzga el pleito con Bolivia, aclaró que las chilenas “las Islas Picton, Nueva y Lennox y los islotes y rocas dependientes de ellas” en un fallo inapelable y de cumplimiento obligatorio para las partes, y el 25 de enero de 1978 Argentina declaró “insanablemente nulo” el Laudo y que debía “ser considerado inadmisible e inválido en si mismo”. Chile señaló su intención de ir unilateralmente -al igual que Perú lo hizo contra nuestro país – a la Corte Internacional de Justicia (La Haya) y Argentina declaró que eso constituiría casus belli, es decir causa inmediata de guerra.

Y no pasó nada. Nadie dijo nada. Nadie hizo nada. Las grandes potencias guardaron silencio, los hermanos latinoamericanos miraron en diversas direcciones y Chile debió enfrentar la crisis solo con sus recursos de poder. En breve, cuando lo necesitamos el Pacto de Bogotá no nos sirvió.
En el caso del conflicto por el Canal Beagle con Argentina luego del desconocimiento del fallo pasamos por las Negociaciones Directas y terminamos con una Mediación llevada a cabo por el Papa Juan Pablo II. Y si no hubo guerra no fue gracias al sistema jurídico internacional sino al poder y la voluntad de lucha mostrada por el Gobierno y el Pueblo de Chile.

Ese mismo Pacto es el que permitió a Perú llevarnos a un juicio en forma unilateral y a un fallo increíble, en la cual la Corte Internacional de Justicia validó todas nuestras razones jurídicas e igual nos despojó de un amplio espacio oceánico incuestionablemente chileno.
Ahora Bolivia lo está usando para intentar obtener ventajas a nuestra costa. Tanto Perú como Bolivia tienen en el Pacto de Bogotá una herramienta que les permite plantear pedidos sin arriesgar nada.
En breve, el Pacto de Bogotá no nos protege de las presiones argentinas y nos abre a una condición de vulnerabilidad ante las peticiones de Perú y Bolivia. Por otra parte, durante los años 1966 y 1967, cuando el gobierno de Perú presidido por el general Juan Velasco Alvarado se sintió fuerte, intentó agredirnos, lo que lo hizo desistir no fue la Corte Internacional de Justicia sino que nuevamente, el poder y la voluntad de lucha mostrada por el Gobierno y el Pueblo de Chile.
¿Por qué entonces renunciar a todas las demás formas de negociación de conflictos y quedarnos con una que no nos sirve frente a ninguno de los tres vecinos?

Cuando las relaciones entre países se dan en términos políticos, el poder militar constituye uno de los elementos del poder nacional y cuando las resolución de las disputas entre estados se entrega a un tribunal internacional, se renuncia al empleo de esos poderes y se confía tanto en la justicia y neutralidad del tribunal como en que la contraparte cumplirá el fallo. En este segundo caso, al menos en teoría, la fuerza no sería necesaria.

La realidad muestra que con alarmante frecuencia los estados más fuertes, que se creen más fuertes o se mueven con más audacia en el ámbito de las relaciones exteriores no respetan los fallos sea porque rechazan los mecanismos judiciales acordados o porque rechazan los fallos cuando éstos no los favorecen. Nuestra historia pasada y reciente muestra que al final Chile cuenta solo con sus propios recursos de poder para defender su integridad y honor.
Recientemente un periodista nacional experto en relaciones internacionales proclamó la inutilidad de las fuerzas militares chilenas porque su existencia no había sido capaz de disuadir a tres gobiernos de Perú de llevarnos unilateralmente a La Haya. El experto olvida o desconoce dos elementos fundamentales del problema. 1.- Chile, al suscribir el Pacto de Bogotá, renuncio a la auto defensa de sus intereses y entregó esta tarea a un Tribunal Internacional y 2.- La disuasión exige dos elementos que actúan juntos: le existencia de fuerzas militares capaces y creíbles, y la voluntad del liderazgo político, que en el caso que analizamos brilló por su total ausencia.

En 1975 y 76 con Perú y en 1978 con Argentina, Chile tenía fuerzas militares muy débiles y un liderazgo político fuerte, decidido y valiente, en el caso Boliviano hemos tenido FFAA fuertes y un liderazgo político vacilante, en estado mental de negación.
Chile es un país serio, que cumple sus compromisos y respeta su palabra, para no volver a vernos entrampados ante maniobras de otros estados menos escrupulosos, debemos comenzar por recuperar el manejo de nuestras relaciones exteriores, mejorar los procesos de políticas públicas de seguridad y defensa, abandonar las ilusiones ideológicas y ajustarnos más a las realidades del mundo como es y no como nos gustaría que fuera.

Bachelet en la silla musical: El acomodo de “pitutos” en la ONU y en la OMS

Por Daisy Castillo Triviños y Equipo diario digital El Muro

El 15 de septiembre de 2017, EL MURO publicó un artículo titulado “El lavado de imagen de Michelle Bachelet de vuelta a la ONU” en el que se habló  del deficiente manejo de su segundo gobierno y se recordó lo que el influyente semanario The Economist, dijo sobre las reformas de Bachelet, en una de sus publicaciones: “Chile se enfrenta a un riesgo real de perder su camino y de que la historia asigne la mayor culpa a la propia Bachelet”.

El medio británico trajo a colación las palabras de Nicolás Eyzaguirre –en la cartera de Hacienda-, cuando el funcionario expresó que “estábamos en una vorágine de reformas que no íbamos a ser capaces ni de diseñar apropiadamente, ni de tramitar políticamente, sin provocar excesivos conflictos”.

Frente a ese panorama resultó, a lo menos, curioso que la Organización de Naciones Unidas (ONU), ofreciera a Bachelet –y ella, obviamente aceptó-, ser integrante, entre 17 miembros, de la nueva junta asesora de alto nivel sobre mediación en materia de  conflictos internacionales.

En su cuenta de twitter, Bachelet sostuvo: “Honrada de la convocatoria” y agregó que entregará “todo la experiencia de Chile al servicio de tan trascendente misión”. Sus palabras, quizás, son muestra de su agradecimiento por haber estado, previamente, en ONU Mujeres entre 2010 y 2013.

En ese entonces, varios expertos hablaron de una operación política destinada a levantar la imagen de Michelle Bachelet en el extranjero y también en Chile, pero olvidando que ni ella ni su equipo de asesores pudieron resolver, por ejemplo, al menos dentro de lo posible, el conflicto que se mantiene en La Araucanía con las comunidades Mapuche.

Ahora, la Mandataria, una vez que deje La Moneda, asumirá otro cargo en la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la cabeza del programa para la Salud de la Familia, la Mujer y el Niño, cargo que, en la actualidad, preside la viuda de Nelson MandelaGraca Machel.

Y llama la atención que se le designe en ese cargo ad honorem, sabiendo al menos los chilenos, que uno de los graves problemas que aqueja a la sociedad tiene que ver con las deficientes políticas en materia de salud, con largas listas de espera, la construcción de hospitales que, al final, no se levantaron y que tienen a los chilenos con menos recursos, seguir viéndose obligados a ir a los consultorios en busca de ayuda médica.

A eso se suma la deficiencia de médicos especialistas en regiones, que tampoco se ha resuelto. Todo a medias y un ejemplo son las permanentes denuncias de los familiares de las víctimas del Hospital Porvenir que no tienen la cantidad de doctores que se requiere para quienes viven en la austral zona.

La vocera de gobierno, Paula Narváez, de inmediato salió en la prensa respondiendo las críticas de algunos detractores que cuestionan el nombramiento de Michelle Bachelet en la OMS, más allá de que no reciba sueldo. La funcionaria pública, señaló: “Se trata de reuniones a la que ella va a asistir con cierta periodicidad, que se suma a las otras instancias en las que ella ya está participando”, agregando que “esto demuestra, una vez más, el nivel que tiene la Presidenta Bachelet a nivel profesional, desde el punto de vista de su liderazgo y su reconocimiento como una líder en temas fundamentales para el desarrollo de la humanidad”.

En conversación con EL MURO, el cientista político, , señala respecto de la llegada de Michelle Bachelet a la OMS que “no va a tener que estar allá, es un cargo ad honorem, por eso, como dijo ¡el que nace chicharra, muere cantando! No es incompatible ese cargo con el que esté en Chile”.

-¿Cómo usted interpreta esta situación?  algunos hablan de la facilidad de conseguir “pitutos” y acomodarse.

Creo que, en general, la gente no logra entender de qué se trata todo esto, la opinión pública, en general, no llega a saber qué es lo que va a hacer Michelle Bachelet y a qué se va a dedicar en el futuro, así que no creo que sea tema. Sin embargo, para la gente más informada, todos entienden que los ex Presidentes son más bien un dolor de cabeza en casa y, por eso, tiene sentido que se vayan.

-Uno de los cuestionamientos a la Presidenta Michelle Bachelet fue, precisamente, en el área de salud y estará a cargo de un programa de salud en la OMS, ¿será un aporte?, ¿o uno puede decir que el acomodo llega a tal punto que, incluso, que en áreas donde demostró que en Chile no lo hizo bien, eso, al final, no pesa?

Tenemos que saber a qué se va a dedicar y cuáles son las condiciones del programa que se le designó. A lo mejor, para ponerte un ejemplo: un jugador de fútbol no lo hace muy bien en Colo Colo, pero lo invitan a jugar en Arabia Saudita y, en una de esas, lo hace mejor, porque no sabemos, si la liga allá es mejor que la liga en Chile. No sabemos, si la OMS hace las cosas mejor que el gobierno chileno.

-¿El que Michelle Bachelet se mantenga viviendo en Chile puede ser una situación incómoda para la administración del Presidente electo, Sebastián Piñera?, ¿no sería mejor que se fuera a vivir al extranjero?

(Sebastián) Piñera se quedó los cuatro años en Chile, así que supongo que si a Piñera le hubiera preocupado la presencia del ex Presidente, él habría tenido la gentileza de irse de Chile y no se fue. 

Por su parte, el cientista político, Pablo Lira en entrevista con EL MURO señala que “en los últimos meses, este gobierno se ha volcado a tratar de salvar lo que ellos llaman el legado de Michelle Bachelet y han recurrido a una serie de medidas comunicacionales que, claramente, no han tenido el efecto que esperaban, lo que se   grafica en lo que fueron las elecciones presidenciales, donde pese al intervencionismo desatado y sin tapujo de la propia Mandataria para fortalecer la candidatura de Alejandro Guillier en segunda vuelta, los resultados fueron lapidarios para el gobierno, para Bachelet y para la Nueva Mayoría”.

-¿Qué opina de los nombramientos de Michelle Bachelet, en un margen de cuatro meses, en la ONU y, ahora, en la OMS?

Son dos nombramientos de Bachelet en cargos internacionales, ad honorem. El primero fue el cargo de la ONU de mediador de conflicto y, ahora, con el tema de la OMS. Hemos visto una operación política de salvataje de la imagen de la Presidenta que no tiene paragón en la historia de Chile, al menos, desde el retorno de la democracia para tratar de salvar su imagen más que nada interna.

Hay que recordar que su popularidad, si bien, en los últimos meses ha tenido un repunte, claramente no es la popularidad que tuvo cuando dejó la Presidencia en su primer gobierno, ni cuando asumió ni fue candidata en la elección de 2013. Entonces, eso tiene que ver también con todo lo que está tratando de realizar durante estas últimas semanas, en el sentido, de acelerar ciertos proyectos de ley con el objetivo de torpedear la futura administración de Sebastián Piñera.

-¿Estamos cómo se diría en lenguaje común y simple, lo que hay detrás de estos nombramientos son “pitutos”?

Creo que más que pitutos, lo que se está buscando a través de estos nombramientos que a uno le generan un poco de duda por lo rimbombantes, pero de poca trascendencia, es que más que un pituto, insisto, es tratar de salvar la imagen de Bachelet y dejarla en mejor pie de lo que hoy está.

-¿Cree que, a futuro, Michelle Bachelet vuelva a ser candidata presidencial?, ¿lo descarta?

Ella, hace un tiempo indicó que no volvería a ser candidata. Se lo hemos escuchado a otros políticos, por ejemplo, Ximena Rincón que también dijo lo mismo en su oportunidad, cuando era Ministra de Bachelet y volvió a ser candidata a senadora y vuelve al Congreso en marzo.

Entonces, el problema de la confianza ciudadana en la política parte, justamente, de este tipo de discurso, cuando un político dice ¡no voy a ser candidato y termina siéndolo! El problema está en la confianza de que estas frases se las termina llevando el viento y en la política chilena, parece que nada es imposible y más allá de que la propia Presidenta Bachelet dijo que no iba a volver a ser candidata, todo puede ser.

La frialdad papal con Piñera

Por Carlos Correa, Consultor en Opinión Pública

Entre tanta agitación relacionada con la visita del Papa Francisco a Chile, ha pasado a un segundo plano la inexistencia de una reunión privada con el presidente electo, Sebastián Piñera. Si bien van a poder encontrarse en el marco de una reunión de Su Santidad con académicos e intelectuales en la Universidad Católica, no reviste el grado que debiera tener el encuentro entre un jefe de Estado como el Vaticano y una autoridad electa.

Desde el punto de vista protocolar, es un desaire claro que ha puesto muy incómoda a la derecha. Cuando se planificó la visita del Papa, era evidente que Chile tendría en ese momento dos presidentes, pues habría concluido la segunda vuelta. La oportunidad pareció incluso un buen momento, para así poder construir relaciones con el gobierno que viene. Pero en la planificación, las cosas fueron distintas. Junto con la ausencia de una reunión con víctimas de abuso por parte del clero, se suma el ninguneo a la derecha. Más aún, si como ha trascendido en la prensa, en la visita que le hizo la Conferencia Episcopal al presidente electo éste le manifestó el interés de juntarse en privado con el Papa, recibiendo una respuesta negativa, con la evidente incomodidad del momento.

Una primera hipótesis para tal distancia es el conocido desagrado que tiene el Papa con la derecha latinoamericana. Su propio discurso es hostil al liberalismo económico, hasta niveles exagerados. Probablemente uno de sus más conocidos bergoglismos -como conoce la prensa a sus excentricidades verbales- es cuando calificó al dinero como el “excremento del diablo”. Si en Chile hay un político que representa el dinero es, sin duda, Sebastián Piñera. La amistad que éste tiene con Macri, para las narices de Bergoglio, implica más hediondez proveniente de las letrinas demoníacas.

Una segunda hipótesis es que el gobierno saliente presionó a los organizadores para que no ocurriera tal encuentro. Con ello podría asegurarse que se cumpla la hipótesis planteada en una columna firmada por la Presidenta, respecto a que Su Santidad viene a bendecir este nuevo país, más solidario y alejado de la lógica neoliberal del pasado, que por cierto incluye a la ahora maldita Concertación. Muchos en la derecha querrán ver esa operación, pero es poco plausible, pues no tiene La Moneda tal capacidad de operar, ni necesita estimular mucho a Francisco para que hable contra el lucro.

Esta distancia con la derecha tendrá consecuencias políticas. La instalación del mensaje que el lucro es malévolo servirá de consignas para opositores a Piñera y con ello complicará sus acciones políticas de los primeros días de su gobierno. Veremos a entusiastas antirreligiosos usar consignas y homilías papales como frases para hacer oposición a la derecha. Stalin solía preguntarse cuántas divisiones tenía el Papa para ningunear su poder, pero en Chile, al calor de sus palabras, podría armarse una armada antiliberal entre izquierdistas furibundos y místicos religiosos.

El Papa tiene un documento contra el neoliberalismo, dedicado a atacar el lucro y calificar de desequilibrio al poder de los mercados y de la especulación financiera. En ese mismo escrito, coloca a Dios y a la Iglesia del lado contrario del capitalismo. Curiosamente, es más cercano su planteamiento al del Frente Amplio que la doctrina de la católica Chile Vamos que pretende volver a estimular la iniciativa privada. Si además Francisco, como suele hacer, se manda una cuña contra el dinero, más se le enredará la madeja a Piñera.

 

 

Pluralidad de visiones en la centroderecha

Editorial diario La Tercera, 15 de enero de 2018

Un reportaje de este medio dio a conocer las distintas corrientes de la que hoy se nutre la centroderecha chilena, diversidad que fue fundamental para el contundente triunfo de la candidatura de Sebastián Piñera en la elección presidencial y que, ahora desde La Moneda, deberá ser correctamente encausada.

A grandes rasgos, es posible identificar una derecha ligada a los partidos más tradicionales (UDI y RN), además de lo que representó el candidato José Antonio Kast en la primera vuelta presidencial. Hay otra con una visión más liberal en lo valórico que, pese a tener menos notoriedad, siempre ha estado presente en los espacios académicos, y que hoy goza de mayor visibilidad gracias a Evópoli.

Las dos vertientes más novedosas han sido lo que algunos denominan localmente como “derecha “social”, con ciertos aspectos populistas, y el surgimiento de un ala con visiones más comunitaristas, vinculada al mundo socialcristianismo que en nuestro país históricamente monopolizó la Democracia Cristiana y que instituciones y académicos han aprovechado de copar ante el abandono de dichas posturas por parte de dicho partido.

Si bien estas distintas visiones de la derecha han coexistido en el tiempo, la dura derrota en las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2013, además del fuerte componente ideológico del actual gobierno, movilizó voluntades y recursos que dieron mayor fuerza a cada una de estas expresiones. El intento por entender cómo un país que, pese a sus dificultades, había avanzado enormemente sobre la base de un modelo económico de libertades, podía sin embargo izquierdizarse de manera tan abrupta y en tan corto tiempo, ayudó a un proceso de reflexión y apertura a nuevas miradas que es, a todas luces, valioso.

Un fenómeno similar –en su momento para formar gobierno una vez terminado el régimen militar- fue el que dio origen a los exitosos años de la Concertación como coalición política. Sin embargo, fue la falta de reflexión respecto a los nuevos desafíos del país y una actitud menos tolerante con la diversidad de visiones los que provocaron la debacle de dicho conglomerado, situación sobre la cual la centroderecha debiera sacar lecciones.

En el caso de la futura administración Piñera, esta diversidad tiene más beneficios que costos. Si bien coordinar una coalición más amplia requerirá de un mayor esfuerzo, en la medida que las diferencias sean bien manejadas se ampliará la base electoral que da sustento al gobierno y existirá una reflexión más profunda sobre la pertinencia y la visión de justicia de las políticas promovidas, lo que enriquecerá su formulación. Con todo, Piñera debe ser capaz de encauzar esa mayor pluralidad hacia los aspectos esenciales de una centroderecha moderna como son retomar los fundamentos económicos que permitirán volver a crecer y una preocupación por temas donde el sector tiene mucho que decir, tales como competencia y regulación, medio ambiente, cuestiones valóricas, entre otros. Solo así la diversidad ayudará a imprimir un sello diferenciador al segundo gobierno del Presidente Piñera y le permitirá proyectarse.

Francisco, preocúpate de mis leales soldados

Por Cristián Labbé Galilea

Hace algún tiempo, cuando se mencionaba la visita del Papa, era común percibir escepticismo… Escuché a muchos buenos católicos decir: el Papa no va a conseguir una convocatoria masiva y menos el recogimiento que generó Juan Pablo II… todavía se escucha ‘los pobres no pueden esperar, (…) no tengáis miedo de mirarlo a Él’”, y no faltaba quien agregaba en voz baja: “además es argentino y jesuita”.

Con el paso de los días, y a horas de su llegada, la visita de Francisco (como le gusta que lo llamen) ha generado una gran agitación, contradiciendo a todos esos augures… católicos (y algunos no muy católicos). Cómo se nota lo poco que conocemos a la iglesia y su historia de más de dos mil años.

Distraídos por las elecciones, pocos de mis parroquianos siguieron la recomendación de leer -entre otras obras-, “Historia de los Papas. Entre el reino de Dios y las pasiones terrenales”  de Juan Maria Laboa Gallego (2013) y “Jesuitas e imperios de ultramar,  Siglo XVI-XX” de A. Coello, J. Burrieza y D. Moreno (2012), lo que les habría ayudado a entender el momento que se vive.

Cuando comenté que escribiría sobre el tema un amigo, a modo de advertencia, me dijo: “no te pases de listo…”, y remató con la cervantina frase que, desde hace 500 años, se le atribuye al Quijote: “con la Iglesia hemos topado…”.

Toda la razón; la prudencia, la ignorancia y la posverdad sugieren lo mismo… no hay que meterse en “camisa de once varas”. Pero cómo no salirle al paso a quienes  quieren aprovechar la visita de Francisco para “llevar agua a sus molinos políticos”.

Moros y cristianos discuten sobre los costos, la parafernalia, los feriados, los escándalos, y mil temas, todos opinables por cierto. Pero, a riesgo de ser mal interpretado, me interesa subrayar en estas línea que una cosa es la iglesia local (con minúscula), con sus vicios y virtudes, y otra Francisco, el primer Papa Jesuita y no europeo…

El que sea Jesuita no es menor: fueron la primera orden religiosa “globalizada” y vanguardista, cuya “misión” era propagar el evangelio “urbi et orbi” y colocarse por encima de conflictos políticos y grupos de poder, lo que acabó por provocar su expulsión de los grandes dominios coloniales. Con todo, hoy es la mayor orden religiosa católica. Su actividad abarca lo educativo, lo social, lo intelectual y lo misionero. Francisco lo tiene muy claro…

La iglesia, por su parte, especialmente la chilena, atraviesa por difíciles momentos: falta de vocaciones, problemas económicos, pérdida de credibilidad, lo que la ha llevado a mantener una estructura de la visita papal que se aparta de la realidad del mundo contemporáneo e incluso del mensaje que el propio Francisco ha querido dar en su corto papado.

Además, la sociedad vive hoy un relativismo impresionante; la posverdad ha tomado cuenta de lo valórico, al punto de que un católico puede apoyar sin problemas el aborto, el matrimonio igualitario, la adopción homoparental… para que seguir.

Por último, recibido por un gobierno ateo… a Francisco lo han encapsulado en temas como la Araucanía, las migraciones… cómo no iban a aparecer los ddhh en “dictadura” y todo para disimular temas como… los niños muertos en el SENAME, la víctimas abusadas por Karadima…

Finalmente, como sé que la iglesia chilena está leyendo todo, prefiero con humildad preguntarme si la Virgen del Carmen (madre de Cristo) no le habrá dicho al Papa, (Vicario de su hijo en la tierra): “Francisco, preocúpate de mis devotos y leales soldados, privados injustamente de libertad -ellos siempre han estado conmigo-, y no des mucho crédito a los ateos que quieren sacar ventajas de tu visita…”.

Paseo a Cuba

Por Axel Buchheister Rosas

La Presidenta Bachelet se encuentra hoy en Cuba en visita de Estado, cuyo fin es promover las inversiones nacionales en el país caribeño, específicamente para aprovechar las oportunidades de la muy reciente ley de inversiones cubanas, que data de 2014. El problema es que se trata de un viaje inopinado para la mayoría, pues nadie sabía de él, tanto que incluso el ministro de Economía -a cuya área pertenece la temática del periplo- reconoció haberse enterado de él en ese momento, por la prensa.

Asimismo, que no se entiende bien por qué se hace ahora, pues mal podrá entregar frutos dentro del actual periodo presidencial, que está en sus días postreros. Por otra parte, sorprende que el Canciller no pueda viajar por “motivos personales” y que, asimismo, siendo una visita con acento en los negocios, las asociaciones empresariales tampoco supieran nada y hasta el viernes ningún empresario había sido invitado a sumarse a la comitiva oficial, según consignó una nota de prensa.

Dejémonos de eufemismos: esto es un viaje emotivo con ocasión del término de funciones, en que la Presidenta se está dando un gustito ideológico. Y que el argumento de impulsar las inversiones y el intercambio comercial -que ha caído significativamente en los últimos cuatro años y no se advierte sobre qué base pudiere mejorar-, es un mero pretexto.

Este paseo a Cuba demuestra que la Presidenta Bachelet no ha cambiado. Que sigue viviendo en la lógica de su pasado de corte revolucionario, como en su mejor época de la RDA, y que mantiene su conexión más íntima con gobiernos que sean de izquierda dura, sin importar que se trate, como en este caso, de una dictadura que lleva 59 años en el poder, que no exhibe ninguna evolución a prácticas democráticas y en la cual se conculcan cotidianamente los derechos humanos del pueblo cubano. Dictadura que ha sobrevivido sólo por el financiamiento recibido antes de la URSS y hoy de Venezuela, mientras los venezolanos se están muriendo literalmente de hambre.

Pero además, que tampoco sintoniza con la evolución que habido en nuestro país, pues no asume las demandas ciudadanas de más transparencia, y que autoridades no abusen de su posición y de los recursos públicos. Porque aquí hay un viaje que se hace con aviones oficiales, viáticos y uso de otros fondos fiscales, bajo la argucia que es una visita de Estado, pero que no es tal, sino que busca satisfacer un simple anhelo presidencial. Se sigue creyendo que a los ciudadanos no hay que rendirles cuenta, que basta con una explicación que no se sostiene, pues está repleta de incoherencias, absurdos y omisiones, que linda en el desprecio a la gente, y que los fondos del erario son de libre disponibilidad presidencial. La lógica añeja de los privilegios del poder.

Al menos cabe esperar que la Presidenta, que lleva consigo la dignidad nacional, no corra esta vez a abrazar a Raúl, como lo hizo con Fidel.

 

¿Qué logrará el Papa?

Por Carlos Peña González

Poco, casi nada.

Su carácter de Vicario de Cristo está entregado al misterio insondable de la fe. Y sobre eso en la esfera pública no hay nada que decir. Como sugirió Wittgenstein, acerca de lo que no se puede hablar es mejor guardar silencio.

Pero no ocurre lo mismo con su carácter de jefe de la Iglesia. La Iglesia Católica pretende orientar normativamente la vida de las personas y la vida de la cultura. Y en este último carácter debe estar sometida al escrutinio público.

Y ahí su resultado será escaso.

Para advertirlo es útil distinguir tres aspectos de los que el discurso de la Iglesia suele ocuparse.

Desde luego, la Iglesia presume ser maestra de moral. Y según lo pone de manifiesto su discurso de los últimos años y lo revela su posición en cuestiones como la homosexualidad, el empleo de la píldora del día después o el matrimonio, se trata, ante todo, y principalmente en estos años, de moral sexual. Este punto de vista de la Iglesia presenta serios problemas en el Chile contemporáneo, cuya cultura -la forma en que la gente vive espontáneamente su sexualidad y su afectividad, en eso que los fenomenólogos llaman el mundo de la vida- promueve y acepta conductas muy distintas de las que la Iglesia, o Francisco en nombre de ella, promueven.

Se suma a lo anterior una cierta contradicción performativa en que la Iglesia, con notable porfía, como si estuviera empeñada en desmentirse a sí misma, ha incurrido, al tolerar conductas sexuales de sus miembros, o aceptar que algunos integrantes de su jerarquía las toleren, que se apartan de lo que la propia Iglesia predica (lo que para la cultura espontánea no tiene, por sí mismo, nada grave), pero que, y esto sí es grave, constituyen actos propiamente delictuales, actos que infringen la ley civil. Sin ir más lejos, el propio Francisco nombró Obispo a Juan Barros, un cercano a Karadima, y asistió al funeral del Cardenal Law, bendijo su ataúd y, es de suponer, anheló secretamente su entrada en el cielo, nada de lo cual es por supuesto reprochable, salvo que el nuevo habitante de las nubes ocultó durante años los abusos de los clérigos en Boston.

Pero no es solo en cuestiones de moral sexual donde la Iglesia pretende orientar normativamente la vida.

También pretende hacerlo en el diseño de la vida colectiva, en cuestiones atingentes a la vida pública y social.

Esa es una vieja pretensión de la Iglesia ( Rerum novarum casi se confundió con el nacimiento de la cuestión social a inicios del veinte) y, al igual como ocurre con las cuestiones de moral sexual, sus puntos de vista se encuentran hoy muy lejos del que es predominante en la cultura pública.

Mientras a inicios del veinte y hacia el final del mismo siglo el énfasis estuvo puesto en cuestiones de justicia social (y a partir de allí en una crítica al capitalismo como forma de vida social), hoy la reflexión de la Iglesia respecto de cuestiones atingentes a la vida pública encuentra sus mejores momentos (por ejemplo, en Laudatio si ) en la crítica a la expansión de la técnica. Se trata de un discurso de aires heideggerianos -que, obviamente, Francisco solo firmó- que descansa en la idea de que el maltrato a la naturaleza es producto de concebirla como un objeto a la mano de cualquier designio. Los fieles ilustrados no encontrarán allí revelación alguna, sino apenas los ecos de La época de la imagen del mundo , de Heidegger (y este último es mejor y más claro).

A las cuestiones de moral sexual y a las otras atingentes a la vida social se suma la defensa que la Iglesia hace de ciertos absolutos morales (la expresión es de J. Finnis) que, como el aborto o el matrimonio homosexual, se encuentran ampliamente aceptados en Chile, y cotidianamente se transgreden.

¿Tendrá alguna influencia de veras el discurso del Papa en alguna de esas tres esferas? Todo indica que no. La cultura espontánea, el mundo de la vida del Chile contemporáneo, para bien o para mal, va en otra dirección.

Hay algo sí donde, es de esperar, habrá un efecto notorio.

Se trata de la escena en medio de la cual la visita ya se está desplegando.

Habermas llamó la atención acerca de una forma de publicidad (publicidad feudal, la llamó) en la que se escenificaba, se representaba ante un público presente, un aura inmaterial, una cualidad incorpórea que alguien pretendía para sí. Y en eso sí que la Iglesia Católica es maestra: en los artilugios de la representación y la puesta en escena de lo inefable.

Ahí, no cabe duda, sacará aplausos y lágrimas.

Pero pasada la conmoción, y cuando del papamóvil no quede más que la estela del polvo que levantó a su paso, la rueda muda seguirá girando.

La cultura espontánea, el mundo de la vida del Chile contemporáneo, para bien o para mal, va en otra dirección.

 

 

La danza de la derecha

Por Ascanio Cavallo Castro

Por primera vez en un siglo, la derecha regresa al poder revestida de una ancha legitimidad democrática. Su campaña de segunda vuelta significó un despliegue de convicción que nunca antes había exhibido y concluyó con una victoria rampante en todas las líneas. Falta todavía que el Servel libere la información de detalle para saber dónde y cómo se produjeron las transformaciones electorales que condujeron a este resultado, pero ya se puede intuir que será una caja de sorpresas.

Con todo, lo principal de esta caja ya se conoce: Sebastián Piñera consiguió el apoyo de una amplia coalición y les dio una mordida profunda a los votantes que se denominan “de centro”, muchos de los cuales dieron la consistencia de su piso a los gobiernos de la antigua Concertación. Esos votantes abandonaron a la centroizquierda por una miríada de razones, pero la síntesis parece ser sencilla: se cansaron. Decidieron que era hora de cambiar a los que han ocupado La Moneda.

La derecha que triunfó no es una sola, sino un conjunto de sensibilidades con deseos y propósitos diferentes: Chile Vamos ha resultado ser la creación política con mayor capacidad de expansión que ha tenido la derecha, a pesar de que empezó casi como una boutade, un esfuerzo por traducir en un eslogan de aire afirmativo el disgusto intensamente negativo con el gobierno de la Nueva Mayoría. Y ha ocurrido que en esta coalición, por esta vez, parecen ser más importantes los matices que representan los dirigentes que las fronteras marcadas por los partidos.

En estas elecciones emergió con singular fuerza una derecha enojada, un grupo social y político que considera inaceptables ciertos desplantes de la izquierda respecto del pasado (incluyendo el régimen de Pinochet, pero sin concentrarse en él); que ve con rabia la laxitud de la clase política frente a los conflictos en La Araucanía; que se siente hastiada de saber, o creer, que existe una partitocracia bien remunerada en cargos de gobierno, y que se indigna con el desprecio que muestra el oficialismo hacia el esfuerzo individual. Esta derecha está y ha estado enojada con las cosas que a ratos ocurren en el país -no con el país- y no se ha sentido representada hasta el momento en que apareció José Antonio Kast.

Hay que mirar con atención lo que hizo Kast después de la primera vuelta: bien arropado con su respetable 8%, fue a ofrecerle su apoyo a Piñera de inmediato, sin demora ni condiciones. Entendió que su electorado ya se sentía representado y que no necesitaba más demostraciones que las que tuvo en su campaña. Otra cosa habría sido sobreactuar. No es arriesgado decir que la parte más “combativa” del contingente de apoderados que se presentó en la segunda vuelta eran votantes de Kast.

Esa inteligente maniobra dejó a Kast con una ventaja estratégica sobre su competidor más cercano, Manuel José Ossandón. Aunque es dable sospechar que los votantes de Ossandón no son los mismos que los de Kast, ambos le disputaron a Piñera las adhesiones de la derecha más “dura”, pero la contribución de Kast a la victoria final aparece más translúcida. Se expresa por sí sola, mientras que lo que haya hecho Ossandón requiere de especiosas explicaciones. El mayor enemigo de Ossandón es su propia rudeza.

La derecha enojada ya encontró su figura y se puede dar por hecho que Kast será un actor relevante en el futuro inmediato. Un 8% no es suficiente para incidir decisivamente en el gobierno, aunque sí para merecer atención. Tampoco es suficiente para aspirar a la sucesión, pero sí para instalarse con ventaja en el mapa político.

En la punta opuesta de la coalición se arremolina un grupo liberal, anticonservador, que lucha, todavía sin éxito, por crear una identidad en torno a la modernidad. Esta es, podría decirse, una derecha contenta, feliz con el progreso, optimista, entusiasta. Como siempre ocurre con estos sectores, es una derecha que luce un aire cosmopolita y cultiva una maciza ventaja cultural, pero también cierto narcisismo que se consume en tertulias y conferencias, con escasa vocación de voto. Dentro de él, Evópoli obtuvo un buen resultado y Felipe Kast disfruta temporalmente de esa situación, aunque, al menos en la teoría, son el primer candidato a desgajarse del tronco principal. Sólo en la teoría, porque alejarse hoy de Piñera es el peor negocio político para quien tenga pretensión de competir.

No hay que extraviarse. La inmensa energía desplegada en las elecciones tuvo una implosión sobre la persona de Sebastián Piñera: todo gira en torno a él después de ese triunfo dificultoso con un final épico. Piñera es el Presidente (in pectore) de derecha con más poder desde más o menos Ramón Barros Luco.

Y, por lo tanto, el centro de gravedad de la derecha hoy no está en el polo liberal ni en el conservador, sino en ese espacio que comparten los “viejos cracks” (Andrés Chadwick, Andrés Allamand, Alberto Espina, Hernán Larraín) con los “jóvenes turcos” que se han agrupado en torno a la oficina de Piñera. Al menos por estos meses, el poder no está en las periferias.

Ciertos cargos y dignificación de la política

Editorial Diario El Mercurio de Santiago, 6 de Enero de 2018

Es de esperar que en la tarea de discernimiento a que se encuentra abocado el Presidente electo en la definición de su equipo de gobierno ocupe lugar relevante el imperativo de redignificar la política. Parte fundamental de ello lo constituye el respeto de los mandatos entregados por la ciudadanía. Lamentablemente, se ha tornado una práctica de gobiernos sucesivos la de nombrar en sus gabinetes a miembros del Congreso que, de este modo, han abandonado e incumplido gravemente el compromiso adquirido con quienes los eligieron. Si algún leve atenuante pudo hallarse antes en la falta de elencos con experiencia política fuera del ámbito parlamentario, no es esa hoy la situación de la centroderecha. Al contrario, retirar del Legislativo a liderazgos nacionales para convocarlos al gobierno debilitaría gravemente a las bancadas del sector, en el complejo escenario de un Congreso sin mayorías claras. Aun menos sentido tiene la inclusión de alcaldes recién reelegidos en las listas presentadas por algunos partidos al futuro Mandatario.

En la delicada reflexión en curso habrá de tener claro la centroderecha la relevancia ya no solo de las carteras ministeriales, sino también de ciertos cargos que jugarán un papel determinante en la ejecución de políticas. Tal como la Subsecretaría de Desarrollo Regional ha sido tradicionalmente reconocida como una instancia de alta influencia, dados los recursos que maneja, también puede ser eficaz herramienta para los procesos de descentralización; todo ello torna crítico el entregar estas funciones a una figura que dé garantías de equilibrio y confiabilidad. Las duras realidades conocidas el último año, a su vez, harán recaer sobre quien dirija el Sename una responsabilidad superior a la de distintos ministros, cuál será la de conseguir que el Estado cumpla al fin su deber ineludible de protección hacia la infancia vulnerada. Finalmente, instancias vinculadas a la ejecución de cuestiones prioritarias, como la Subsecretaría de Previsión o la de Prevención del Delito, adquirirán protagonismo crucial.

 

Francisco, los niños vulnerables están solos…

Por Cristián Labbé Galilea

Pasaron las fiestas… el dicho popular sugiere “año nuevo vida nueva” y a decir verdad así es. Pasaron las elecciones, no hay nada que prometer, no hay programas que defender, no hay acusaciones que desmentir. En marzo asumen las nuevas autoridades, unos se afanan buscando “pega” (que no es lo mismo que buscar trabajo); otros, los más comprometidos, se impacientan pensando en cómo hacer un buen gobierno, y no faltan los que reparten ministerios, subsecretarías, embajadas y todo tipo de cargos.

Otra es la realidad del ciudadano común, para quien el tema central son las vacaciones, reconociendo sin embargo que para muchos, en lo más inmediato, la preocupación es ponerse en #ModoPapa para seguir en detalle la visita del Papa Francisco a nuestro país.

Con todo, hay una verdad indesmentible: se respira un ambiente calmo. En general, se piensa que vendrán tiempos mejores. La economía está dando señales positivas, los temas políticos sólo les interesan a los políticos, no se ven nubes en el horizonte; tanto es así que la señora Presidente sigue itinerante, mientras las noticias, por este mismo contexto sereno, no se alcanzan a ponderar adecuadamente, transformando nuestra realidad en un mero “presente episódico”.

Sobran los episodios: renunció Mariana a la DC, Felipe Kast desafía a Chile Vamos, la machi Linconao voló a Bolivia, MEO recibirá millonaria indemnización porque su padre el mirista Miguel Enríquez murió combatiendo, sobreseído Dávalos (el hijo de la Presidente), la ley del aborto se regula sólo con un simple instructivo… Para qué seguir, hechos noticiosos hay -como dicen los catalanes- para dar y regalar, de esto y lo demás.

Lo anterior no sería preocupante si bajo ese manto de normalidad no se escondieran cuestiones de la mayor gravedad y que nadie pareciera ver o querer ver. Uno de esos temas es el caso de los niños vulnerados de nuestro país. ¿Quién se acuerda de la muerte de miles de niños que estaban bajo la protección del estado? ¿Que se ha hecho con el SENAME? ¿Dónde están los defensores de los derechos humanos que no se preocupan de esos niños? ¿Conocerá el Papa Francisco la realidad de esas pobres criaturas?

Es más, el actual gobierno que ha posado, a nivel nacional e internacional, de defensor de los DD.HH.; que no tiene ningún pudor en ajusticiar a viejos militares con ficciones jurídicas; que visita y avala, con boato presidencial, la dictadura cubana donde el pueblo no conoce la libertad, ni la democracia, ni mucho menos el respeto a los DD.HH; sin embargo, tiene la desfachatez de establecer, entre gallos y medianoche, sus prioridades legislativas sin dar preferencia a los niños del SENAME… ¡Total nadie reclama por ellos, además no votaron, ni van a votar!

Por último, la desazón aumenta cuando, en ese “presente episódico” al que se hacía referencia al iniciar estas líneas, se revisa la agenda y el programa de la visita de Francisco, y no aparecen por ninguna parte los niños. Cómo decir: ¡Francisco, los niños vulnerables están solos…! Recuérdales a nuestras autoridades lo que decía Marcos el evangelista: “Si no los defienden, más les vale atarse una piedra de molino a cuello…”.

 

La causalidad, el contexto, la justicia, el perdón

Por Roberto Hernández Maturana

Hablaremos hoy de 4 aspectos a los que permanentemente nos vemos enfrentados como seres humanos; ellos están presentes en todos los actos de nuestra vida, desde los mas sencillos a los mas complejos, incluso escapando de nuestra individualidad, afectándonos también como sociedad. Pero no hablaremos hoy de hechos comunes,  de meros actos delincuenciales, sino de los hechos trágicos vividos en 1973, que marcaron nuestra historia y que vivió una generación de chilenos, pero de la que hoy se hace cargos sólo a quienes integraron las Fuerzas Armadas y de Orden, y que en la época eran jóvenes de entre 18 y 25 años que en su totalidad cumplían órdenes, desempeñando cargos subalternos los que nos hemos negado a considerar, impidiendonos reencontrarnos como sociedad.

La Causalidad

El principio de causalidad es un principio clásico de la filosofía y la ciencia, que afirma que todo evento tiene una causa.

Las cosas no ocurren de manera aislada, sino que unas están ligadas a otras en un proceso de interacción. Unas cosas suceden a otras, y con frecuencia en el mismo orden. A los primeros sucesos en una relación los llamamos causas, y a los segundos efectos. ​

Conocer la causalidad es la mejor forma de entender y explicar, es conocer el origen de los hechos, porque por un lado podemos prevenir y por otro controlar los efectos. En definitiva, dominar los sucesos naturales.

Las causas de los hechos por los que hoy se condena y persigue a viejos militares no alcanzarían a ser descritas en este artículo, pero escuetamente podemos decir que ellas se originaron muchos años ante de 1973; ya a principios del siglo XX se desarrolló el germen del conflicto cuando las justas demandas sociales se vieron empujadas por ideologías foráneas que se exacerbaron en un contexto de guerra fría entre las dos grandes potencias de Entonces, los EE.UU. y la Unión Soviética. Así llegó la violencia revolucionaria como método para alcanzar el poder y el uso paulatino de la fuerza del Estado para controlar esa violencia, los que sumados a un manejo irresponsable del gobierno y la oposición de entonces produjeron el quiebre que hoy conocemos transformado por una visión parcial de la historia.

Si podemos conocer las causas verdaderas, con un punto de vista imparcial, podremos entender mejor el Contexto…

El contexto

El contexto histórico es un conjunto de circunstancias en los que se produce el hecho que tiene historia ya sea lugar, tiempo, hechos relevantes, etc. También se refiere a aquellas circunstancias que rodean los sucesos históricos y los pensamientos de la gente al momento de presentarse ciertos hechos en determinada sociedad, de tal manera que influyeron para darse así en sus individuos y en dicha geografía. Tomar en cuenta el contexto histórico de un suceso pasado es importante pues permite a futuro, emitir un juicio menos limitado y que, aunque no posea veracidad total, al menos no deforme, minimice los hechos o maximice su valor en el tiempo.

Sería larga tarea querido lector describirle aquí el contexto…, algo hablamos de él en el punto anterior…, pero si Ud. quiere ser responsable consigo mismo, con sus hijos, sus nietos, su historia, le insto a investigar y buscar en todas las fuentes posibles, y no se quede solo con lo que le cuentan, con lo que leyó en un artículo, o en un solo libro, o lo que algún político le dice en la tele, o lo que vio o escuchó  en las noticias.

 La justicia

Del latín “iustitia”, que, a su vez, viene de ius —derecho— y significa en su acepción propia “lo justo, o lo que se ajusta”. De forma general podríamos definirla como: Distribuir los costos y los beneficios de la acción humana entre los miembros de la comunidad conforme a un criterio o escala de criterios. Es así como la noción de justicia tiene varias acepciones, dependiendo de a qué se ajusta esta distribución de costos y beneficios. Es decir, la justicia es un concepto referencial, se refiere a un conjunto y jerarquía de criterios que operan como supuesto de base. El problema en su definición es que no todos compartimos el mismo supuesto de base. Este supuesto puede referirse a un sinnúmero de criterios (la necesidad, la responsabilidad, la capacidad, el mérito, la jerarquía, etc.) pero en general este supuesto suele referirse tres grandes criterios:”

a la dignidad humana; al bien común o a la ley.

Si pensamos en la abstracción de los conceptos aquí mencionados, al tiempo transcurrido, a la deformación histórica de los hechos, a las consideraciones políticas que, aunque se niegue, si influye en los hombres que aplican la justicia, y a la muy difícil discriminación de aquellos hechos que sí fueron abusos, de aquellos que – mayoritariamente – no lo fueron, podemos decir que difícilmente la justicia será “justa”, especialmente cuando se aplica a más de 40 años de distancia sobre gente que no tenía responsabilidades de mando y basadas en acusaciones y testimonios débiles. Así encontramos hoy condenados que proclaman su inocencia, y  casos de militares absueltos en primera y/o segunda instancia, pero condenados finalmente por la Corte Suprema.

Quizás la retribución a las víctimas, más que la venganza, sea el mejor camino para alcanzar como sociedad el último aspecto…

El perdón

Es la acción por la que una persona disculpa a otro una acción considerada como ofensa, renunciando eventualmente a vengarse, o reclamar un justo castigo o restitución, optando por no tener en cuenta la ofensa en el futuro, de modo que las relaciones entre ofensor perdonado y ofendido perdonante no queden más o menos afectadas. El perdonante no «hace justicia» con su concesión del perdón, sino que renuncia a la justicia al renunciar a la venganza, o al justo castigo o compensación, en aras de intereses superiores. El perdón no debe confundirse con el olvido de la ofensa recibida. Tampoco perdona quien no se siente ofendido por lo que otras personas considerarían una ofensa. Tampoco perdona quien deja de sentirse ofendido tras las explicaciones del presunto ofensor que hacen ver la inexistencia originaria de ofensa alguna. El perdón es obviamente un beneficio para el perdonado, pero también sirve al perdonante y a la sociedad, pues contribuye a la paz y cohesión social y evita espirales de venganzas, motivo por el que religiones y diversas corrientes filosóficas lo recomiendan.

La historia del Chile reciente ha estado atravesada por estos cuatro conceptos a los que los chilenos hemos venido cerrando los ojos…, cerrándolos hasta que el tiempo haga su tarea, entregándole a la muerte sucesiva de sus protagonistas, el olvido que como sociedad hemos sido incapaces de enfrentar.

Es tiempo de ser valientes, quizás este 2018 sea el año de comenzar a ser capaces de cerrar nuestras heridas haciéndonos cargo de nuestra historia y no entregarle al tiempo la solución de nuestros dolores.